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CATHERINE

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CATHERINE

Una semana pasó y aún seguía sintiendo el peso de mi corazón hecho trizas, había sido una semana también desde que no le dirigía ni una palabra a ninguno de los integrantes del castillo. Me encontraba encerrada, por mi cuenta, en la habitación y ya no podía sentir mis cuerdas vocales; no he hablado con nadie, sólo tomaba algo de agua y picoteaba algo de vez en cuando. Estaba pasando por un lapso depresivo, en el que revivía una y otra vez lo sucedido en los laberintos.

Brent, Joseph y Gab habían intentado hablar conmigo y saber qué sucedió, pero simplemente no podía emitir ni una sola palabra, de tan solo intentar mencionar lo que sucedió mi garganta se cerraba dejándome muda. Las hermanas de Alec enviaban a Meredith para que me subiera comida todos los días, la pobre ya estaba cansada de subir con una fuente llena de comida y bajar igual.

Brent ha intentado meterse en mi cabeza para saber qué me sucedía, pero sólo me bastaba darle una mirada fulminante para que se retractara. Joseph ha intentado también controlar mi estado de ánimo, aunque por minutos podía sentirme feliz a los segundos volvía a decaer.

Alec... Los primeros días insistió en que hablase con él y que le contara lo que me pasaba, haciéndose el hipócrita, diciendo que me quería y que estaba preocupado por mí.

Idiota. Patán. Maldito abordo de rata.

Por lo que me contó Brent, Alec me encontró el día de la coronación tirada en el laberinto, fría y pálida. Pero claro, él dijo que me "encontró" cuando él mismo estaba allí.

Mentiroso.

— En verdad luces mal — comentó Brent sentándose en el sillón de la habitación —. Pareces una prostituta drogadicta, mira esas ojeras y ya eres un saco de huesos.

No le dediqué ni una mirada, sabía que tenía razón, mi estado era horrible. Ojeras profundas, mi cuerpo ya deja ver mis huesos y no podía mantenerme de pie por más de media hora, ya que comenzaban los mareos y todo se me iba de las manos. Quería irme a casa y volver a rehacer mi vida lejos de todo esto, necesitaba poner una distancia con el chico que había roto mi corazón. Y sí podría haberme largado de aquí y decir todo, pero no, él no lo permitiría... no me dejaría ir y a eso lo tenía más que asumido.

Parecía una niña caprichosa, pero esas imágenes me consumían a todas horas. Verlo con ella me había golpeado más que un dolor físico, estaba rota emocionalmente y lo que aún me rompía más era saber que a pesar de aquello, le seguía queriendo.

— No ayudas mucho así Brent — le reprendió Joseph quien estaba sentado en el piso.

— ¿Qué quieres que le diga? ¿Qué se ve hermosa? —. Se burló —. Parece un muerto en vida, por lo menos no apesta.

Lo miré unos segundos y gracias al don de Joseph pude dibujar una pequeña sonrisa.

— ¿No vas a hablar hoy tampoco? —. No respondí y sólo me quedé sentada en el borde de la cama sin emitir ni una palabra, como todos los días.

Eternos I: Suya por la eternidad. (+18) |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora