Capítulo 12: Suerte con eso

12 0 0
                                    

Desperté en un lugar extraño. Habían runas en el suelo, era un situó espantoso y tenía las manos atadas con cadenas que tenían una especie de sello extraño. No puedo decir si es una runa porque no reconozco está clase de cosas. Zam no estaba por ninguna parte, ni en ninguna jaula cercana. De repente el lugar empezó a temblar, o al menos mi jaula, empecé a subir y mientras lo hacía se escuchaban gritos de dolor y otros de emoción.
Al llegar a arriba estaba en una especie de Coliseo. Mire a todas partes buscando algo por donde pudiera escapar, la jaula se rompió pero el suelo de ella quedó intacto, las cadenas se rompieron y quede libre, si es que se puede llamar así al ser parte de un espectáculo. Todos miraban expectantes, esperando a que algo pasará, el suelo a mi alrededor estaba lleno de partes de personas. Brazos, piernas, torsos, cabezas, etc. Uno de los que estaban ahí se levantó, eran elfos. ¿Por que los elfos harían tales cosas? ¿Donde estaba? ¿Y Zam donde se metió?

-¡Escuchad! Puesto que estos invasores entraron al bosque sagrado de Ilua, todos serán castigados por la misma Natura de este lugar.- dijo imponente-.

-Ahh... Mierda.- empecé a buscar algún arma con la mirada o algo de armadura. Apenas tenia los pantalones y las botas-.

Encontré algunas cosas un poco lejos en un cuerpo partido a la mitad. Corrí hacia allá y cogí todo cuanto pude. Una pechera de cobre, una hombrera de hierro algo grande y un casco de acero, además de una espada curva con un escudo de hierro. Fue algo asqueroso, a decir verdad. Me equipe todo y me quede quieto esperando a que algo pasará.

-¡Suelten los orcos!- grito el mismo elfo de antes. Creo que el es el Rey de este lugar-.

Salieron orcos de las 6 puertas que tenía el lugar. Habían más personas aparte de mi, así que, decidí usarlos para defenderme y lograr sobrevivir. Todo empezó.

Los orcos y los demás peleaban. Yo igual y, lo admito, fue algo divertido. Golpee a un orco con mi escudo en la cara y cuando cayó al suelo atraviese su pecho con la espada. Así fui avanzando, peleaba con varios a la vez mientras más gente iba cayendo. Me cubrí de un golpe con el escudo y corte la cabeza de un orco que había a mi derecha, atravese el abdomen de el que me quedaba al frente. Rápidamente saque la espada de su cuerpo muerto y lance hacia atrás a uno que venía corriendo hacia mi con el escudo, haciendo que crucé por encima de mi cabeza, me di la vuelta al instante y clave mi espada en su cuello.

Mire a los lados y habían aún personas vivas pero habían muerto más de la mitad. El Rey elfo recargo su cabeza sobre su puño mientras seguía sentado y haciendo una seña con la otra mano, se abrieron otra vez las puertas. Solamente de dos puertas salieron dos trolls. Me quede boquiabierto durante un momento pensando "¿Como pudieron doblegar unos elfos a unos trolls guerreros?" tenían mazas y todo.

-¡Eh, tu!-una voz me saco de mis pensamientos. Un hombre con una gran musculatura me señaló. Yo corrí hacia donde estaban todos reunidos-.

-¿Que?- volví a mirar a los trolls que seguían aún atados por cadenas con el mismo sello que las mías-.

-¿Como te llamas?- aquel hombre se quitó el casco un momento. Tenía el pelo corto y una enorme cicatriz que cruzaba la mitad de su cabeza, comenzando desde su nariz hasta la parte de atrás de la cabeza-.

-Yeit ¿Que quieres?- pregunte de forma un poco amenazadora-.

-¿Quieres seguir vivo? Pues ayúdanos.- volvió a ponerse el casco y se puso en pose de combate empuñando dos hachas pequeñas, una en cada mano-. Soy Gicus.

Soltaron a los trolls, los caules salieron corriendo salvajemente y dando gritos de guerra hacia nosotros. Haciendo que todo el grupo se separe. Corrí hacia uno de los trolls y me detuve justo frente a el, junto con otras 6 personas. Este dio un golpe hacia el que estaba en medio de nosotros, quien corrió para evitar el golpe.
En lo que el troll recogía su maza del suelo yo corrí hacia su pierna derecha, el pateo hacia donde yo estaba pero yo salte a la derecha, cayendo al suelo y haciendo que pateara al que estaba a mi lado, me levante rápido y dejé mi espada clavada en su pierna, haciendo que aullara de dolor. Seguí corriendo un poco más atrás y recogí otra del suelo.

Antes de que pudiera darme cuenta el troll hizo un golpe circular con el martillo, obligándome a poner el escudo en medio para intentar absorber el inevitable impacto. Me golpeó y yo salí volando hacia el otro lado del coliseo, caí de espaldas al suelo semi inconsciente, el escudo estaba roto, la pechera también, al igual que mi brazo izquierdo estaba dislocado. Recogí una espada larga que había cerca y fui tambaleante hacia el troll otra vez. Mi brazo izquierdo colgaba y era doloroso moverlo aunque fuera un poco.

Cualdo volví otros dos corrieron hacia la otra pierna del troll y ambos dejaron clavadas sus espadas en ella. El troll cayó sobre su rodilla izquierda, yo salí corriendo hacia la derecha, otra vez, hizo un golpe circular el cual yo salte. Cruzando por encima de la gigantesca maza y de su cabeza. Caí justo detrás de el, me de la vuelta y clave mi espada en su tobillo, corrí para apartarme. El troll cayó de rodillas y los demás se encargaron de matarlo subiendose encima de el y atraviesando su cuello y pulmones con sus armas. Me acerqué a una de las paredes y me senté en el suelo, recortando mi espalda de la pared de forma que pudiera ver al rey, quien me miraba con intriga. Mire al otro grupo. Habían usado nuestra estrategia y habían acabado con el troll también.

-Bien hecho, niño.- Gicus se me acercó ofreciendome su mano para ayudar a levantarme. Yo agarré su antebrazo con cuidado de no lastimarme el brazo izquierdo.-

-Tu tampoco lo hiciste nada mal, Gicus.- dije quitándome el casco y lanzandolo a algún lado. El miro sorprendido y una sonrisa se formó en sus labios.-

-Entonces ¿Eres un Ios o un Icos?- se cruzó de brazos mientras caminabamos a la puerta que se había abierto. Ya había anochecido-.

-Ni una, ni la otra. Soy... Un humano poco común.- dije restandole importancia a lo que el había dicho. Su mirada se torno a desconfianza-.

-Muy bien. Te atenderán en unos momentos para curar tus heridas, mañana hay más combates.

-No lo creo, me escapare luego que me atiendan.- reí un momento al ver como las cadenas que tenía volvían a atar mis manos-.

-Suerte con eso.- dijo riendo a carcajadas-.

Ya en mi jaula, unos elfos llegaron para atender mis herdisas, así que las cadenas volvieron a caer. Sin embargo habían unos magos atrás actuando como mediadores para que yo no haga nada. Cuando ya terminaron de arreglar mi brazo, cuando estuvo recuperado del todo use los rayos de Aio que salían de mis manos para abrir la jaula. Al salir las cadenas se quitaron solas.

-Como pensé, quizás son aprueba de magia y fuerza bruta pero nunca imaginaron el poder de un dios.-dije avanzando en silencio entre las diferentes jaulas-.

Me detuve en algunos lugares para intentar hallar a Zam pero no estaba en ninguna de estas jaulas. Camine un largo rato por el lugar y luego fui a la salida. Mate a los guardias con los rayos que podía materializar en forma de cuchillas y seguí avanzando.

Me encontraba ahora en el castillo elfico. Debía moverme por ahí con cuidado para poder intentar encontrar a Zam, quizás lo tenían como prisionero especial por su poder.

La historia de la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora