Capítulo 11: Esto no termina

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-¿A donde iremos ahora? Según lo que me contaste, solamente sabías dónde estaba yo.- decía Zam mientras nos adentramos en un bosque espeso, tanto que apenas se podía ver la luz del sol ahí dentro y la hierba era gris-.

-No se, ¿sabes donde está la aldea de los elfos más cercana? -Decía mientras tensaba los hombros. El bosque era extraño y se escuchaban cosas que nunca había oído-.

-No, los elfos nunca hicieron un pacto de paz con Ymir. ¿Que pasa con este bosque?- se detuvo en medio del camino para mirar a todos lados-.

-No lo se, no era yo quien estaba en la Academia durante 6 años.-dije en tono burlón e irónico. Mirándolo con diversión-.

-No me jodas, intentó recordar algo sobre esto.

-Está bien, está bien. Sin presiones.-dije recargandome en un árbol-.

-Los maestros hablaban mucho de un druida que vivía en un bosque. También decían que debíamos alejarnos de el. Dijeron que el druida defendía el bosque y se unió a la naturaleza a tal grado que cuando murió su espíritu permaneció en el bosque.-aún intentaba recordar algo-.

-¿Crees que sea este sitio? -Dije intentando llegar al punto que quería saber-.

-No, no creo. Esto es simplemente es Haimuna Floretthi.- dijo señalando la hierba-. Y esto es arboledo.- señaló los troncos-.

-¿Y que pasa con los ruidos? -Volvimos a caminar-. ¿Crees que haya alguna bestia o algo?

-Puede ser, aunque, recuerda que tenemos los sentidos más desarrollados que los humanos normales. Eso podría explicar los ruidos.- miraba en todos lados y decía eso intentando convencerse a si mismo. Sin embargo, no dije nada-.

Seguimos avanzando hasta que decidimos detenernos y montar un campamento improvisado. El bosque era espeso, así que era difícil poder decir de forma correcta si era de día o de noche. Permanecimos ahí unas horas y comimos algunos frutos secos y carne que Zam había dejado en nuestro punto de encuentro y nos pusimos en marcha.

A cada paso que dábamos el bosque se hacía más denso. A tal punto que no sabíamos ni por donde habíamos venido. Las hojas de los árboles hacían un buen trabajo de tejado así que si llovía no nos mojariamos ni tampoco pasaríamos mala noche. Caminamos lo que parecieron días haciendo no más que simples paradas para descansar y comer algo, incluso llegamos a cazar algún que otro animal para poder comer.

-¿Está mierda no termina o que? -Decía mi amigo ya desganado totalmente-.

-No lo se, pero ojalá y termine pronto.- dije de la misma forma que el-.

Luego de unas horas eternas vimos lo que parecía ser la salida pero el bosque tenía otros planes.

-¿Un claro? ¿Es enserio? Ya me cansé, voy a quemar toda esta mierda.- dijo encendiendo su mano derecha con un fuego rojo totalmente, notandose que no era un fuego común-.

-Tienes mi permiso para quemarlo pero no mientras estemos metidos aquí.- puse mi mano en su hombro y negué con la cabeza-. Ya que estamos en un claro y tu puedes volar, ¿por que no ves cuánto nos falta para salir de aquí? -Quite mi mano de su hombro y me senté en el suelo recortandome de un árbol cercano-.

-Buena idea.-miro al cielo, contemplaba lo que llevaba días sin ver-.

-Sin quemar nada, recuerda que yo no vuelo.- dije cerrando mis ojos para descansar-.

Zam salto y con ese impulso salió volando impulsado por fuego de sus manos. Yo me quede ahí sentado en la hierba pensando en cómo ese lugar podía ser tan inmenso. Tratando de buscar alguna razón lógica entre todo el misterioso lugar. La historia del druida debería de ser alguna pista, también el hecho de que en esta parte de Gea no debería haber Haimuna Floretthi, esas hierbas sólo se ven en la tierra Icos, y como un bosque de arboledos pueden ser tan denso que incluso no tienes noción del tiempo ahí dentro. Tuve casi media hora tratando de unir las piezas del acertijo que se había formado en mi cabeza.

Zam volvió luego de un rato.

-No puede ser... ¡No puede ser! -Gritaba una y otra vez, a la par que golpeaba con fuerza los troncos de los árboles-.

-¿Que sucede? ¿Descubriste algo? -Dije levantándome del suelo. Aún meditaba en aquel acertijo que no parecía tener respuesta-.

-Yeit... Estamos en el principio.- dijo mirándome serio y golpeó otro árbol- ¡maldición!

-Calmate, eso no puede ser cierto. Llevamos días caminando.- dije intentando calmarlo-.

-Tú no lo entiendes.- se dejó caer al suelo mientras con sus manos empujaba su cabello hacia atrás con frustración-. Yo lo vi, no hemos avanzado nada. Incluso intente quemar el bosque...

-¿¡Qué intentaste que!?- lo interrumpi-. Yo estaba aún adentro ¿se te olvida?

-Tienes la velocidad de Aiotheos, dios de la tormenta, podrías haber escapado de un simple incendio.- me miro sin vida. Como si ya había perdido todo por lo que vivir-. Intente quemarlo pero mis llamas no quemaban los árboles, ni siquiera la hierba, nada.

-Mierda... -Me dejé caer justo frente a él-. ¿Crees que este sea el bosque del druida? -Mire a todos lados. Había empezado a notar que los ruidos de antes eran cada vez más fuertes y cercanos-.

-No, no lo es. Si lo fuera estuviéramos muertos.- se levantó de un salto y sus puños se tornaron en fuego-. ¿Escuchaste?

-Escucho lo mismo que tu ¿Sé te olvidaba? -Me puse de espaldas a él para poder cubrir todos los flancos y de mis ojos destellaban pequeños rayos sin detenerse-.

El bosque hizo silencio. Los árboles y la hierba enmudecieron. Me sentía observado, quizá eran los Tantus que nos habían encontrado y hay algún otro ilusionista.

De repente salió una flecha disparada. Zam la intento quemar pero, al igual que el bosque, no le pasó nada. Simplemente absorbió las llamas. El se apartó y yo igual.

Cuando nos separamos una flecha que llegó de la nada. Ni siquiera vi cuando la dispararon. Se le incrustó a Zam en un brazo.

-Joder... -Empezó a tambalearse. Puso una rodilla en el suelo y intentó sostenerse con las manos-. No me siento bien...

-¡Zam! ¡Mierda! -Sentí dolor en mi espalda. Luego llegaron los mareos, se me nublo la vista, perdí fuerza muscular-.

Vi a Zam caer al suelo, vi cuerpos salir de entre los árboles y bajando de los árboles. Capuchas Rojas y, por sobre todas la más destacada, una Capucha Verde. Intente mantenerme despierto.

-Llevenselos.

Fue lo único que escuche antes de desmayarme. Una voz femenina, aguda y dulce, pero también imponente y autoritaria. Al final, todo se volvió oscuridad.

La historia de la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora