26.

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Ruben camina hacia la siguiente clase, el timbre había tocado hace un par de buen minutos y sabría que tendría detención por haberse saltado casi la mitad de las demás clases, pero al menos no sería el único.

Toca la puerta unas dos veces, el profesor lo observa con los brazos cruzados. Ruben trata de decir algo, pero una voz a sus espaldas hace que salte de su lugar y que gire. Miguel estaba allí con una mueca de molestia, pero se dispuso a hablar al tener la mirada del profesor en él.

—Lamento llegar tarde, Ruben y yo tuvimos que ir donde el director a arreglar algunos problemas. No nos dio el pase porque sabía que usted iba a comprender la situación, ¿no?—el castaño rueda los ojos.

—Claro, pasen—abre la puerta, y la clase los observa. Ruben camina hacia su sitio y toma asiento, Alex estaba a su lado observándolo con atención.

La clase pasa normal. El profesor explicando sobre algunos temas del curso, y Ruben jugando con su lapicero mientras Alejandro trata de levantarle el ánimo, pero fallaba en el intento.

Por el lado de Miguel todo era lo opuesto. Se sentía algo mal porque se alejaría de Ian y su grupo, su aparencia daba a entender que era antisocial, pero en realidad los consideraba muy grande amigos y dejarlos iba a ser muy difícil. Y aún peor, era ver a Ruben conversar con Alejandro, los celos lo cegaban y se seguían siento culpable por haberle mentido a Ian, él es su amigo ¿por qué no puede confíar en él? Sabía que era por el rechazo, probablemente su amigo lo vaya a rechazar cuando le diga que siente cosas por un chico, pero está el otro lado que pude ser que lo acepte.

Pero era difícil para ambos. Ruben se estaba volviendo loco con la idea de que Miguel se vaya de la escuela, y Miguel con la idea de irse. 
La campana suena, y todos salen del salón.

—Ve yendo, Alex.—Ruben mira hacia Miguel, el cual está tratando de guardar sus libros en su mochila.—No me demoraré, lo prometo. Sólo quiero hablar con el profesor, eso es todo.—Alejandro asiente, y sale del salón.

Miguel cierra su mochila, y con cuidado se gira. Pero lo que no esperaba era que el castaño estuviera frente a él cruzado de brazos. El pelinegro retrocedió un par de pasos, y observó esos ojos verdes con vergüenza. Ruben baja la mirada, y lo piensa un rato. Niega con la cabeza, y se da la vuelta, pero es tomado del brazo.

—¿Qué me querías decir, Ruben?—pregunta el ojinegro mientras suelta el agarre. El castaño se gira y suspira.

—Yo..—mira a los lados, y agrega—te voy a extrañar, eso quería decirte.

Miguel frunce el ceño. ¿Había escuchado bien? ¿Ruben lo iba a extrañar? ¿Qué demonios? Con cuidado tocó su frente y verificó si tenía fiebre. Ruben sacó su mano, y volvió a repetir:

—No te estoy mintiendo.—suspira, y alza los hombros—Te voy a extrañar, pero si no me crees es tú problema.

Miguel niega.

—Te creo.—y lo abraza, pero el castaño lo empuja.— ¿Por qué hiciste eso?—preguntó confundido.

—No creas que porque te digo que te voy a extrañar significa que ya no estoy molesto contigo. Escuché lo que le decías a Ian en el baño, Miguel. Pensé que lo que le habías dicho a tu madre fue algo del momento, pero también le mentiste a Ian. Si tanto te molesta que gustar un hombre, entonces deja de hacerlo.—Ruben terminó con la cara roja de molestia, y Miguel no supo qué decir.—Pero déjalo así, igual te vas a ir y nunca nadie va a saber la verdad. Guardaré tu secreto, Miguel.

El castaño retrocede, y sale del salón con la pequeña esperanza de que el pelinegro fuera detrás de él, pero no fue así. Y supuso que sería el adiós definitivo.

Al entrar a la cafetería Miguel esperó ver a sus amigos en la mesa, pero al contrario sólo vio la mesa vacía y observó a los lados, pero sólo pudo ver a Ruben y a Alex sentarse en la mesa. Y eso le molestó.

—Miguel—Ian aparece a su lado, y asustando un poco al nombrado.—Los chicos y yo vamos a hacerte una despedida, y estamos en el salón de Biología. Así que vamos.

Al llegar al dichoso salón, este estaba decorado con globos negros y pica pica en el suelo. Había bandejas con snacks y sus amigos estaban con las sonrisas de siempre.

—¿Ustedes hicieron todo esto?—Ian asintió, y tomó un vaso de gaseosa—Esta genial, chicos.

La hora de pasó conversando, y hablando sobre experiencia que vivieron en el edificio Z. Todo era muy tranquilo, todos riendo y molestándose entre sí. Pero el director entró al aula y con la mirada todos supieron lo que estaba a punto de pasar.

Ian suspiró y lo abrazó con fuerza, y luego todos se amontonaron formando un abrazo grupal. Miguel les prometió que se iba a mantener en contacto, y salió junto al director.

Ruben salía de enfermería por haberse tropezado con una maleta en el aula, y al querer volver al salón, el director y Miguel pasaban a su lado y Ruben juró que el ojinegro le murmuró un "Adiós." Con cuidado los siguió y se quedó parado al ver cómo su madre lo tomaba del brazo y lo arrastraba hacia su auto. Se quedaron conversando, o bueno gritándose entre sí, mientras se adentraban en este.

Y Ruben divisó el auto marcharse y junto a él Miguel.

Miguel miró a Ruben desde lejos, y entre casi lágrimas se prometió así mismo que iba a volver por él.

—Porque todo lo que sube, tiene que bajar.
(Significa que; Miguel se va, sube, y tiene que bajar, regresar.)














[Ha pasado mucho tiempo desde que no actualizo este fic, y aquí tienen un capítulo. Además quería pedirles de que pasen por el nuevo one-shot que acabo de subir. Se llama: First Date. Gracias y lamento la demora.]

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⏰ Última actualización: Aug 02, 2016 ⏰

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Filósofo|| RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora