Almas Rotas.

Capítulo 10.

Le escribí una carta pero tampoco se molestó en contestar así que me rendí ya no sabía que hacer, había ido a su casa varias veces y me quedé un rato en su rellano esperando pero nada. Llamé a sus padres y me dijeron que no le pasaba nada que el estaba bien y eso me confundió un poco, decidí encerrarme en casa esperando a ver si en algún momento John se dignaba a llamarme. Llamaron a la puerta y fue mi madre:

"Lia, te reclaman." - gritó mi madre desde la puerta. Por un momento se me ocurrió que podría ser John pero no, si ni siquiera se dignó a contestar mis mensajes, ni la carta, ni mis llamadas no creo que se molestara en venir a mi casa para darme explicaciones. Me levanté de la cama y en cuanto mire a la puerta, ahí estaba, John estaba en mi puerta. No supe como reaccionar y mi madre le invitó a entrar. Estaba cabreada, no sabía que hacer ni que decir así que dejé que empezara el.

- Mira se que he sido un completo capullo, que no he contestado a tus llamadas ni te las he devuelto, ni los mensajes ni siquiera esa carta. Ni te abrí la puerta de mi casa, pero tengo un explicación para esto. - dijo serio.
- ¿Sabes que? me dan igual tus explicaciones. Si te piensas que te voy a decir que te comprendo y esas cosas pues no, no lo entiendo. No se que te ha pasado, dime ¿he hecho algo mal? He llegado a pensar que te había perdido, que tu como todos los demás te habías ido. Quiero saber por que, por que me has ignorado, por que no has pensado ni un momento en como debería sentirme ¿No he insistido lo suficiente? Dímelo. - dije con la voz temblorosa con un tono algo enfadado.
- No has hecho nada mal, ni me has perdido, ni me he ido y sí que he pensado en ti, cada día, cada momento, cada noche estaba punto de hablarte pero no tenía la suficiente fuerza para hacerlo. Soy un completo imbécil por haber hecho que pasara esto pero necesitaba tiempo para mi, acabo de perder a alguien con quién estaba muy unido, estaba realmente hundido y no iba a permitir que me vieses así, porque me importas porque bastante mal lo pasas tú como para que yo te hiciese más daño. - se le escapó una lágrima.

No me lo pensé dos veces perdí mi orgullo una vez más, me acerqué a el, rodeé su cintura con mis brazos y lo abracé tan fuerte como pude, lloré pero de impotencia porque era un idiota, quería a ese idiota. Nos quedamos un rato así, yo con mi cabeza apoyada en su hombro, nos separamos y me dijo:

- Siento mucho todo esto, no pensé que te importase tanto. - me cogió de la mano suavemente.
- Es que...ni un mensaje. Me daba igual un simple "no tengo ganas de hablar" me habría sido suficiente. Pero lo importante es que estás aquí y todo lo demás me da lo mismo. - medio sonreí tímida.

Estuvimos en el salón viendo un poco la tele y poco después llegó mi madre de hacer la compra.

- Hola chicos, id poniendo la mesa por favor que mientras termino de hacer la cena. - dijo mi madre mientras se ponía su delantal.
- Vale. - contestamos los dos a la vez.

Empezamos a cenar, el plato que cocinó mi madre esa noche nunca lo había hecho, era raro.

- Bueno John ¿te ha gustado la cena? - le preguntó mi madre simpática.
- Muy rico todo, solo puedo decirle que gracias por haberme invitado. - dijo algo tímido.
- Era lo que menos podía hacer para agradecerte que cuides de Lía siempre que no estoy. - se levantó y empezó a recoger los platos.
- No si a mi me encanta cuidar de su hija. - sonrió.

Estuvimos un rato hablando en mi habitación, resultó que John acababa de perder a un amigo que al parecer estaban muy unidos aunque el vivía viajando y no se veían mucho pero si hablaban. En estos casos le entiendo a la perfección porque si alguien perdía gente que quería día si y día también ese alguien, era yo. John se fue hacia su casa y yo en seguida me fui a dormir.