La noticia

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Corrí la cortina de la ducha y me enrollé en la toalla cual burrito, adoraba los momentos así. Había tanto vapor en el aire que era difícil ver mi reflejo en el espejo, tuve que limpiar una zona con mi mano. Repasé un poco mi barba y me puse la ropa, tenía que salir ya del baño para que entrara Alberto.
-Pedazo de pijo, llevas media hora ahí dentro.
-Todo tuyo, coge otra toalla.
-Eso iba a hacer, no te creas que me iba a poner la tuya.
Reí y crucé el pasillo en dirección a mi habitación para coger el movil y salir ya de casa. Pero antes de entrar me tropecé con un peluche, el cual recogí al agacharme. Era un adorable elefante azul que perteneció a Carlota.
Busqué mi teléfono en mi mesita, donde siempre solía dejarle, pero no estaba. ¿Dónde le había metido? Miré entre las sabanas por si acaso e incluso en los pantalones que había usado el día anterior, pero nada. Sin mi teléfono no podía hacer nada, le necesitaba para trabajar.
Me tumbé en plancha sobre la cama y cerré los ojos para hacer memoria de donde podría haberle dejado. La ultima vez llamé a mi madre y me fui a dormir, estaba seguro de que le había dejado en la mesita de noche.
Alguien llamó a la puerta y me hizo salir de mis pensamientos.
-Papi.
Corrió hacia mi y con torpeza se subió a la cama, colocándose a mi lado. Era la cosa más adorable que había visto jamás.
-¿Qué quieres?
-¿Me pones juegos?
-¿Tenías tú mi movil?
Comenzó a reírse y me le dio, maldito granuja. Bueno, al menos ya sabía donde estaba.
-Papá se va ya a trabajar, ve con mamá y que te deje ella su moví, ¿vale?
-No.
-¿Cómo que no?
-Mami dise que no se juega con su movil.
-¿La liaste la ultima vez?
-Quisssas.
Volvió a reír y se tiró de la cama, tenía que meterle en la cabeza que no era un pájaro. Me lanzó un beso y salió corriendo como pudo, los pañales tampoco le dejaban moverse mucho.
Hice como él y salí de la habitación, iba a llegar tarde al trabajo. Bajando las escaleras escuché como Niall reñía a Ruperto por escupirle el puré, ese bebé odiaba todo lo que no fuera leche.
Al entrar en la cocina me encontré con ma estampa de cada sábado: Niall lleno de puré y su hijo riéndose de él.
-Tío, ayúdame a que coma.
-Ruper, abre la boca que viene el aviooon.
Pero el bebé se tapó la boca con ambas manos y me encogí de hombros, se veía que jamás comería puré.
Salí de la cocina y busqué mi abrigo en el salón, pero el sofá estaba lleno de ellos. Estaba el de Niall, Nuria y Carlota. Y como no, el mío estaba debajo de todos ellos. Me encantaban los sábados, era el único día en el que todos nos reuníamos, pero lo malo era que la casa era un auténtico desastre.
Ese sábado era algo distinto a los demás, yo no solía trabajar los fines de semana y ese era una excepción.
La mañana transcurrió normal, ningún incidente demasiado grave en la comisaría. Solamente un borracho intentó agredirme cuando me tocó patrullar, pero tampoco me podía quejar. Cada vez que salía a las calles lo hacía con Liam, quien se había convertido en uno de mis mejores amigos. Y ahí estaba ahí, tomando un refresco y vigilando que todo fuera bien.
-¿Hoy os reunís todos?
-Sí, me están esperando para comer.
-Tienes suerte, mis sábados son de hamburguesas, patrullas y cines.
-Apatrullaaaaaando la ciiiiiiuuuudaaaaaad.
Comencé a bailar y el se tapó la cara con ambas manos, algo avergonzado. Me encantaba ponerle nervioso de esta forma.
-Álvaro, stop. La gente nos mira.
-Que miren, las obras de arte están para eso.
-Ya, pero no miran a la obra de arte, miran a su compañero de patrullas.
-Eso ha dolido mas que le dolió a Alberto enterarse en la fiesta de disfraces del año pasado que tu no eras una chica, sino un hombre disfrazado de mujer.
-Iba borracho como él solo.
-Pero aprendiste rápido a decir que eras un hombre y ahora mira que bien hablas mi idioma.
Rodó los ojos y dio otro sorbo al refresco antes de tirarlo a la basura. Tras eso se dedicó a dar de comer a las palomas con el pan que le había quedado de la hamburguesa. Verle hacer eso me dio hambre y normal, se me había pasado el tiempo y hacía una hora que tenía que haber ido a comer. La llamada de Alberto no tardó en aparecer.
-¿No vienes a comer?
-Se me ha ido el santo al cielo.
-Tu mujer está que echa humos.
-¿Por?
-Coño, llegas una hora tarde.
-Discúlpame por mi retraso que me cambio de ropa y voy.
-No si lo de tu retraso ya se sabía y te queremos igual aunque seas monguer.
-Puto.
-Te amo yo también.
Reí y colgué la llamada pensando en como debería de estar tan enfadada conmigo, seguro que esa noche me tocaría dormir en el sofá. Así que, para que la furia ni creciera mas, me despedí de Liam y salí corriendo en dirección a la comisaría para cambiarme de ropa. En menos de veinte minutos estaba ya en la puerta de casa.
Se escuchaba a Ruperto jugar con Mario y a Niall reñirles por cualquier cosa. Miré hacia el patio trasero y pude ver como Alberto se lanzaba de bomba a la piscina, menos mal que teníamos que comer ya. Nuria y Carlota se lanzaron junto a él y reí, seguían siendo los tres adolescentes que conocí hace muchísimos años. Y allí estaba ella, con una sonrisa en la cara. Suspiré aliviado, no estaba enfadada, y fui hacia ella.
-¿Qué tal hoy la patrulla?
-Bien, todo normal. ¿Y tú?
-Con hambre, pero bien.
-Cuando me desperté ya te habías ido.
-Blas me pidió ayuda con la fiesta de los mellizos.
-Ay, que mañana cumplen ya tres años, como pasa el tiempo.
Asintió sonriendo y me agarró la mano, llevándome hasta donde todos estaban. Alberto gritó su nombre y ella rió. En milésimas de segundo y sin darme cuenta, acabé en la piscina.
Nuria me hizo una aguadilla y sonreí al verla tan feliz, nunca la había visto así. Niall dejó a los pequeños en las tronas y cogió a Sandra en brazos, acabando ambos también en el agua.
Miré a mi alrededor y me sentí tremendamente feliz. Estaba rodeado de mis amigos, de la gente que se había convertido en mi familia.

Y entonces desperté, todo había sido un sueño. No estaba en la piscina de mi jardín, sino en la sala de espera del hospital. No tenía a mis amigos, a mi familia, junto a mi, sino a un montón de gente extraña que no conocía.
Me dirigí al baño y abrí el grifo para mojarme la cara y despejarme, necesitaba desconectar. La noche anterior había sido bastante dura, llena de pruebas y largas esperas. Y a las seis de la mañana el doctor nos dio, a Norman y a mi, el resultado de tantas observaciones.
Al principio no sabíamos como tomarnos la noticia, si llorar o pellizcarnos y despertar de tal pesadilla. Luego, con el apoyo uno del otro, decidimos que lo mejor era aceptar que la vida es así. Que en un abrir y cerrar de ojos todo lo que tenias, todo lo que querías y creías que siempre iba a estar ahí, se iba a ir.
Jamás pensé que Norman me sería de tanta ayuda, he de decir que le odiaba un poco. Y creo que él acabó pensando de la misma forma que yo.
Miré el reloj que llevaba en la muñeca y vi que ya eran las ocho de la mañana, y aun nadie mas que Norman y yo sabía la noticia. ¿Cómo podíamos decir una cosa así? No era fácil.
La madre de Sandra me había mandado un par de mensajes, pero no tenía fuerzas para responder. Tantos años de recuerdos se habían ido a la mierda, para ella jamás volverían.
Respiré hondo y salí del baño, directo a la cafetería. Allí estaba Norman, hablando por teléfono mientras tomaba con desgana un zumo.
-No sé...que sí, pero ahora todo ha cambiado...te digo que ya veré, no me presiones...busca tú la información, no te jode, esa no era mi parte del trato...mira, que te den, hablamos cuando no tengas el humor así.
Levantó la vista de la mesa y me vio, así que me senté junto a él. Entendía que estuviera cabreado con todo, pero no era excusa para hablar así con nadie y menos si era una llamada de negocios como parecía. Luego recordé que era él, que esa solía ser su forma de ser.
-¿Qué tal?
-Como tú, ¿no?
-Sí. ¿Con quien hablabas así?
-Mmmm negocios, sí. Una cosa que me hará ganar mucho. ¿No pides nada para desayunar?
-No, se me ha cerrado el estómago.
-Puedes comer un trozo de mi tarta, si te apetece.
-No, gracias. ¿Sabes cuándo vendrán los otros?
-Nuria está recluida en su habitación por su padre, dice que tiene que descansar, y es verdad. Niall estará preparándose para hablar con su abogado. Alberto ha vuelto a Irlanda por la chica esa, no sé su nombre. David está en casa de Carlota, necesitaban descansar. Ella me llamó hará media hora, no le he dicho nada.
-¿Quién dará la noticia de los dos?
-Ninguno. Le pediré al medico que lo haga él.
-No, déjalo. Se lo pediré yo.
Se levantó de la silla y me puso la mano con fuerza en el hombro.
-No, soy su marido, lo haré yo.
Marido dice, no se llegó a casar contigo, fantasma. Además, me quería a mi.
De todas formas, eso casi que no importaba ya. Llegados a este punto de nada servía pelear por ella. De nada servía nada.
Y las lagrimas volvieron a mi, haciéndome ir corriendo al baño. Pero en el camino me encontré con Nuria, ¿qué hacía allí? Entonces recordé que entre la cafetería y donde yo había pasado la noche y hasta donde me disponía a ir, estaba la zona de maternidad.
-Papá, soy muy mayor como para que me controles. Si me aparece comer una rosquilla pues voy y la como.
-Ya te ha dejado tu madre un paquete de galletitas saladas.
-Y dale Perico al torno, que no quiero eso. Las galletas son dulces y les ponen sal, la humanidad cada día me defrauda mas.
-Dale ejemplo a tu hijo y no seas caprichosa.
-Papá, me estresas.
-Y tú a mi hija, y tú a mi.
Su padre volvió a entrar a la habitación y ella se quedó apoyada en la pared, indignada. Grité su nombre y me miró, como todos los del pasillo. A veces se me olvidaba que allí no se podía elevar la voz.
-Hola.
-Hola. ¿Qué tal el bebé?
-Bien, está dormido. No da guerra.
-Me alegro. ¿Ya tiene nombre?
-No, aun no. No consigo decidirme. Por cierto, ¿hay novedades con Sandra?
-Se puede llamar Ambrosio.
-Dime cómo está Sandra.
-Nuria...creo que no es el mejor momento de decirte esto.
-Es mi mejor amiga, llevamos toda la vida la una con la otra. Sea lo que sea quiero saberlo. Álvaro, dímelo.
La miré a los ojos y me intimidó, pero tampoco la podía decir lo que había pasado. Ni yo estaba preparado para dar esa noticia ni ella para recibirla.

En busca de su sonrisa {Auryn}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora