dieciocho

6.2K 318 8
                                    

La fiebre no bajaba y Peny caminaba por la casa como una especie de zombie, aunque no lo notara. Se sentía mal, muy mal.
Se sentó en la sala, junto a su padre y él la rodeó con sus brazos.
-¿Por qué no sanas?-preguntó él en un susurro, preocupado y triste.
-Porque mis defensas están muy bajas hace tiempo. Ya no quiero estar enferma, papi.
-Lo sé, mi vida. Vamos al médico ¿si? Voy a quedarme mas tranquilo así.
Lo cierto es que, luego de la consulta, si hay algo que Harry no estaba era tranquilo. Cargó a Peny y entró en la casa con ella sollozando bajito. Todos sus tíos estaban ahí. Las miradas confundidas llenaron la habitación y ella abrazó a su padre con más fuerza, no había visto a sus tíos aún.
-Decime algo.-suplicó.- Papá, por favor.
-No vas a quedarte. Vas a venir a este viaje con nosotros. -dijo de modo severo.- Y no voy a darte siquiera la oportunidad de cometer imprudencias.
-Te dije que...
-Ya te escuché. -le cortó él.- Y es el motivo más estúpido que podías darme. -la bajó e imitó su voz.- Quería estar flaca, papá, eso es todo.-ella bajó la mirada con lágrimas en las mejillas.- Quiero que ahora mismo vayas a tu habitación.
-Capaz quería morirme. No sé, tal vez así volvieras.-dijo en un susurro y quiso correr a su cuarto pero chocó con el pecho de Zayn.
-Peny...-musitó el hombre.
-Ella estaba muriéndose y ustedes se fueron con ella. Me dejaron por ella.-dijo golpeándole el pecho con sus puños cerrados mientras lloraba.- La preferían. Se olvidaron de mi. Se olvidaron de mi.-murmuró y apoyó su frente contra el pecho de él, cansada.- Solo se fueron y no les importó nada.
-Anna tenía cáncer. -dijo Harry, serio y levemente enojado.- Era importante para ella.
-Lo sé, papá. -murmuró Peny y volteó a verlo.- Mamá también tenía cáncer. Pero Anna te importaba más que mi mamá. Porque ella era una mas del montón. Después de todo, si yo no hubiera nacido, no recordarías siquiera su nombre. Si ella no hubiera muerto... Sería mejor para vos. Seguiría con ella y no tendrías que preocuparte de cargar con un error de dieciséis años.
-Tal vez sería mejor.-concordó Harry y ella sintió como su pecho comenzaba a doler más y más. Louis la tomó por los hombros y la sacó de la casa para luego subir al auto. La miró unos largos minutos antes de arrancar. Nadie salió dispuesto a frenarlos y Peny sintió como su interior se rompía un poco más, si es que eso era posible.
-Es un imbécil. -dijo él y ella rompió en llanto. Su tío la miró y condujo las cuadras que faltaban para llegar a su casa.- Tranquila. No te merece, preciosa. Estás conmigo ahora.
La tomó en sus brazos y entró en la casa. Quince minutos más tarde, Zayn apareció en el lugar.
-Liam y Niall están con él. -dijo.- Necesito ver a Peny.
-Logró dormirse hace apenas unos minutos. -dijo Louis dejándolo pasar.- ¿Podes explicarme qué mierda le pasa a Harry?
-Se alteró porque ella volvió a la anorexia. Y después, ya no sé qué demonios pasó por su mente para decir lo que dijo. Peny es su hija.
-Harry no sabe que Anna habló con Peny.
-¿Fue Anna?-preguntó Zayn y Louis asintió.- Harry tiene que arreglar esto.
-Ya es demasiado tarde. La perdió. Peny no quiere verlo.
-Ya se le va a pasar y...
-No. No entendes. Peny no quiere verlo.
-¿Qué? -preguntó confundido.
-Que me pidió quedarse a vivir conmigo.
-Louis, no podes...
-Claro que puedo. Y le dije que si. Ella puede quedarse todo el tiempo que quiera, porque es mi sobrina y está sufriendo y ya no quiero eso. No voy a dejarla.
Zayn entró en la sala y la observó. Dormía tranquilamente, cubierta con una de las mantas favoritas de Louis.
-¿Puedo llevarla yo a tu cuarto?-preguntó bajito. Louis asintió y Zayn la tomó.- Siempre vas a ser mi bebita. Si, preciosa. Siempre vas a serlo. No quiero que nada te pase. Voy a cuidarte, todos vamos a hacerlo.
-Hola, tío Zayn.-susurró ella sin abrir los ojos y se acomodó mejor en sus brazos.
-Hola, preciosa.
Y, por primera vez, Peny no le sonrió luego de que él la llamara así. Quizas porque estaba muy cansada. O tal vez todo había perdido su magia. O puede que estuviera demasiado rota como para seguir sonriendo ante las pequeñas cosas que solían hacerla feliz.


PapiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora