24.

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Toma la perilla de la puerta, pero su madre lo llama desde la cocina. Miguel bufa, y con miedo camina hacia el lugar donde su padre se encontraba comiendo unas tostadas con mermelada mient6ras leía el periódico.

Aclara su garganta y ambos giran a verlo, su padre se levanta y pasa de largo.

—Se le pasará, cariño. Yo también estoy molesta, pero todos cometemos errores- acaricia su cabello y le entrega una pequeña bolsa con alimentos.

Se la arrebata de las manos, y corre hacia la salida. Hoy sería su último día en esa escuela, y mañana lo cambiarían a una particular. Gruñe por los bajo, y tira la bolsa hacia los jardines de la vecina, coloca sus manos en los bolsillos de sus jeans y observa el pavimento.

Ruben lo odia, para Miguel eso estaba más que claro. Ayer había intentado mandarle mensajes pidiéndole disculpas por haberle echado la culpa, pero sabía que no lo leería y es por eso que no mandó ninguno. Hoy lo vería, compartían unas cuántas clases, y eso era un punto a favor para el pelinegro.

Frunce el ceño al sentir su espalda chocar contra el muro de una de las casas, sus ojos se encuentran con unos negros. Alex lo sostiene del cuello con fuerza, y a pesar de su tamaño, Miguel no podía liberarse.

—Ruben estuvo llorando toda la jodida noche por ti, idiota.

Rueda los ojos al escuchar eso.

—No vayas a disculparte, ni se te ocurra acercarte.

—Yo puedo hacer lo que se me dé la gana, si quiero disculparme lo haré.

Responde con agresividad.

—Será mejor que te alejes, o verás las consecuencias.

Migue ríe y de un empujón hace que las manos del pelinegro se quiten de sus hombros.

—No te tengo miedo, pequeñín.

Y con eso camina hacia la entrada de la escuela, buscando con la mirada al propietario de esos bellos ojos verdes que lo traen loco. Pero su amigo, Ian lo jala del brazo hacia los baños más cercanos.

—¿Te vas a ir?-pregunta confundido.

¿Cómo lo sabes?

—¿Qué?

—¿Te vas a ir de la escuela?

—N-No.

Suspiro. ¿Cómo lo sabe?

—No me mientas, todos en la escuela han visto a tu madre caminar por los pasillos con toneladas de papel, y eso sólo significa una cosa: o te han expulsado, o te vas del colegio.

No podía decirle a Ian sobre mi sexualidad, no podía irme del colegio y que todos murmuren de que Miguel Ángel Rogel tuvo una relación con Ruben, no simplemente no.

—Me expulsaron.

—¿Por qué?

—Ahmm.. yo.. u-uh, golpeé un par de chicos fuera de la escuela.

—¿Quiénes?

—Los de primero.

—¿Po..

El timbre suena.

—Nos vemos en clases, Ian- y con eso sale corriendo.

Ruben se queda estático al escuchar aquello. Él estaba en unos de los cubículos, y llegó a escuchar toda la conversación. Miguel mintió, mintió ahora y ayer.

Y eso sólo significaba una cosa para el castaño: 

"Él sólo me utilizó" 

Filósofo|| RubelangelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora