Capítulo 13.

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Capítulo 13.

Hoy era Acción de Gracias, me despertó John con las palabras "Vamos dormilona despierta que hay cosas que hacer" nada más abrir los ojos vi la sonrisa de John, me encantaba verle sonreír de esa forma, era bonita su sonrisa, de hecho era contagiosa.

- Buenos días. — dije en mitad de un bostezo.
- Uo, te has despertado. — rió — Buenos días idiota. — retiró el edredón.
- ¡Oye que hace frío! — me volví a tapar.
- Anda levanta o sino mi madre se va a mosquear, tenemos que ayudar con la comida de esta noche, decorar el árbol de navidad y la casa con los decorativos navideños. — me dio una sudadera que estaba en la silla del escritorio.
- Vale...— suspiré, me puse la sudadera y me levanté.

Llegamos a la cocina, Jake estaba medio zombie dando vueltas con la cuchara en su tazón de café, la abuela de John y Lisa estaban preparando algunos de los platos.

- Buenos días. — dije mientras cogía una taza.
- Buenos días Lia. — me saludó Lisa.
- Buenas días Lisa. — le respondí.

Nos sentamos, la mesa estaba repleta de comida para desayunar, no sabía por donde empezar así que me hice unas tostadas con mantequilla y un poco de mermelada, John se preparó un bol de cereales con leche.
Al terminar John se quedó recogiendo los platos mientras tanto fui a ducharme. Me sequé el pelo, fui a mi habitación, me dirigí hacia el armario me puse un jersey de color granate, unos leggings negros y unas Janoski de color negro. Bajé a la cocina y me puse manos a la obra, me tocó trocear unas verduras para el pollo relleno, lo típico que se cocinaba siempre para Acción de Gracias. La abuela de John se dedicó a preparar unos macarrones con queso para comer, mientras tanto Lisa y Hannah, la tía de John, preparaban el resto de platos. Comimos y después John y yo fuimos a dar una vuelta y Jake y Emily nos acompañaron. Sobre las 19:00 teníamos que estar en casa para preparar la mesa y empezar a cenar, estaba un poco nerviosa porque esta noche venía más familia de John y con lo tímida e insegura que soy, tenía miedo de no dar una buena impresión. Estuvimos en una cafetería escuchando música, tomando unos refrescos, poco después fuimos hacia casa cuando llegamos había más gente de la que había antes de ir al pueblo, John me los presentó, eran muy simpáticos y agradables. Preparamos la mesa y poco a poco todos se fueron sentando para empezar a cenar.

Llegó la hora del postre, la mayoría estaban ya borrachos se reían por todo, era gracioso ver aquello, John y yo nos mirábamos durante la cena, al final nos fuimos al porche.

- Bueno ¿que te parece mi familia? — me preguntó.
- Te envidio, mi familia está dividida en diferentes continentes ¿sabes? Hay tíos y primos que todavía ni siquiera conozco aunque este año en verano iré a España, tengo muchas ganas de ir. La familia de mi madre dos hermanos suyos viven en Bélgica, un hermano suyo está viviendo en Francia y su hermana está viviendo en Canadá. Ojalá mi familia fuese como la tuya, encima dos tías mías por parte paterna no se hablan y bueno, muchos problemas. — suspiré.
- Mi familia no es perfecta, pero si a pesar de todas sus diferencias están muy unidos aunque a mi eso no me gusta, o sea sí, pero a veces sienten que su obligación es meterse en tu vida como si fuese suya en vez de tuya. Además que yo soy muy reservado con mi vida personal.
- Al menos tú familia se preocupa por ti, la mía ni eso de hecho hay veces que ni me llaman por mi cumpleaños pero bueno, con el paso del tiempo he aprendido a vivir con ello.
- Eh, ya sabes que no estás sola ¿no? — me agarró de la mano.
- En este mundo todos y cada uno de nosotros estamos solos, nadie está aquí para salvarnos. — dije seria.
- Yo estoy aquí para levantarte siempre que te caigas y aunque no te lo haya dicho nunca tu muchas veces has estado ahí cuando he estado a punto de caerme y me has salvado de la caída.
- ¿Que intentas decirme con eso? — le pregunté cabizbaja.
- Intento decirte que tal vez has estado siempre sola pero ahora no lo estás, estoy aquí por ti. — intentó que le mirase a los ojos.
- ¿Quién te crees tú para decirme cosas tan bonitas eh? — reí.
- Pues soy John Miller. — puso una cara de superioridad.

- No, eres idiota. — me reí de nuevo.

Entramos de nuevo a casa, nos sentamos otra vez con el resto de la gente y empezaron a contar muchas anécdotas, me lo pasé muy bien, me sentía como si fuese una más de la familia.

La gente comenzó a irse para sus respectivas casas, yo tenía sueño y John me acompañó a mi cuarto. El también se fue a dormir había sido un día bastante largo y agotador.

Nos levantamos por la mañana, al bajar a la cocina me encontré la abuela de John desayunando en la mesa de la cocina, me serví algo de café y unas magdalenas que había.

- Bueno Lia ¿que tal te lo estas pasando? Se que solo llevas casi dos días casi tres pero ¿te vas adaptando? — me preguntó.

- Ayer fue un día increíble, ustedes son increíbles además, el pueblo es realmente bonito. — le respondí.

- La verdad es que este pueblo es muy bonito, lástima que solo vengamos en Navidad. — dijo y pegó el último sorbo del té.
- Oh, yo pensé que vivían aquí. — pegué un mordisco a una de las magdalenas.
- Que va, nosotros vivimos en Michigan. Solo nos reunimos aquí en Navidad aunque en verano vamos a la casa de mi marido en la costa de California, nos vemos poco pero es lo que toca. — se levantó de la silla y se puso a fregar unos cuantos cacharros.

Almas Rotas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora