Íbamos pasando por un campo abierto. Un hermoso lugar. Lleno de siervos y sus hijos detrás de ellos. Algunos estanques de agua cristalina y flores que adoraban aquella hermosa pradera. Y en aquel momento, que vacilaban mis pensamientos mientras apreciaba el lugar y veía como mis amigos dormían. Mi mente empezó a divagar en lo que podría pasar si la misión salía mal, en la posibilidad de morir, de que Elizabeth se quede bajo la orden de Zattos, el hecho de que todos somos blanco de los Tantus y el peligro que ellos representan para todos.
-¿Que te pasa Yeit? Estas más serio que de costumbre.-dijo Zam tallando sus ojos y estirandose para quitarse el sueño-.
-Nada, nada. Sólo pensando algunas cosas nada más.-mire a los siervos que estaban a la mi derecha-.
-Tranquilo, ya sabemos el riesgo que conlleva tener la bendición de los dioses. Además, tu y yo somos invencibles juntos ¿Recuerdas?- dijo de forma optimista poniendo su mano en mi hombro-.
Sonreí a causa de lo que dijo Zam y en ese momento mi cabeza se lleno de recuerdos de cuando era niño, sólo de los momentos felices. Aquellos días en los que jugaba con mis amigos todo el día y regresaba a casa para cenar con mi familia, contarle todo lo que hice en el día y escuchar las historias de mi padre con el abuelo. Aquellos días donde la vida era tan simple y pacífica, obviamente, no todo eran momentos de felicidad. Literalmente eran muy pocos pero era un momento en el que sólo quería enfocarme en lo bueno de mi vida.
-Lo se, amigo, lo se.- seguí mirando el horizonte con una sonrisa en el rostro mientras recordaba los momentos felices de mi vida-.
Seguíamos avanzando por el camino trazado esta mañana, pasando al lado de manadas de Kua Illa, siervos y alguna que otra jauría de Wyvernos. Yo le iba contando a mis amigos lo poco que sabía acerca de cada uno de esos animales y Elizabeth me iba corrigiendo sobre cosas erróneas que decía, Zam por igual.
-Oigan, que yo aprendí todo lo que se de forma natural.- dije riendo por las discusiones que teníamos acerca de quien sabía más-. Yo no fui a una Academia y tampoco fui aceptado por los elfos para aprender y controlar la Natura.
-No, pero conviviste con ellos más tiempo que cualquiera de nosotros.- dijo Zam recostado de la pequeña delimitación que tenía la caravana-.
-El tiene razón, Yeit, deberías conocerlos mejor que nadie.- agregó Elizabeth y se cubrió con la capucha-.
-¿Tengo cara de druida o que?- seguí la acción de Elizabeth y me cubri con la capucha, a lo cual Zam hizo lo mismo-.
-¿Que sucede?- dijo Zam acercándose a nosotros-.
-¿Se les olvido que debemos permanecer ocultos?
-Ehh... ¿Quizás?- respondí levantando los hombros y restandole importancia-.
Ella puso los ojos en blanco y miro alrededor para ver el pueblo y la reacción de las personas. Y a estar pendiente a cualquier cosa extraña que hagan las personas del lugar. Nos detuvimos un momento para descansar y para comer algo. Obviamente sin llamar mucho la atención. Todos nos fuimos a diferentes lugares y acordamos reunirnos al atardecer en las afueras del pueblo.
Camine bastante por el pueblo, viendo las tabernas de mala muerte, los diferentes comerciantes y como algunos ciudadanos se me acercaban para saber que vendía. Me invente una historia de que iba a buscar más mercancías porque se había acabado.
Así ronde por el pueblo y sus distintos lugares hasta el atardecer. Cuando ya estábamos de camino a Nuzlocke, donde se supone que pasaremos algunas semanas como personas cualquiera, sin capucha para evitar llamar la atención.
-Si se supone que no nos deben ver, ¿Por que nos quedaremos dos semanas aquí sin usar las capuchas para ocultarnos?- preguntó Zam que, al igual que yo, estaba inconcluso con eso de no ocultar nuestros rostros-.
-Por razones muy simples. Todos se preguntaran "¿Que hace una elfa en Nuzlocke?" o "¿Que hace un caballero de alto rango de Ymir en este lado de Gea?" "¿Que hace un comerciante viajando con esos dos? Ha de ser algún prisionero peligroso o alguien importante y lo están escoltando" y no queremos eso ¿Verdad?- dijo ella de forma irónica mientras se quitaba la capa verde. Para minutos después bajarse de la caravana-.
-Tiene sentido para mi. -Este hizo lo mismo que ella. Yo me quede aún pensando, sentado en el mismo lugar-.
-¿Y no será extraño que una chica con ojos diferentes, un chico de ojos rojos y uno de color de piel negra con el pelo totalmente blanco, siendo aún joven, y, por si fuera poco, con ojos verde esmeralda entran al pueblo? -Dije imitandolos. Quitandome la capa y bajando del carro-.
-Las personas no se fijarán en eso, confía en mi. Este lugar es peligroso, la gente hace lo que quiera y no hay gobernante, ni guardias, ni leyes. Nosotros somos lo de menos. -Respondió Elizabeth caminando a paso lento hacia el pueblo-.
-¿Sin reglas? Eso puede estar bien, aunque termine golpeando la cara de unos cuantos. -Respondí siguiendola mientras tornaba mis nudillos-.
-Esto va a salir mal, muy mal. -Dijo Zam siguiendonos a ambos-.
Entramos al poblado, el lugar estaba apartado, en una pequeña colina con forma del caparazón de una tortuga. El lugar estaba en horribles condiciones. Las casas estaban faltas de mantenimiento, las personas se robaban unas a otras. A tal grado de que le robaron a alguien e inmediatamente otra persona llegó y asalto al ladrón. Todos estábamos atonitos ante lo que estaba frente a nuestros ojos, ninguno había visto algo parecido.
-Muuuuy bieeeen... ¿Podrías explicarme de quien fue la magnífica idea de pasar un tiempo aquí? -Dijo Zam tratando de encontrar alguna forma de sobrevivir en este lugar-.
-Quien lo hizo... Debería de ser arrojado en un pozo lleno de excremento de Hicap. -Respondí sin apartar la vista de cómo aquello que fue robado iba pasando de persona a persona a través de robos-.
-Quien toma las decisiones es Zattos pero bajo el Consejo de su general, así que.... -Elizabeth estaba sorprendida, incluso más que nosotros. En su mirada se veía como buscaba una explicación para todo esto-.
-Hijo de... Bueno, ya estamos aquí. El lugar es un desastre y estamos en peligro donde sea que vayamos. No hay forma de idear un plan que sea seguro. -Fueron las palabras de Zam luego de analizar el lugar-.
-Bien, tendremos que improvisar algo. Yo sugiero adaptarnos a este poblado hoy y así saber movernos, para poder saber sobrevivir en este sitio. -Dije con una sonrisa en el rostro y la mirada desconcertada de mis amigos-. ¿Que dicen?
Ellos no supieron que responder, mi idea era buena y era la única que parecía ser funcional en esta situación, así que, aceptaron y nos pusimos en marcha de inmediato. Aprendimos a movernos por las calles, paredes, callejones y tejados. Inclusive a buscar ingeniarnos formas de movernos por cualquier lugar posible, cono si fuéramos ratas.
Aprendimos los diferentes dialectos utilizados, los folklorismos del lugar, los diferentes locales que y tabernas que han permanecido en el lugar a duras penas y con muchas dificultades.
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La historia de la tormenta
Fantasy¿Que harías si perdieras todo? ¿Si no te quedará nada más que huir para mantenerte vivo? ¿Si pareciera que tu vida se acabo? Son preguntas que pocos se hacen pero que resuenan en mi cabeza cada noche de insomnio que pasa, quizá muchos piensan: "¿Hui...