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CATHERINE


La noche pasaba con éxito entre tragos y risas, el barman aún no había salido pero había conocido a un español guapo y simpático con el que había pasado un par de minutos hablando y riendo. Él vivió un tiempo en España pero luego decidió hacerse mochilero y salir a recorrer el mundo, ya había estado en varios países y ahora había parado aquí, California, en busca de algo de dinero así que tomó el puesto de barman, el entraría cundo el rubio terminase su turno.

Siempre había deseado recorrer el mundo y en cierta manera ya conocía todos los países de América del sur y algunos de América central, todo gracias a los incontables viajes que hacía mi padre. Había quedado maravillada con todos esos países, me había encantado toda su cultura y creencias. De cada uno de aquellos lugares tenía un pequeño libro lleno de fotos y recortes, además de distintas recetas. La comida era lo primordial.

— ¿Entonces, a dónde irás ahora?

— México.

— Buena elección — indiqué mientras le daba un sorbo a mi bebida —. Es un lugar fantástico, su pasión por la vida y sus creencias. Tienes que probar sus tamales o y sus tacos, bueno, toda su comida.

— Lo haré. Me encantaría que conozcas a mi novia, se llevarían muy bien lástima que con el tema del bebé no ha podido venir.

— Ya te he dado mi número.

— Ahora dime... ¿Quién es ese tipo no nos ha quitado el ojo en toda la noche?

Miré hacia donde Daniel señala y me encontré con sus ojos viéndonos fijamente, pero Alec no me miraba a mí, sino que trataba de matar a Daniel con su fulminante mirada, y de hecho, podría hacerlo pero se estaba conteniendo.

— No lo sé. Ya sabes es que soy tan guapa que tengo admiradores.

Daniel soltó una carcajada y seguimos hablando un par de minutos más hasta que escuché mi canción preferida y me paré de un salto mientras me despedía de mi nuevo amigo, ya que comenzaba su turno en unos minutos. Me moví unos minutos al compás de la letra y sentí cómo unas manos rodean mi cintura, pero sabía que no era él, tenía el aroma de Alec grabado en lo más profundo de mí.

Giré mi rostro y me encontré con el barman rubio.

— Hola, linda — su aliento con olor a alcohol choca en mi cuello —. ¿Quieres ir a un lugar más privado? Tengo mi coche cerca.

Giré mi rostro sintiendo su mirada clavada en nosotros, pero ésta vez sí que estaba furioso, lo sabía porque él había escuchado la "invitación" del rubio.

— Claro — esfuerzo una sonrisa seductora.

El rubio sonríe con superioridad y le hace unas señales a sus colegas que comienzan a chiflar y aplaudir, gritando cosas como: "Hazla tuya hermano." "Déjanos algo." "Carbón yo quiero un poco." "Comparte." "Esa zorra se va a ir con él." "Suertuda." Y más de esas estupideces. Me arrastra por toda la fiesta hasta que llegamos al estacionamiento y allí me acorrala contra el que creo que es su auto. Comienza a besarme y a mover sus manos por todo mi cuerpo, luego va dejando besos en mi cuello hasta que intenta colar las manos entre mis muslos pero las detengo. Era suficiente venganza, además él no me movía ni un pelo.

Eternos I: Suya por la eternidad. (+18) |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora