8.

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De sus bellos ojos verdes, lágrimas brotaban como cascadas.

—¡Es el quinto piso, coño!- exclama con un grito desgarrador, haciendo que los vellos de Miguel se erizasen.

—Lo sé, p-pero debe haber una forma d..-es interrumpido.

—¡¿De saltar?! ¡Ni de coña!- retrocede entre todo el humo, y su silueta va perdiendo volumen en el salón.

Miguel suelta un suspiro y con los nervios a flor de piel, se acerca a la ventana y puedo observar a los alumnos correr y algunos profesores evacuando a los demás. Su cabeza sale por esta y gira hacia el lado derecho, una sonrisa se forma en sus labios al ver la escalera de emergencias.

—¡Ruben!-exclama.

Y el nombrado se encuentra en una esquina, sus rodillas plegadas a su pecho y las lágrimas sin cesar por sus mejillas. Según él, este iba a ser su último día de vida sin haberse despedido de mamá y papá.

—R-Ruben- Miguel se acerca hacia su 'amigo' y lo rodea con fuerza.

Aquella electricidad, que surgió cuando sus pieles chocaron, hizo que el castaño sonriera; en cambio Miguel, sólo sumergió su cabeza en el cuello contrario y aspiro el aroma del ojiverde.

—M-Miguel, quiero salir... de aquí, no quiero morir- le murmura como un niño pequeño, murmura aquella oración con el miedo atrapado en su cuerpo.

—No vas a morir, no vamos a morir ¿si?- se separa y observa esas perlas verdes que están cristalizadas por el llanto- No mientras estemos juntos, ¿vale?- Ruben asintió con algo de esperanza.

Y lo siguiente nadie se lo esperó, nadie ni Alex que entró por la puerta tosiendo por el humo que estaba acumulado en los pasillos del colegio.

Miguel besó a Ruben. Un beso largo, lleno de preocupación, miedo, esperanza, franqueza y amor; ambos se separaron al terminar aquel gesto y se sonrieron con ternura.

—¿Por qué me..besaste?- pregunta un tímido castaño con las mejillas sonrojadas.

Y el pelinegro se pregunta eso, ¿por qué lo besé? ¿Acaso yo..? ¡Oh, no!

—Porque la última vez no dejamos las cosas terminadas como se debe, Ruben.- murmura contra su voluntad, y todas aquellas palabras de su más recóndito pensamiento; la conciencia.

Alex los observa por el marco de la puerta, con el ceño fruncido y la ira corriendo por sus venas. Se suponía que él y Ruben iban a terminar juntos, no que Ruben y Miguel lo hagan.

—¡Chicos!- exclama y abre la puerta totalmente.

Ambos giran a ver a su compañero y dan un suspiro de alivio, al menos no iban a saltar del quinto piso o algo por el estilo.

—¡Alex!- Ruben se para con alegría y corre hacia los brazos del nombrado con euforia.

Pero algo andaba mal según el noruego, aquellos abrazos con los que siempre soñó abrazar, sólo eran simples caricias, nada comparados a los de Miguel.

[caricias, sinónimo de abrazo]

Evacúan rápido del aula, y entre el humo espeso que llenaba sus pulmones y hacía que la tos persistiera, terminó al cruzar la entrada de emergencias en el patio trasero del colegio.

Los tres estaban sanos, sucios, pero a salvo.

—Miguel- dijo Ruben mirando al suelo.

—¿Qué?- responde con una sonrisa en su rostro al ver al castaño sonrojado.

—'Al fin y al cabo todo pasa por algo'-. 


Filósofo|| RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora