Sangre

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*Narra David*

Tras muchos días Sandra ya podía volver a casa. Bueno, "a casa". Volvía a la casa que había sido suya, que había sido nuestra durante un tiempo.
Yo había tenido cuidado de guardar todas las fotos que encontraba por ahí, según el médico era muy peligroso que se encontrara con todo de golpe, con tantos recuerdos.
Pero ella era un caso aparte, siempre lo había sido, así que nada más llegar, se puso a rebuscar.
-¿Buscas algo en especial?
-Mmmm sí, o no. No sé.
Se encogió de hombros y siguió mirando por la habitación. Primero revisó los cajones de las mesitas de noche, pero solo había libros y algo de maquillaje en el suyo, y pañuelos, colonias y relojes en el mío. Nada que la hiciera recordar nada, nada significativo.
-David.
-Dime bebé.
Me acerqué a ella por detrás y la abracé con cuidado, como si fuera tan frágil que pudiera romperse en cualquier momento. Y es que así era, podía hundirse o tener un ataque al recordar.
-Eres tan, pero taan, dulce.
Sonreí y apoyé mi cabeza en su hombro, mientras ella acariciaba mis manos.
Tanto tiempo esperando tenerla así, ser así de feliz.
Era un sueño del que no quería despertar.
-¿Solo querías decirme lo dulce que era?
-Ah, no. Quería preguntarte una cosa.
-Pregúntame todas las cosas que quieras.
-¿Por qué tienes tantos relojes?
-No sé, es tradición. Tengo un buen amigo, Iñaki, que por cada cumpleaños me regala uno.
-¿Desde hace cuánto que hace eso?
-Cuenta los relojes y lo sabrás.
Se separó de mi y se agachó para acercarse al cajón. Cual niña pequeña empezó a señalar cada reloj y a contar en voz alta.
-Trece.
-Trece años de amistad.
-¿Y le conozco?
-Mmmm sí, pero no te acuerdas de él.
-Dile que venga a comer.
Asentí y saqué el movil del bolsillo para escribirle. En menos de media hora estaría aquí, tenía ganas de volver a ver a Sandra.
Cuando me di cuenta ella estaba hurgando en su cajón, observando las barras de labios.
-¿Bonitos colores?
Me miró enfadada y me tiró una barra a la cara. ¿Qué demonios la pasaba?
Tras eso, y sin que me diera tiempo a actuar, fue directa al armario y le abrió de par en par, tirando al suelo su ropa.
El accidente la había dejado tocada de la cabeza.
-Ey, ey, ¿qué haces?
-DÉJAME.
Me empujó cuando intenté tocarla y me escupió en la cara. Esto había ido demasiado lejos, quizás no había sido buena idea irse del hospital.
-¿Qué coño haces?
-¿QUE COÑO HACES TÚ? TÍO, ME DAS ASCO. ERES UN PUTO...UN PUTO...UN PUTO IMBECIL.
-Cálmate.
-¿CÓMO QUE ME CALME? ERES UN...
-No digas una sola palabra malsonante mas.
-ESTÁ BIEN, ERES UN MALDITO ORDINARIO.
-¿Qué? A ver, bebé, explícame qué ocurre. Pero nada de gritos.
-Pasa que eres un maldito hijo de...de una ordinaria. No quiero volver a verte en la vida, jamás. Llama a Nuria, quiero que venga a por mi.
No era capaz de mirarme a la cara, simplemente apretaba sus puños con fuerza e hiperventilaba. Joder, el shock del que hablaba el medico, ya sabía la verdad.

*Narra Nuria*

Llevaba dos horas con mi padre y su primo, que era abogado. Teníamos claro que la custodia del bebé era mía, pero no tanto que Niall jamás vería al bebé.
Era cruel, pero necesario.
-Entonces decidido, ¿no? Nuria, ¿me estabas escuchando?
-¿Eh? Ah sí, sí.
-¿Qué he dicho?
-Que si te escuchaba.
-Mira, o dejas de comportarte como si tuvieras quince años y maduras o no tendrás la custodia.
-Que sí papá, que soy madura.
-Bueno Lorenzo, repítele a doña madura que has dicho.
-Tenemos que pillarle haciendo algo por lo que podamos demostrar que no es buen padre. Además usaremos a nuestro favor que no estuvo junto a ti en el embarazo.
-Pero porque no le dije nada.
Mi padre se levantó de la mesa para atender una llamada y se fue, dejándonos a solas. Miré a Lorenzo preocupada, no quería mentir y que todo se pusiera en mi contra al descubrirse esto.
-Él no tiene pruebas de que no le dijeras nada, lo usará en tu contra pero bueno, no nos importa. Su palabra contra la tuya.
-Me parece mal mentir.
-O mientes o te quedas sin James.
Suspiré y le miré mientras recogía sus papeles para irse ya, por fin.
Entonces sonó mi movil. Era madura, pero no tanto como para ignorar la notificación.
Miré en la pantalla de inicio y había mensajes de Carlota, Alberto y David. Por orden de importancia empecé a contestar, dejando a David para el final.
>Tienes que venir a casa.
>Joder, ven ya.
< Qué ha pasado?
> Creo que ya lo sabe y no se lo ha tomado bien. Ha recuperado la memoria.

En busca de su sonrisa {Auryn}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora