PARTE I
— ¿Te he dicho que estás hermosa?
— Creo que sí... pero no te he escuchado bien.
— Eres hermosa — afirmó agarrando mi mano y centrando su vista en la carretera.
— ¿A dónde iremos?
— Sorpresa — bufé molesta y devolví mi vista al paisaje, unos minutos después Alec estacionó el auto y lo rodeó para abrir mi puerta.
— Podía hacerlo... — susurré apenada.
— Soy un caballero — farfulló con falsa inocencia —. Ahora deja que te ponga esto — señaló un pañuelo de seda, lo que me hizo mirarlo con intriga; dudé unos segundos, no me gustaban este tipo de sorpresas y menos con su historial.
Luego de aceptar que Alec me vendase los ojos, él me arrastró por lo que parecía ser arena, lo sabía porque se filtraba por mis pies gracias a que me había colocado unas sandalias estilo gladiador y no unos tacones de más de cinco centímetros con los que Gabrielle había insistido.
— Bien — se detuvo luego de unos minutos —. ¿Confías en mí?
— Sí — no pasaron más de unos segundos cuando sentí sus dos fuertes brazos envolver mi cintura y unos segundos después sentí como ambos caímos.
— ¿Estas de loco? — chillé aterrada.
— Tal vez... — susurró en mi oído haciendo que me estremeciera. Alec colocó sus manos en el pañuelo y de a poco lo fue quitando dejándome ver el magnífico lugar al que me había traído.
— Esto es...
— ¿Hermoso?
— Perfecto — murmuré mirando todo a mi alrededor asombro, estábamos en una caverna en dónde en el centro de ella había agua cristalina y a sus alrededores había diferentes pasadizos. Miré una vez más a Alec y luego nuevamente al lugar —. Me encanta — sonreí embobada.
— Esto no es nada, pero sabía que te gustaría.
Tomó mi mano y me hizo caminar por todo el lugar hasta que llegamos a un estrecho pasillo de rocas y segundos después de atravesarlo me encontré con una hermosa playa.
— ¿Pero cómo...? — me quedé sin palabras ante tal maravilla.
— Uno de mis tantos secretos...
La playa era simplemente hermosa, la arena blanca, agua cristalina y un silencio infinito en donde sólo se sentían las olas romper contra las rocas. En el medio de la playa había un mantel con una canasta y algunas cosas para beber y comer.
— ¡Amo los picnic!
— Bien, pero antes creo que sería mejor colocarnos cómodos.
Alec tomó los extremos de su remera y se la quitó dejando ver su trabajado cuerpo y segundos después se colocó detrás de mí bajando el pequeño cierre de mi vestido, para luego quitarlo, lo cual no me molestó.
— Ya veo porque me has dicho lo del traje de baño — sonreí agradecida sentándome en la arena.
— No me molestaría tenerte en ropa interior — se encogió de hombros y colocó algo de jugo en una copa tratando de esquivar mi mirada fulminante, aunque verdaderamente solo era puro drama —. Pero me pareció más cómodo que estés así — repasó con una mirada mi cuerpo y luego se quedó viendo mi ombligo, en donde un piercing le daba la bienvenida —. ¿Cuándo te lo has hecho?
— Ya lo tenía abierto, sólo me coloqué el aro.
— Eso es... caliente, sexy o ardiente, como quieras llamarlo — tragué saliva al ver cómo sus pupilas se dilatan y en cuestión de segundos me encontraba tumbada en la arena con él encima de mí. Besó mis labios con ferocidad, luego succionó mi labio inferior y lo mordió haciendo que un gemido salga de ellos; llevó su boca a mi cuello para comenzar a lamerlo, succionar y morder, repitiendo este proceso varias veces.
— Alec... — ahogué un gemido cuando sentí sus colmillos raspar mi piel de una manera única, sin llegar a lastimarme. Deslizó su boca dejando besos por mi clavícula y por encima de la tela que cubre mis pechos, haciendo que instantáneamente se coloquen duros; llevé mis manos hasta sus hombros y sin temor clavé mis uñas cuando mordió uno de mis pechos por debajo de la tela de la bikini, escuché como Alec ahogó un gemido ronco cuando sintió la presión de mis uñas en su piel. Segundos después sus labios bajan a mi abdomen hasta llegar a mi ombligo en donde su boca tironeó del piercing haciéndome gemir aún más fuerte.
Cuando llegué a pensar que esto no puede ser mejor, Alec se detuvo dejándome ver sus ojos rojos cargados de deseo.
— Deberíamos parar... — susurró sobre mi boca. Iba a protestar pero luego de meditar el arrebato que locura que cometimos, asentí sin poder pronunciar una palabra.
No podía creer que estuviese a punto de acostarme con él luego de todo lo sucedido entre ambos, aún no lo había perdonado y por más que ahora tenía una "cita" con él, esto no significaba que las cosas se me olvidarían.
Un silencio largo se instaló entre ambos, sólo escuchaba el ruido del mar y cómo nuestras respiraciones se iban normalizando.
— ¿Por qué has venido aquí?
— ¿Por qué me lo has pedido? — respondí con duda y obviedad.
— A eso ya lo sé Cath... ¿Por qué te has mudado con tu primo a un pueblo tan alejado y pequeño que prácticamente no existe en los mapas?
— Yo... — suspiré frustrada mirando hacia el mar.
— Quiero que confíes en mi Catherine, puedes hacerlo.
— Bien — cerré mis ojos y volví mi vista a esos ojos cafés que me ven intrigados —. Mi familia es algo rara, nunca hemos sido una familia normal, soy la hija mayor y eso implica que he sido el conejillos de indias de mis padres... su matrimonio fue arreglado y me tuvieron cuando mi madre tenía 17 años y mi padre 22, este último había comenzado su carrera de abogacía para convertirse en uno de los abogados más prestigiosos de Londres.
>> Mi madre prácticamente tuvo que cuidar de mi sola, una mujer muy cariñosa que siempre había estado a mi lado, aunque se pasaba controlando mi vida. Desde los 5 años me mandaba a concursos de belleza, natación, piano, arte, etcétera, pero siempre me apoyó en todo.
— Tenías sólo cinco años...
— Si — afirmé —, pero eso no es algo malo, mi padre nunca me prestó atención y luego nació mi hermana Samarra y un año después Xavier. Mi relación con ellos es distante, a pesar de que yo amaba a mi madre con locura siempre le cargué rencor por no haberme dejado ir a jugar con los niños de mi edad, por ello no tenía amigos y el único con el que compartía todo era con Aaron.
>> Cuando cumplí los 17 años conocí a Sebástian, por fin había conocido a alguien que me entendía, nos hicimos novios, él era el jugador estrella y yo la capitana de las porristas. La pareja perfecta — dije con ironía —. Mis padres estaban a punto de separarse y lo que vino luego fue la excusa perfecta para hacerlo — hice una pausa quitando un mechón de mi cabello, frustrada —. Encontré a mi madre y a mi novio teniendo sexo...
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Eternos I: Suya por la eternidad. (+18) |EDITANDO|
VampireÉramos dos almas destinadas a una eternidad en el infierno. [Era suya por la eternidad.] ×××××× Puesto: #3 en categoría Vampiros 18/01/16 ° Esta obra es mía. ° (+17) Violencia, contenido adulto, escenas sexuales. Queda a tu cargo leer. °Ésta novel...