Capítulo 16.

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Lo había perdido, ya no había nada, estaba destrozada, no quería saber nada de nadie, solo quería echarme en la cama y llorar. Llegué a casa sollozando, corrí hacia mi habitación intentando evitar que mi madre me preguntara pero aún así vino, se sentó en un borde de la cama y me dijo "Cariño, tú eres fuerte, más de lo que tu te piensas y me tienes aquí."

— Mamá, me siento como una mierda. — dije enrollada en el edredón.

— Lo sé, cariño lo sé, pero estoy aquí para que eso cambie. — se metió en la cama conmigo.

Me eché en su hombro a llorar mientras ella me acariciaba con su mano derecha mi pelo. No tenía ganas de comer, ni de mirar el móvil, solo quería estar en la cama tapada con el edredón hasta la altura de la frente, quería dormir y así no pensar porque en esos momentos era lo que menos me convenía.

Estaba sonando el timbre y entreabrí los ojos, entró mi madre por la puerta.

— Cariño, levanta que te reclaman. — y se fue.

— Vale...ahora voy. — bostecé y me levanté.

Era John ¿que hacía aquí? Yo ya no le importaba ni formaba parte de su vida, entró y se sentó en el sofá.

— ¿John? — pregunté sorprendida.

— Eh...Hola. — dijo tímido.

— Bueno chicos, yo me voy a trabajar un poco, cualquier cosa que necesitéis estoy en mi habitación. — dijo mi madre.

— Vale mamá. — le contesté.

— ¿Molesto? — me preguntó el.

— Para nada — dije seca —Bueno ¿que se te ha perdido por aquí? —le pregunté.

— Como ayer te fuiste así ni te despediste, quería saber si estabas bien. —comentó el.

— Como si te importara...—suspiré.

— Quién me dejó de hablar de un día para otro fuiste tú, te lo recuerdo. —se defendió.

— Tendré mis razones ¿no crees? —le dije.

— ¿Y no crees que merezco saber esas razones? —me preguntó.

— Es muy pronto para que lo sepas. —le dije seria.

— ¿Por que lo haces todo tan difícil? No te reconozco, eres fría y borde, eres otra persona. —comentó el.

— Es lo que pasa cuando pierdes a dos personas que son imprescindibles para ti, cuando eres lo que nadie quiere, lo que nadie necesita. Cuando vea necesario te diré el por qué pero ahora no, tú eres feliz con Emily y no quiero joderte ni a ti ni a tu felicidad, ahora vete. —le abrí la puerta.

— Vale, si es lo que quieres me iré. —salió por la puerta.

Cerré la puerta y apoyé en ella, estaba a punto de romper ha llorar, necesitaba decirle todo, esto me estaba matando por dentro.

— ¿Y John? —apareció mi madre.

— Se ha ido. —dije seria.

— Cariño ¿Por que no se lo dices? —me preguntó.

— No estoy preparada, mamá. —le contesté.

— Lleváis casi un año así ¿y sabes qué? que si John hubiese estado aquí, la muerte de tu abuelo habría sido menos dolorosa, porque John es como tu padre, estaba ahí para curar tus heridas. Tienes que decírselo, ya lo perdiste una vez, no creo que quieras perderlo una segunda vez. —se acercó y me abrazó — Cariño, John te quiere ¿te crees que si no lo haría habría venido aquí para pedirte explicaciones? —me preguntó.

— La muerte del abuelo, sí, si al menos hubiese estado no me habría hundido más, tienes razón mamá, lo reconozco pero no creo que sea lo suficientemente fuerte como para decirle lo que siento. —dije con la cabeza apoyada en su hombro.

— Se que podrás hacerlo, pero primero tienes que concienciarte de que eres capaz de hacer esto y más, tienes que estar lo suficiente preparada, entonces ya podrás decírselo. —me acarició el pelo.

Pasaron varias semanas, estaba estudiando y recibí un mensaje, era John "¿Puedes quedar mañana por la tarde?" Quedamos en la azotea, en el edificio Lancaster. Esos días habían pasado muy rápido ni siquiera sabía si estaba preparada para decírselo pero cuanto antes lo hiciera, antes acababa con esto. Fue un día bastante aburrido, solo estuve estudiando y viendo series, menos mal que al día siguiente era Sábado. Por la mañana fui de compras a un centro de comercial de Rochester, hacía tiempo que no iba, llamé a mi madre al medio día y comimos juntas, después fui hacia casa para prepararme. Me duche y me sequé el pelo, después me puse unos vaqueros, con una sudadera y unas zapatillas, cogí un taxi porque llovía.

Hice lo mismo de siempre, llegué al vestíbulo del edificio y subí en el ascensor hasta llegar a la azotea, mientras llegaba pude ver una silueta, era John.

— Hola. —saludé.

— Pensé que al final no vendrías. —dijo serio.

— He venido, realmente no se porque he venido. —dije seca— ¿Que querías? —pregunté.

— Quiero que me digas por qué, por qué te fuiste así de la nada, por qué me olvidaste, por qué me dejaste. Intento entenderte, intento saber el que hice mal ¿tan poco fui para ti? ¿tan desastre soy? Pensaba que eras diferente. —dijo con la voz temblorosa.

— No fuiste tú quién se fue, quién hizo mal las cosas fui yo. —dije seria.

— ¿Sabes? ya te lo dije, no eres la misma persona, no eres aquella Lía de la que me enamoré. — dijo cabizbajo.

— ¿Enamorado? ¿de mí? —dije frustrada.

— Sí. —dijo serio.

— ¿Y por que estás con Emily? No entiendo nada John. ¿Sabes por que me fui? Porque me di cuenta de que me estaba enamorando de ti, de hecho lo estoy y cada día que pasa aumenta y no puedo más. El día que fui a verte iba a decirte esto, pero vi que era demasiado tarde, que te había perdido.

— Pero ¿que hizo que decidieses irte? Si te estabas enamorando de mi ¿Por que me dejaste? — preguntó.

— Lo hice porque no quería hacerte daño, no quería quedar en ridículo, no quería destruirte. — se me escapó una lágrima.

— Lía, estoy enamorado de ti, lo supe desde el primer momento en el que te vi en el pasillo del Instituto, agradezco tanto el acompañarte a casa aquel día, cada día que pasaba junto a ti me convencía cada vez más de que eras la persona que estaba buscando. Y lo siento, siento mucho haber esperado tanto tiempo para decirte esto, pero no estaba preparado. Emily, lo acabo de dejar con ella, me engañaba con Jake, mi primo. —suspiró.

— John, jamás pensé que llegaría el momento en el que te diría que estoy enamorada de ti, me da igual que seas un desastre, ambos lo somos, me da igual lo idiota que puedes llegar a ser a veces, me da igual todos los errores que cometas, me da igual, eres tú y te quiero y no me avergüenzo de ello, me completas y se que eres el único capaz de unir todos y cada uno de mis pedazos rotos. He derramado lágrimas por ti pero merecieron la pena porque se que ahora te tengo y no voy a dejarte ir porque sin ti, yo no sería nadie. —dije a punto de llorar.

Nos abrazamos como si nos fuese la vida en ello, nos separamos y me besó, no me lo esperaba, pero fue tan bonito. Nos miramos un par de segundos a los ojos, yo con lágrimas en mis mejillas el las secó con sus dos dedos pulgares y me volvió a besar. En mi cabeza pensaba que esto era una simple imaginación mía pero no, estaba pasando de verdad. Nos sentamos en el suelo, uno al lado del otro, apoyé mi cabeza sobre su hombro y me dijo "Lía, gracias por ayudarme a conocerme, gracias por volver, te quiero ¿vale?" Nos miramos y esta vez fui yo quién lo besó y le susurré al oído "Te quiero"

Era tarde, le invité ha quedarse ha dormir, aproveché porque mi madre se quedaría en casa de su novio y preparé unos perritos calientes para cenar. Nos acurrucamos en el sofá y nos quedamos dormidos.

Almas Rotas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora