25.

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Ruben sale del cubículo, y camina hacia el lavabo tratando de refrescar su rostro. Apoya ambas manos en este, y se observa en el espejo. ¿Tan horrible es? ¿Es porque es delgado o porque es un poco introvertido? ¿Acaso sus ojos verdes y su castaño cabello no son suficientes, para él? Baja la cabeza mirando el agua escurrirse por sus manos, y cierra el fregadero con fuerza.

—¿Estás bien?

Mira el reflejo y observa al amigo de Miguel, el cual no había salido de los baños por contestar una llamada de su madre. Ruben asiente, y toma su mochila la cual se encontraba en el suelo. Ian, suspira y no lo deja ir fácilmente.

—No lo estás, ¿quieres decirme qué es lo que pasa?

Muerde su labio, y mira sus pies. Es el amigo del chico que le gusta, probablemente se lo contaría al pelinegro y la fama de 'me expulsaron por golpear a unos niños de primero en la salida' sería cambiada por un 'me voy del colegio porque soy gay, y mi madre no lo acepta'.

—E-Estoy bien, sólo es un dolor de cabeza-avanza hacia la puerta, pero una mano se coloca en su hombro y gira a ver al chico.

—No lo estás, no caigo en las mentiras-dice y agrega- Sé que eres Ruben, y sé que sabes mi nombre, Ian. Pero, vamos no muerdo y puedes confiar en mí, todos lo hace.

Niega con la cabeza.

—Lo siento, pero si te lo digo.. irás a contarle a Miguel y no quiero eso.

Ian bufa, y se cruza de brazos.

—¿Por qué se lo contaría? El problema es tuyo, no de él. Y si él tiene que ver en esto, ¿por qué se lo diría si él ya lo sabe?

Se recuesta en la pared, y echa su cabeza hacia atrás. Ian tenía razón, pero no sabía si desahogarse sería buena idea o no, ya que ayer Alex lo escuchó y eso es mucho para él.

—¿Entonces, piensas soltarlo?-asiente con desgano, y se sienta en el frío suelo.

Ian lo imita, y apoya su maleta sobre sus piernas. Ruben siente su cuerpo temblar por la desconfianza, pero sabía que muy en el fondo él no se lo diría a Mangel.



Miguel deja caer el lápiz por décima vez, no veía a ninguno de sus amigos y sólo podía sentir la mirada de Samuel clavarse en su espalda. Se remueve incómodo en el asiento, y sin saber dónde demonios se encuentra Ruben y por qué perdió las dos primeras clases, decide que sería bueno regresar al baño y remojarse un poco el rostro para despegarse y.. librarse de la mirada de Samuel.

Se para causando que su lápiz se caiga, lo toma y camina hacia el escritorio de la profesora. Los ojos se sus compañeros lo siguen, y la maestra levanta la vista.

—Miguel, ¿algún problema con los ejercicios?- se despoja de sus lentes, y observa al pelinegro el cual niega.

—¿P-Podría ir al baño?- más que una pregunta es una súplica.

La maestra se toma unos segundos para luego asentir.

—Toma el pase, y te quiero aquí en cinco minutos.

Y con eso Miguel sale del salón. ¿Alejandro hablará enserio?, se pregunta. ¿Qué hará si se acerca a Ruben y le habla? Golpearme lo dudo, piensa el ojinegro.

Pero unas risas provenientes de los baños, hacen que abre la puerta con rapidez y encuentre a su mejor amigo con la persona que ha estado buscando por horas, sentados en el suelo comiendo un emparedado de pavo.

Ian carraspea y se levanta de un salto, cruza miradas con Ruben y mueve la cabeza. El ojiverde entiende, y baja la mirada. No quería hablar con Miguel después de lo que hizo, no quería sentir rechazado.

—Bien, me voy. Espero que el timbre suene y me salva-pasa por el lado del ojinegro y sale de los baños.

El castaño toma su maleta, y la cuelga en su hombro con el destino de salir de allí lo más rápido posible. Miguel lo para por instinto, y ambos se observan.

—Lo lamento.

El ojinegro dice perdiéndose en los ojos contrarios.

—Yo igual.

Responde Ruben con sarcasmo, y camina hacia la siguiente clase, dejando a un Miguel enojado en los baños.   

Filósofo|| RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora