diecinueve

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-Uno.-dijo Peny.- Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Siete. Ocho. Nueve. Diez. On...

-¿Peny?-llamó Louis.- Linda, ya llevas mucho tiempo en el baño, ¿estás bien?

-¿Tio Louis?-murmuró ella.- ¿Por qué todos querían tanto a Anna?

-Ella necesitaba que la quisiéramos, Peny.-suspiró él.

-¿Tío, todas esas cenas y fiestas eran mentiras?

-Peny, salí del baño, por favor.

-No puedo.-murmuró ella y comenzó a vaciar la bañera.

-Linda, todo va a estar bien.

-¿Cómo podes estar tan seguro de eso?

-Voy a intentar que todo esté bien.

-Tío, voy a morirme.

-No.-dijo él e intentó abrir la puerta.- Abrí.

Peny limpió la bañera con cuidado y cubrió sus heridas con una venda para luego ponerse su piyama de mangas largas y capucha. Quiso abrir la puerta pero cayó.

-¿Peny?-preguntó Louis, asustado.

-Creo... creo que me lastimé, tío.

-Abrime la puerta, Peny.-pidió y ella se puso de pie con lentitud, acariciando su muñeca con suavidad. Él la miró y se apresuró a rodearla con sus brazos.-Estás bien. Todo está bien.

-Tío, me duele.

-¿Qué te duele?-preguntó él, con las lágrimas quemando en sus ojos.

-Respirar.-dijo con un hilo de voz y luego se desvaneció entre sus brazos.

...

Harry estaba por bajar del auto para buscarla, cuando la vio salir en brazos de Louis, con sus ojos cerrados. Llevaba una de sus piyamas favoritas y tenía el pelo mojado. Entonces vio como una gota de sangre caía de la punta del dedo de su pie y le hizo luces a su amigo para que subiera. Este lo hizo y Harry comenzó a quitarle los pantalones negros.

-¡¿Qué haces?!-gritó Louis, furioso.

Entonces Harry dejó caer sus manos. Sus muslos estaban surcados por grandes y profundos cortes, algunos de ellos, sangrando.

Ambos contuvieron la respiración durante unos instantes y Harry arrancó, a toda velocidad, rumbo al hospital más cercano.

Entonces, mientras se la llevaban en una camilla a la vez que intentaban detener la hemorragia, él supo de lo que le hablaba su hija. Entendió que no estaba, que hacía demasiado tiempo que se había ausentado y que la había perdido, talvez, para siempre. Miró a sus amigos y se puso de pie, aturdido.

-¿Harry?-llamó Liam.

Pero él no hizo caso, salió del hospital y caminó hasta la casa, subió las escaleras y se dejó caer en la cama de ella, abrazando el peluche que, hacía tantos años, le había regalado a la madre de Peny. Y lloró, como un niño pequeño y asustado, entonces se la imaginó a ella yéndose cada noche, mintiéndole sobre su paradero, tratando a otro como padre, demasiado metida en su trabajo. Fue ahí cuando vio que la había dejado sola hacía ya muchos años. Iba a seguir llorando ahí, tirado en la cama de ella, pero no podía hacerlo, no podía permitir que Peny se despertara sola en una habitación de hospital. Esta vez no la dejaría.

PapiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora