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CATHERINE


— ¿Y qué piensas estudiar Catherine?

— Arquitectura — respondí, luego de beber un sorbo de vino.

— Muy interesante, siempre me fue mal en las matemáticas — opinó Alice sonriendo, como siempre. Su sonrisa no desaparecía en ningún momento, cada vez que terminaba una oración sonreía de manera natural, casi como un hábito.

— ¿Y qué ha hecho que una chica tan joven se mude hasta aquí, sola, teniendo tantas otras oportunidades?

Una vez más las preguntas de Jack me tomaban por sorpresa, pero esa pregunta en especial hizo que todo mi cuerpo se tensase. Conecté mis ojos con los de Alec; quien esperaba mi respuesta con intriga, pero por alguna razón había tenido las esperanzas de que él me sacara de esa incómoda pregunta.

— Ehhh... — pensé unos segundos jugando con la comida de mi plato.

— Tranquila Cath — interrumpió el tenso silencio Alice —, no hace falta que lo respondas. Todos tenemos un pasado y temas de los cuales nos cuesta hablar, mucho menos con desconocidos — la miré agradecida por aquello, en verdad no quería hablar sobre ese tema.

El almuerzo siguió con normalidad luego de aquel incómodo momento, seguimos contando anécdotas y haciendo bromas. Alice y Jack estaban juntos, era una pareja muy peculiar a mi parecer; mientras que él aparentaba ser una persona seria y fría, Alice era todo lo contrario. También aparentaban ser jóvenes, apenas unos pocos años mayores que yo, pero la verdad era que tenían más décadas encima de las que podía imaginarme. Ellos habían acogido a Brent, Joseph y Alec, como si fuesen sus propios hijos pero el único parentesco que los unía era que Jack era el tío de Alec.

...

— Me gusta este lugar — dije con mi vista clavada en el cielo, sabiendo que Alec estaba a mi costado. Había salido de la casa a conocer los alrededores mientras Alec hablaba de unos asuntos con Jack, y Alice ayudaba a Miriam con algunos quehaceres, me había ofrecido para ayudarles pero se habían negado rotundamente.

Caminando sin sentido por el bosque, no muy lejos de la casa, había dado con las ruinas de una muralla al costado del acantilado y me había subido allí arriba admirando todo el paisaje. El lugar detonaba paz y soledad, largas millas de altos pinos cubrían parte del paisaje y las nubes de tonalidades grises le daban un toque más tétrico.

— Solía venir aquí a pensar — se sentó a mi costado —, era mi lugar secreto.

— Pues creo que ya no es más tu lugar secreto.

— Ahora que lo has descubierto — sonrió con burla —, tendré que asesinarte... — se acercó a mis labios, casi rosándolos — a besos.

— Pero que cursi eres Alec Levinson — me burlé —. No sabía que tenías ese lado, lo tenías muy oculto.

Eternos I: Suya por la eternidad. (+18) |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora