14.

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Se separa de Samuel con las mejillas sonrojadas y las piernas temblando. Se sentía bien y al mismo tiempo mal, es decir, una parte de su cuerpo estaba feliz porque aquel beso se sentió extraordinariamente bien, pero la otra mitad estaba decepcionada por haber desobedecido las leyes y sus padres.

—¿Entramos?- extiende su mano, algunos alumnos giran a verlos.

La vergüenza invade su cuerpo y antes de que Samuel pudiera decir algo más, Miguel sale corriendo hacia el colegio. 

Sus ojos observan como el pelinegro corre hacia adentro, y gira a ver a su novio. Alex no despega la mirada del suelo, y Ruben detiene el paso a lo que Alejandro le imita.

—¡Joder! Acabo de recordar que el profesor de Matemáticas quiere hablar conmigo, ¿Alex te importa si me voy adelantando el paso?- el nombrado frunce el ceño confundido.

—Hoy no nos toca ese curso, Ruben- formula de brazos cruzados.

—Ehm...lo sé, pero me dijo que lo buscara para conversar- muerde su labio, quería salir de allí para alcanzar a Miguel.

—Como sea, y no tienes porqué pedirme permiso- da un casto beso en los labios del castaño y este sale corriendo hacia el colegio. 

Se apoya en la puerta del cubículo del baño sintiendo las lágrimas caer, tenía miedo de todo, del beso, de Samuel, de lo que pensaran los demás, de las burlas de los alumnos, en general de la sociedad entera. Y era raro ver llorar al pelinegro, pero este es como cualquier humano y su peor miedo era lo que la gente piense sobre él, y es por eso que nunca muestra sus sentimientos. 

—Mierda, si se llegan a enterar mis padres estarán decepcionado de mí- apoya su cabeza en la puerta azul, y deja escapar un sollozo.

Dobla el pasillo a la derecha, y choca con un chaval no tan alto, pero que acaba de salir del baño. 

—¡Eh, tú!- el muchacho lo observa.

—¡Eh, Rubius tío!- contesta con una sonrisa.

—Leo ¿has visto a Miguel?- el nombrado frunce el ceño.

—S-Sí, acaba de entrar al ba...-y Ruben abre la puerta gris por la que Leo salió y se adentra en el cuarto. 

Oye sollozos del último cubículo y al no ver rastros del pelinegro deduce que es el que llorar, aunque le haya costado creerlo. 

Apoya su mano en la puerta, y suelta un suspiro.

—¿Mangel, estás allí?-pregunta para saber si este en verdad era el ojinegro.

—¡Lárgate, no quiero ver a nadie!- y sonríe al ver que ese era su Mangel.

—Eh tío, que yo también me alegro de verte- se burla. 

Una sonrisa se forma en los labios de Miguel. 

—Estúpido- murmura, pero el ojiverde logra escucharlo.

—Un estúpido que besaste- sus mejillas que están empapadas por las lágrimas se sonrojan en menos de unos segundos.

—¡Ruben!- le reprende.

—¿Qué? Es cierto, y lo hiciste más de dos veces- comenta Rubius con una sonrisa burlona- ¿Podrías..salir?-.

Miguel lo piensa por segundos, pasa sus manos por su rostro sacando los rastros de lágrimas, y abre la puerta.

—Bien, aquí me tienes-dice y agrega- ¿Qué es lo que quieres?- contesta con la cabeza baja.

—Esto-.

Ruben toma el mentón del menor, lo alza y junta sus labios con los contrarios. 

Y muy en el fondo Mangel también lo quería.




Filósofo|| RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora