XXXII

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Capítulo XXXII: "Funeral."

CATH:

Alec me abrazó toda la noche, y aún así estando en sus brazos, el dolor no parecía desaparecer. Sentía un gran nudo en mi garganta que me ahogaba y no me dejaba respirar.

Pero debía fingir estar bien. Siempre lo hacía.

El hecho de que Aaron haya muerto, ponía pausa en mi vida, no tenía tiempo para pensar y no podía ser egoísta enfocándome en mis problemas, cuando mi primo estaba muerto.

Había tenido que hacer una pausa en todo lo que se refiriese a Lissa, los tres vampiros que buscaban quien sabe qué, mi relación con Alec y sus secretos, y a mi familia, todo había pasado a un segundo plano desde que Lea llamó.

También el hecho de estar en Cambridge hacía que me ahogue aún más, ver a mi familia luego de dos años no resultaba nada fácil. Y estar aquí me hacía creer que habría más problemas de los que ya tenía.

Miré el rostro de Alec, tan tranquilo y dulce que se me era difícil creer que en verdad era un demonio con rostro de ángel, aún así el estaba para mí.

Su respiración era pesada lo que me dio a entender que estaba profundamente dormido, raro en un vampiro, pero aproveché la oportunidad y salí de la cama.

Me coloqué mis botas, una bufanda y tomé el gran saco para salir a las frías calles de Inglaterra, a pesar de ser las cuatro de la madrugada y que todas las calles era un completo desierto, conocía como la palma de mi mano cada una de ellas.

Sabía a dónde me dirigía, y si no sentía nada, por lo menos dolor debía sentir.

El pequeño local aún seguía abierto, y el gran cartel de "Tattos" con letra en neón aún seguía cómo lo recordaba, sin que una de las luces le funcione en la letra "o"

Entré al lugar y la pequeña campanilla le indicó a Derek que había un cliente.

- Pero mira a quién tenemos aquí - sonrió a través del mostrador -, no puede ser que nuestra querida Catherine Brennan esté aquí.

- También es un placer verte Derek. - rodee mis ojos y me lancé a sus brazos - Te extrañado pedazo de idiota.

Derek era un apuesto chico que conocí en una fiesta, y desde que me había mencionado que era dueño de un local de tatuajes, él había sido mi primer tatuador.

- Enséñame cómo te ha quedado todo.

Sus grandes ojos azules me inspeccionaron cundo quité mi saco y luego la remera quedando sólo en sostén, lo que no me avergonzaba, ya que Derek me conocía más que bien, había sido mi mejor amigo y tatuador durante años.

- Es una obra de arte. - deslizó sus dedos por los tatuajes de mi espalda y hombros.

- Gracias a ti y a tus recomendaciones, tus amigos son unos genios - volví a colocarme mi remera - pero tú eres el mejor.

- A eso ya lo sé - sonríe con arrogancia y me indica que le siga hacia la sala de tatuajes - ¿Qué haces por aquí y a estas horas?

- Sabía que aún seguías atendiendo las veinticuatro horas, así que decidí venir por otro tatuaje.

- Me conoces bien. - se sienta y toma un bolígrafo para seguí con un boceto - ¿Tienes algo en mente?

- Sí.

...

Entro al Penthouse y recibo las miradas de confusión de todos. Alec es el primero en venir a mí y corroborar que me encuentro sana y salva.

Eternos I: Suya por la eternidad. (+18) |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora