El beso

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*Narra Álvaro*
"Supongo que ya te habrás olvidado de mi, que me habrás dado por un caso perdido. Pero quiero que sepas una cosa, te quiero. Sí, fui una estúpida al irme sin despedirme de ti, sin aclararte mis sentimientos. ¿Sabes qué? Nunca me olvidé de ti. Cuando me quedé embarazada me imaginé cómo sería vivir esa experiencia contigo. Y apareciste. No me resistí a amarte de nuevo, aunque jamás dejé de hacerlo.
Te mandé un trébol, no sé si te habrás dado cuenta del detalle. Quería que me vinieras a buscar a Irlanda, lo deseaba. Aun quiero estar contigo. Y esto que te voy a decir es una total estupidez, como todo lo hago, pero quería hacerte una proposición.
¿Quieres pasar el resto de tu vida conmigo?
Espero un mensaje de vuelta tuyo, un simple sí me basta.
Estoy viviendo con unos amigos de Nuria y Niall, él trabaja junto a una cafetería llamada 'Luck'.
Si decides seguir queriéndome simplemente dime que quedaremos allí.
Te quiere,
-Sandra."

Hacía ocho días de su mensaje. Yo acababa de comprar un movil nuevo y metí la tarjeta, el mensaje simplemente apareció en mi bandeja de notificaciones.
¿Era ya tarde para contestar? Supongo que sí.
Y no me arrepiento de hacer llegado hasta aquí, pues así ella lo quería.
Y me quería a mi.
Solo a mi.
-Álvaro, ¿qué tal el movil?
Miré a David y reí, lo sentía por él, pero el amor es una guerra continua y yo la había ganado. Apagué el movil y asentí como respuesta a su pregunta mientras se sentaba en una de las sillas de la consulta de espera. Estábamos ahí por el hombre al que habían atropellado.
A quien Niall había atropellado.
Y juraría que Sandra esta ahí en ese momento, no era una visión como me dijo el rubio. Yo sabía que ella estaba ahí.
-Voy a entrar a verle, ¿vienes?
Negué y fui a por un café de la maquina. Estaba tan sumamente feliz. Volví a encender el movil y marqué el número de teléfono de Sandra. Un tono, dos tonos...y alguien contestó, pero no quien yo esperaba.
-¿Si?
-¿Nuria?
-Mierda. ¡Sandra, guarda a todos en contactos!
-¿No me tiene en contactos?
-¿Crees que si te tuviera te habría aceptado la llamada?
-Vaya, no sabía que te caía tan bien.
-Es que me caes como el maldito culo. Lo siento pero te voy a colgar.
-¡Espera! Si tú estás en España con el movil de Sandra, ¿ella está ahí?
-¿Quién te ha dicho que yo esté en España? Tengo mas cosas que hacer que hablar contigo, barbitas. Chao.
-¡No!
Pero ya me había colgado. Si mis suposiciones eran ciertas, ellas estaban en España. Pues si, ya era tarde para responderla al mensaje ya que me había borrado de sus contactos.

*Narra Sandra*
¿Cuántas mudanzas llevábamos ambas ya? No sé muy bien la cifra, pero teníamos que añadir otra.
Odio este tipo de cosas, siempre pierdo algo.
Guardé la ropa de Nuria en su nuevo armario mientras ella colocaba los libros en las estanterías. Después de eso se tumbaría un rato. Estaba harta de su embarazo y su reposo, y eso que solo llevaba con ella tres días compartiendo casa.
Y la reina de la casa apareció ante mi con su ya bastante pronunciada barriga.
-Sandra...
-Dime. ¿Dónde te dejo este vestido? Aunque ya no te entra, mejor me le quedo yo.
-Ja ja, ni loca. Esto...te ha llamado alguien.
-¿Quién? ¿Mi madre? Oh, está como loca porque va a tener un nieto. No sabe quien es el padre, tampoco le importa. Me ha pasado ya seis fotos de cunas.
-No, Álvaro.
-¡¿QUÉ!?
-Tranquila, cree que estás en España. Me da pena, pero muy en el fondo.
-¿Me ha llamado?
No me podía creerlo. ¿Había leído mi mensaje? De ser así y llamarme quizás estuviera en la cafetería. Aunque a esas horas era poco probable. Ya iría al día siguiente, ¿qué posibilidades hay de que estuviera esperándome? Muy pocas.
Nuria me sacó de mis pensamientos lanzándome un cojín. La miré y señaló su barriga, el cojín y mi barriga. ¿Qué? A veces creía que estaba loca.
-Ponte el vestido azul.
-Es para embarazadas.
-Por eso te doy el cojín, es especial. Una vez hicimos una fiesta temática de hombres que se disfrazaron de mujeres embarazadas, algo raro. Los ricos son así, no quieren fiestas de cumpleaños normales. El caso es que me he traído una de las que sobró.
Bufé y me coloqué la falsa barriga. ¿Para qué fingir ahora? Si no estábamos en España y no teníamos que mentir.
Me puse por encima el vestido y me miré al espejo. Nunca había llegado a tener la tripita tan grande. Mi embarazo no había llegado a tal punto.
Acaricié la barriga y me imaginé en mi vida perfecta. El bebé, él y yo. Y empecé a llorar.
-Ey, no te pongas triste. Piensa en las cosas positivas.
-¿Cuáles? Puedo pensar en que el amor es una maldita mierda, que voy a fingir un maldito embarazo, que he tenido que huir de mi vida, que soy una maldita cobarde.
-Eres una negativa de la vida. Piensa en que con el frío que hace, esa barriga falsa te dará calor.

En busca de su sonrisa {Auryn}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora