Ƹ̴Ӂ̴Ʒ Capítulo { 16 } Ƹ̴Ӂ̴Ʒ

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  Ƹ̴Ӂ̴Ʒ Capítulo { 16 } Ƹ̴Ӂ̴Ʒ   


Oliver

Había recorrido toda la casa, desde el jardín hasta la cocina. Oliver tocó el árbol de navidad, no era el primero que veía pero habían pasado tantos años que hasta sostener una taza de café era una nueva experiencia para él. Desde el living se olía el aroma a comida navideña, recordó a su madre y en ese momento tocaron su hombro. Detrás de él, la nueva mujer de su padre le ofrecía un trozo de pastel. Se sorprendió a sí mismo viéndose ignorarla y saliendo por la puerta de la casa. Birdy no tardó en seguirlo.

—¿Pasó algo? —preguntó preocupada.

—Vamos a la escuela.

—¿Qué? ¿No vas a quedarte con tu padre un rato? —dijo sorprendida. Oliver lucía inquieto, como si tuviese hormigas debajo de los pies.

Birdy

Oliver tomó a Birdy de la muñeca y caminaron hasta el instituto sin hablarse. Aunque ella continuase preguntándole qué le sucedía, no respondía. Tenía la vista fija en el camino y cuando llegaron al lugar, treparon las rejas que rodeaban la escuela como jóvenes rebeldes que pensaban escribir las paredes con aerosol.

El albino la arrastró hasta el salón de música, el mismo de hace años. No había cambiado en absoluto, pero la persona que tenía en frente de ella aún era un misterio.

Oliver la acorraló contra la pared y la beso infinitas veces. Birdy siguió con el juego hasta que recordó el video que Martín le había mostrado hace unos años atrás.... Se encontraban en la misma sala y sucedía exactamente lo mismo hasta que....

Birdy interpuso su mano entre sus labios y los de Oliver.

—Oliver... Espera...

Recordó el cuchillo que se veía en el video. Esas imágenes en secuencia ahora las vivía en carne propia.

Oliver sacó una cuchilla del bolsillo de su pantalón. La miró con los ojos llorosos pero se mantuvo de pie amenazándola con aquél objeto filoso, su mano le temblaba, como si su cerebro mandase la orden de asesinarla pero su corazón lo impidiese.

—Oliver cálmate, sé que todo esto ha sido demasiado para ti pero deja...

—No sé qué me pasa —al quebrar en llanto se abalanzó sobre ella.

Birdy estuvo a punto de gritar, reaccionó cerrando los ojos pero escuchó un ruido que hizo que los abriera casi al instante. La cuchilla había caído al suelo, pero otro sujeto había aparecido en escena para detener a Oliver y aprisionarlo contra la pared. Y ese sujeto no era nadie mas que Martín.

—Cuando pensaba que estaba todo bien contigo... Que por fin podría dejar a Birdy en buenas manos... Haces esto —dijo Martín agarrando con fuerza los brazos de Oliver y colocándoos detrás de su espalda como si estuviese a punto de esposarlo.

—Martín, suéltalo —intervino Birdy.

—Sabía que esto pasaría tarde o temprano...

—¡SUÉLTALO AHORA MISMO!

—¿Eres estúpida? ¿Quieres morir? —gritó su mejor amigo lleno de rabia—. Sólo te estoy protegiendo. Te he cuidado tantos años para que ahora...

—No me importa lo que digas, Martín. Te estoy pidiendo que lo sueltes, demonios.

—¿No te importa? Cuéntale las fotos que han desaparecido en la cámara estos años, ¿o prefieres que le diga yo?

Oliver, quien ahora tenía su rostro apoyado contra la pared, había cerrado los ojos y no decía ni una sola palabra. Birdy lo vio inhalar, abrir los ojos y con brusquedad soltarse de las manos de Martín. La expresión de Oliver había cambiado completamente, su rostro era serio y pálido y sus ojos rojos no mostraban ningún tipo de encanto.

—¿Qué fotos han desaparecido?

—Oliver no le hagas caso, tienes que descansar.

—¿Ahora piensas tratarme como un paciente? —Oliver tragó saliva y la miró divertido—. Vaya, pensé que por fin se había terminado toda esta mierda y podíamos vivir tranquilos pero parece que no.

El joven de cabello blanquecino tomó la cuchilla del suelo, en ese momento había un millón de posibilidades y Birdy no quería conocerlas.

—Oliver....

—Deja de tratarlo como un niño Birdy por una vez. Ya es mayor de edad —intervino Martín mirándolo fijamente.

—Díganme lo que me tienen que decir.

—Oliver, todas las fotos que había en tu cámara sobre nuestro futuro desaparecieron. Sólo quedan las mías —confesó Birdy. 



Mariposas blancasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora