22.

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Miguel murmura lo último, y Ruben llega a escucharlo.

—M-Mangel, l-lo lamento..-vuelve a llorar escondiendo su rostro en sus manos.

Genial, había matado a su mejor amigo el cuál era el primo hermano de su "novio" y probablemente lo odie con todas sus fuerzas.

Había arruinado una gran relación, o bueno el comienzo de una.

—No lo lamentes- el pelinegro comenta, y agrega-, igual lo odiaba- posa una de sus brazos sobre los hombros del castaño.

—¿Q-Qué?

—Odiaba a Luzu, era muy metiche y me molestaba porque me gustaban las barbies-murmura con las mejillas sonrojadas ante aquella confesión.

A Ruben le parece tierno, y abraza al pelinegro con fuerza.

—Oh vamos, es tierno saber que jugaban con muñecas- aprieta una de sus mejillas y escucha las quejas de Mangel, ríen.

Se la pasaron hablando sobre sus infancias, Miguel supo que Ruben había entrado en depresión por la pérdida de su padre y mejor amigo, también supo que odia las zanahorias al igual que es alérgico a las almendras, su color favorito es el verde, le teme a las arañas, le gusta sonreír, y supo que tiene perforaciones porque Luzu le había dicho que cuando ambos cumplan dieciséis se perforarían juntos y Rubius cumplió la promesa en memoria de su amigo.

Por el otro lado el castaño supo que Mangel tuvo pulmonía a los cuatro pero pudo recuperarse a tiempo, odia los colores pero igual usa ropa con estos por obligación de sus padres, ama el negro, detesta los arándanos, le teme a la decepción de sus progenitores, es católico en todos los aspectos posibles pero no cree en Dios, sin embargo disimula hacerlo; detesta sonreír y si lo hace es porque aquella persona le hace feliz—al decir eso le sonríe al castaño, el cual se sonroja—y es muy rebelde porque sus padres nunca estuvieron en casa como para corregirle.

Se levantan de sus asientos, y entre risas comienzan a caminar con destino a casa. A Miguel no le importaba si su madre lo hubiera visto salir de casa, lo único que le importaba era que se sentía completo, feliz y más que enamorado.

¿Quién diría que se enamoraría de un.. Filósofo?

En cambio Ruben tiene un poco de miedo, le había contado sus más grandes secretos y tenía una mala sensación, pero luego de ver como sus ojos negros brillaban cuando lo miraban, comprendió que el miedo es lo último que debía sentir.

—¿Piensas venir mañana?- pregunta el ojinegro al estar en su patio trasero.

Ruben ríe.

—Si tu madre no te ve, por supuesto.

—Genial-suspira, y enrolla sus brazos en el cuello del castaño-Es hora de despedirnos.

El ojiverde se sonroja y posa una de sus manos en la mejilla contraria. Se sentía bien, se sentía bien ser amado y poder amar, ambos se sentían bien.

—Parece que sí.

Sus narices se rozan al igual que sus labios, pero un grito los hace separarse y los dos observan a la mujer de cabello negro que tiene una mueca de horror en su rostro. Miguel comienza a temblar al ver a su madre, retrocede tres pasos lejos de Ruben y mira a este con miedo.

Y antes de que su progenitora pudiera decir algo más, Mangel agrega:

—¡Mamá el me obligó a besarlo, lo juro!

El castaño frunce el ceño, y baja la cabeza.

—¡Sube a casa, ahora!- su madre exclama, y Miguel le da una última mirada al ojiverde para luego cruzar la cerca y entrar por la puerta trasera.

Mira el verde césped, y se da la vuelta. ¿En verdad Mangel había dicho eso? ¿Le había hechado la culpa? ¿Por qué siempre debe haber algo interfiriéndose en todo? ¿Por qué no pueden ser felices? Una mano en su hombro lo hace girar para a continuación subir su la suya a su mejilla y cerrar los ojos ante el dolor de la bofetada.

—Ni se te ocurre acercarte a mi hijo-la mujer die y agrega- Malditos homosexuales, creen que haciendo cambiar la mentalidad de los demás podrán tener el mundo a sus pies. Miguel no se merece esto, él es un niño de casa, educado y que alguien como.. tú le obligue a besarse. ¡Por dios! Ambos son hombres y ¡Lárgate antes que llame a mi esposo!

Sus ojos se llenan de lágrimas y corre hacia la avenida. De su bolsillo saca su móvil y marca el único contacto que se le viene a la mente.

Alejandro Bravo.


Filósofo|| RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora