El rapto.

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Alberto rascó su nuca mientras miraba como Álvaro jugaba con el pequeño, que ya sabía medio caminar y corría como podía de un juego a otro del parque.
Luego pasó a mirar sus zapatos, esos que estaban llenos de barro por la caída, y de suciedad ya que hacía tiempo que no les lavaba. Tampoco tenía intención de meterlos a la lavadora, ¿unas converse no son mas bonitas sucias que blancas nucleares?
Así que empezó a pensar todo lo que esas playeras habían vivido, desde su viaje a Irlanda hasta la mudanza con Álvaro. Su madre se había pensado que eran pareja, él siempre reía al pensarlo. Jamás tendría pareja de nuevo, sentía que nadie le quería de esa forma. Amigos tenía y le querían, pero no encontraba ninguna persona con la que supiera que quería compartir el resto de sus días de esa forma, y menos encontraba a alguien que le quisiera así.
-Alberto...estoy esperando una respuesta.
Sandra le sacó de sus pensamientos. Recordó que le había preguntado si podía hacer de chofer para llevarla a la carcel. ¿Cómo iba a hacer eso? No podía dejar que viera a Norman, seguro que contaría cosas que ella no tenía que saber, cosas que la harían daño. Y no ese tipo de daño como que el que era su prometido no quería saber de ella, sino el tipo de daño de enterarse de todo de golpe. Aunque parándose a pensar, era básicamente el mismo daño.
Miró a su amiga y la acarició la mejilla mientras ella le miraba sin entender el motivo de que hiciera eso, y es que parecía un tanto psicopata.
-¿Me llevarás?
-Con una condición.
-Dime.
Miró de nuevo a Álvaro y sonrió. Quería que todo volviera a ser como antes, pero como hacía mucho tiempo atrás. Quería verles como eran hacía años. Iba a actuar como su cupido personal.
-Tengo un amigo...que también es tu amigo.
-Oh, felicidades, no somos unos antisociales.
-Ja ja ja ja. Bueno, el caso es que ambos estáis muy solos y...
-No.
-¿Por qué no?
-Porque no quiero a nadie en mi vida, ni siquiera conozco mi vida.
-Pues búscate a otro que te lleve.
-Pues vale.
-Pues ok.
-Pues adiós.
-Pues...
Pero Alberto no pudo responderla, ella estaba en dirección a Álvaro. Y este intentaba disimular una sonrisa de bobo que se dibujó en su cara al verla, la cual creció cuando ella se agachó a jugar con Cake. Sandra elevó la vista y le sonrió, saludándole con la mano.
-Hola.
Álvaro la devolvió el saludo, pero esta vez se palabra, y se agachó para jugar con ellos.
Estuvieron un tiempo en silencio, jugando en el arenero, construyendo un castillo de arena junto al pequeño, hasta que encontró las palabras con las que dirigirse al barbitas.
-Somos amigos.
Álvaro rió ante sus palabras, era adorable. Y quizás sus palabras no eran las mejores para iniciar una conversación, pero eran mejor que nada.
-Mmmmmm sí, lo somos.
-En una escala del 1 al 10, ¿cómo de amigos somos?
-69.
Él comenzó a reír pero ella no le pillaba la gracia a sus palabras, así que suspiró y seguió preguntando.
-¿Me harías un favor?
-¿Por qué no?
-Necesito que me lleves a un sitio.
-¿Cuál?
-A la cárcel.
-Oh, mira ahí tienes un quiosco. Entra a atracar y fúgate, con suerte te meten. O violame, tampoco pondré resistencia.
Se puso colorada solo de pensarlo y se tapó la cara con las manos de la vergüenza. Si ella recordara...
-No...no quería decir de esa forma. ¿Tienes coche?
-Sí.
-¿Y podríamos ir ahora mismo?
-Hombre...por mí sí, lo único que Alberto tiene que hacerse responsable del pequeño.
-Le cuidará, vamos.
Sandra le agarró de la muñeca y tiró de él hasta Alberto, mientras que con su otra mano libre llevaba a Cake en brazos.
Les costó un poco convencerle de que hiciera de niñera, pero es que tampoco tenía más cosas que hacer. Así que, tras unos cinco minutos, se montaron en el coche.
Sandra miraba de reojo a Álvaro mientras conducía, mientras que él hacía lo mismo. Ninguno tenía claro que podían decirse, no era tan fácil. Álvaro tenía miedo de meter la pata y Sandra se decir algo inapropiado como "Ey se te marca mucho la vena del brazo, parece que se te va a explotar pero me pareces adorable al mismo tiempo". Por lo que ambos se quedaron en silencio, mirándose disimuladamente, hasta llegar a la carcel.
Y es que ambos pensaban que nadie se fijaba en ellos, que el otro no notaba las miradas, pero estaban equivocados. Todos y cada uno de los gestos que habían hecho se habían quedado registrados por alguien que llevaba siguiéndoles desde el parque. Claro que de esto ellos no tenían ni idea, ni tampoco del desastre que eso iba a acarrear, de la gran masacre que acarrearía.
Así que, llenos de ignorancia, entraron a la carcel.
La verdad es que les costó bastante conseguir ver a Norman, no es tan fácil hacerle una visita. Para empezar, ni él mismo quería ver a nadie.
Cuando le dieron la noticia de que tenía visita se encontraba tumbado en su cama, leyendo un libro que le había dejado un policía que trabajaba allí con el que había entablando una especie de amistad, que era relación cordial mas que nada. Y fue ese mismo quien le comunicó que querían verle.
-Norman, acompáñame que quieren verte.
-Diles que gracias, pero que no quiero ver a nadie. Además, tampoco tengo a nadie ya.
-No digas eso, alguien te quiere.
-Mi hermano murió, no tengo básicamente mas familia, no tengo amigos ni pareja. Manolo, solo te tengo a ti.
-Es un halago pero no es cierto. Ha venido una pareja, bueno no sé si son pareja, hermanos, amigos o qué.
-¿Cómo se llaman?
-Me has pillado...¿Sara y Álvaro?
-¿No será Sandra?
Manolo se encogió de hombros y Norman se puso en pie, para ir hasta ellos dos. Si estaban ahí tendría que ser para algo importante, quizás ella estaba embarazada o había recordado algo. O solo querían tocar las narices porque se aburrían. No sabía por qué estaban ahí, pero lo descubriría en nada.
Y es que no tardó en ir hasta una especie de pequeña cafetería, con mesas y sillas para que los presos pudieran hablar con sus amigos y familiares. Él creía que jamás pisaría esa zona de la cárcel.
Manolo le empezó a hablar, seguramente diciéndole las reglas básicas como nasa de agredir. Pero Norman estaba demasiado ocupado en otra cosa como para hacerle caso. Sandra estaba ahí, delante de sus ojos, a escasos cinco metros. Tenía el pelo algo mas corto desde la ultima vez que la vio, y llevaba puesta la camisa que llevaba cuando se conocieron. Junto a ella estaba Álvaro, nervioso, y la miraba de reojo.
Caminó poco a poco hacia ellos, nervioso. Se sentó y miró fijamente a Sandra, lo que incomodó bastante a la muchacha.
-Hola Norman.
Álvaro le extendió la mano para que se la apretara, pero pasó de él.
-Bueno, dejemos los saludos entonces. Sandra quería venir para...¿para qué?
-Quería hablar con él.
El corazón de Norman se paró cuando se dio cuenta de que ella también le estaba observando fijamente.
-Dime.
-Álvaro, déjanos solos.
Este asintió y preguntó donde estaba el baño, para dejarles mas intimidad.
-Cuando quieras puedes empezar.
-Nadie me quiere contar nada, mi vida se basa en gente que dice que me quiere, pero que me oculta cosas. No recuerdo nada de nada, pero tampoco me dan la oportunidad. Y cuando te vi en la casa de David...no sé, me dio la impresión de que ya te conocía, y estaba en lo correcto. No sé de que me suenas, pero sé que teníamos algo que ver. Y bueno, sé que no eres mi amigo porque habrías ido al hospital para verme, ni mi padre porque ya le conozco y bueno...
-Tampoco te saco tantos años.
-¿Cuántos?
-Sobre veinte.
-Pues podrías ser perfectamente mi padre eh.
-¿Has venido aquí para meterte con mi edad?
-No, he venido para que me cuentes la verdad.
-Que te la cuente el barbas ese.
-Tampoco tiene tanta barba. Oye, ¿eres mi tío?
-Cariño, si fuera tu tío no habríamos hecho las cosas que hicimos. ¿Puedo irme ya?
-¿A qué te refieres?
-Pues a que si puedo irme a mi celda, tampoco iba a ir al telepizza coño, que estoy en la carcel.
-Quiero decir que a qué te refieres con eso de lo que hicimos.
-El amor cielo, el amor. Yo no te voy a ocultar nada.
-Pero...
-Si me vas a dejar caer lo viejo que soy, por favor no lo hagas porque quizás tú seas demasiado joven y no sea mío el problema.
-Deja de estar a la defensiva y responde a lo que te tengo que preguntar.
-No quiero responder a nada ya.
-He hecho una hora de viaje casi para que me ayudes.
-Sabías que no era seguro que te ayudara.
-Por favor.
-No, lo siento bonita pero no.
-¿Cuánto cuesta tu fianza? Da igual, pagaré lo que sea a cambio de que me respondas a ciertas preguntas.
Norman la miró fijamente durante unos segundos y se rascó su nuca, era una muy buena oferta que no podía rechazar.
-Dime.
-¿Quién es la novia de David?
-No tiene, la ultima fuiste tú.
-¿De qué te conozco realmente?
-Estuvimos a nada de casarnos, pero tu amiga se puso de parto y bueno, acabaste sin recodar nada, yo solo y sabiendo que me ibas a dejar por otro.
-¿Por quién?
-Por el que te acompaña.
Sandra intentó poner en orden todo lo que la acababa de contar, pero era demasiado. ¿Cómo podía ser que no la hubieran dicho nada así de importante?
Ni siquiera se despidió de Norman, simplemente le dijo que en un par de días saldría de ahí y se fue acompañada de Álvaro. Aunque a él no le miró a los ojos hasta que la dejó en la puerta de su casa. Ella iba a dejar a su prometido por él y actuaba como si nada.
A Álvaro tampoco le dijo adiós.
Simplemente se quedó un rato en su portal, sin saber si abría la puerta o era mejor preguntar a toda esa gente.
Pero, decidiera lo que decidiera, tampoco era tan importante, no lo podría llevar a cabo.
Justo cuando iba a sacar su móvil para llamar a su madre, la misma persona que llevaba todo el día siguiéndola la agarró, llevándola a la fuerza hasta su propia casa. Recibió un golpe que la dejó inconsciente durante un rato, hasta que logró despertar. Nada mas abrir los ojos se vio atada en una de las sillas de su cocina, mientras miraba a la nevera. Escuchaba pasos detrás de ella, pero no se atrevía a decir nada. Tenía claro que no era Carlota, su compañera de piso, pero tampoco sabía quien era la persona que la había secuestrado en su propia casa.
-Bueno...¿no me vas a decir hola? Sé que te has despertado preciosa.
Su voz ronca la estremeció y comenzó a llorar, no tenía ni idea de que iba eso, no sabía que sería de ella.

En busca de su sonrisa {Auryn}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora