"No todas las historias de amor tienen finales felices. A veces la vida nos golpea fuerte, y tenemos que dejar ir aquello que más amamos. Esto le pasó a mi ahijado Giuseppe. Él sufrió el peor dolor de todos al perder a su gran amor, pero logró poner...
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«¡Enhorabuena! Usted tiene una atracción mutua con Manuel», dice el mensaje e Igal comienza a estremecerse mientras un leve sudor empapa su frente y las palmas de sus manos. ¿Quién sería Manuel? Recordaba haber votado a cuatro o cinco muchachos de manera positiva, pero no retuvo sus nombres. Sin lugar a duda, a Manuel también él le parecía atractivo y le devolvió el gesto calificándole con un «Me gusta» que ahora entreabría un pequeño postigo en el aletargado corazón de Igal. ¿Sería de Barranqueras, de Resistencia, de Corrientes? ¿O acaso de alguna otra ciudad del litoral?
Como si todo conspirase para que la red entreteja los hilos del destino, la señal 3G andaba más veloz que de costumbre esa noche y no le costó mucho tiempo a tomar contacto con la fotografía del usuario. No podía creer que se trataba de ese jovencito. No parecía tener más de veinte años y era realmente apuesto y seductor. Hasta podría decirse que calificaría muy bien en una agencia de modelos publicitarios. Una tierna sonrisa y la mirada algo triste le daban un toque encantador. El cuerpo estilizado, piernas atléticas... Aparecía en varias fotografías montando un jet-ski, al parecer tenía afición por los deportes náuticos, y a juzgar por su apariencia en las fotos, parecía ser bastante alto. Su cabello, entre castaño claro y rubio oscuro, caía sobre los hombros. No obstante, aparecía en otras imágenes con el pelo bien recortado —algo que no le sentaba nada mal, por cierto— y eso confundió un poco a Igal, que no sabía cómo lo luciría en la actualidad. De todos modos, se trataba de la misma persona. No parecía ser un perfil trucho de los tantos que también pululan por la red, y que usara de un modo u otro el cabello, era lo de menos.
Igal revisó con minucia cada imagen de las más de sesenta exposiciones que el joven tenía en su perfil. En algunas se lo veía rodeado de un grupo de amigos, todos muy bien parecidos; y por los lugares que frecuentaba, el tipo de ropa que vestía y los vehículos que lo acompañaban, intuía que se trataba de un muchacho de posición bastante acomodada. En varias imágenes se lo veía rodeado de amigas de su edad, compartiendo momentos de solaz en la playa. Había otras que parecían ser recordatorios de su viaje de egresados a Bariloche, porque en ellas se veía un Manuel con rasgos adolescentes. Sí, esas fotografías deberían tener aproximadamente cuatro años.
«¡Qué bonito era entonces y cuánto mejor se ha puesto!», pensaba Igal al verlas, y si de algo estaba seguro a esa altura de la noche, era de que el jovencito le gustaba. Pero ¿habría visto Manuel su perfil? ¿Estaría conectado al mismo momento o la notificación le llegó tarde al celular?
Otra idea que le rondaba en la cabeza después de haber pasado gran parte de la tarde calificando usuarios, era si al muchacho le habría gustado aquella imagen mejor posicionada en la red social y habría dado su aprobación porque se veía bien parecido. «¿Qué sucederá cuando comience a recorrer mis álbumes de fotos?, ¿seguirá pensando lo mismo o sencillamente dirá que salgo bien en una sola y no le gusto?».
«Bueno, de todas maneras, es solo un juego en red», se consolaba. Para luego: «nadie me asegura que por aquí encontraré al amor de mi vida, y lo que realmente preciso en este momento es un poco de distracción. Necesito salir de la rutina, olvidar la traición de Fher y los constantes esfuerzos que está haciendo para que todo vuelva a ser como antes, ¡como si ello pudiese ocurrir!, pues es evidente que siguen enviándole mensajes a toda hora».
¿Cómo serían las cosas con Manuel? ¿Acaso él también precisaba esquivar la cotidianidad con un romance? ¿Buscaría algo furtivo? ¿Estaría en pareja? Era tan atractivo que parece difícil que ya no lo hayan conquistado. Sí, debe ser eso nomás. Su mente no le daba tregua: «el Adonis busca una aventura pasajera, quizá le conforme una sola noche de pasión y se niegue a una relación seria. De hecho, la mayoría de la gente utiliza la red para levantes de ocasión. ¿Por qué me rompo tanto la cabeza pensando en estas boberías? ¿Me estaré volviendo viejo o qué me pasa que a la primera buena oportunidad que tengo de ligar con alguien me estoy cuestionando tantas sandeces?», se preguntaba y se respondía en silencio.
Lo cierto es que estaba deslumbrado con los atributos físicos que veía en aquel joven que apenas había dejado de ser un adolescente, y hasta se podría decir que cuando desconectase su celular estaría en condiciones de describir de memoria, una a una, todas las imágenes del muchacho. Lisa y llanamente, lo había devorado con la vista. Le gustaba, y por ello se ponía a fantasear con que a Manuel le iba a pasar algo semejante, y la mayor de sus fantasías era que conseguiría algo más que una noche de sexo. Pero al instante caía en la cuenta de que era absurdo pensar de ese modo... Era muy repentino para planes y especulaciones, primero deberían conocerse. ¿Acaso querría tomar un café con él, o un trago? Cuando por fin se le escapó el demorado suspiro que estaba conteniendo, otro bip sonó en su BlackBerry al tiempo que se abría una ventanita de diálogo. Era Manuel invitándolo a chatear.
El joven estaba online. Mientras Igal se pasaba mirando su perfil, era posible que Manuel estuviese haciendo lo mismo desde su ordenador o su tableta. No había vuelta atrás. Se trataba de aceptar el diálogo o ignorarlo y que todo quedara como hasta entonces, con el riesgo de no tener una nueva oportunidad en mucho tiempo. ¿Podría permitírselo? Con cierto dejo de temor dio clic en el enlace que invitaba a iniciar el chat y en pocos segundos leyó en la pantalla una tímida frase:
Manuel_1991: Hey, como va.
Estaba chateando con alguien que no era Fher después de tanto tiempo.
ReyArturo: Hola, ¿qué se cuenta? Manuel, ¿verdad?
Manuel_1991: Sí, ¿y vos Mariano? Dice ReyArturo tu Nick.
En ese momento Igal percibió que bajo el seudónimo de Mariano tenía inscripto su perfil en Badoo. Hacía tanto tiempo que no lo usaba que ya no recordaba muchos detalles. Esa tarde al rehabilitarlo, lo que menos hizo fue hurgar en la configuración, no tenía idea de qué datos ciertos y cuáles ficticios lo enmascaraban. Tampoco había renovado las fotografías. De hecho, las que estaban en línea tenían varios años. ¿Le importaría eso a Manuel? De todos modos, no había cambiado tanto.
Bueno amigos, tenemos una nueva entrega... la historia avanza e ingresamos al capítulo 2, y en él hace su aparición por fin, Manuel. ¿Quién es Manuel? ¿Quién será Manuel? ¿Por qué será tan importante para Igal? ¿Cómo reaccionará Fher con la presencia del nuevo personaje?
Capítulo a capítulo se va poniendo más intrigante la cosa, mientras seguimos avanzando motivados por sus lecturas, sus comentarios y las estrellitas que día a día nos regalan. Gracias por darle una oportunidad a la novela y recomiéndenla por favor. Saluditos y hasta el próximo post, que en pocos minutos ya estará online.