Cambios

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Es curioso como la vida pude cambiar en un solo segundo. Y no solo una única vida, pues ese cambio implica cambios en otras vidas.
Cuando un estudiante se va a otro país a estudiar, su familia se alegra por ese gran paso en su vida, pero a la vez se entristece porque le tendrá tan lejos.
También hay otros cambios más profundos, cambios que no pueden dar marcha atrás.
Pues ese estudiante siempre podrá volver, pero no siempre es así.
A veces, en un simple instante, se nos escapan cosas de nuestra mano, se escapan personas de nuestra vida.
Por supuesto que una muerte cambia la vida de mucha gente, y acaba con la de una persona.
Pero, ¿que pasa cuando el muerto solo tiene una persona en la que apoyarse? Quiero decir, si la persona que fallece, quien provoca el cambio, no tenía gente quien le quisiera, teóricamente el cambio no tendría que aparecer en la vida de tanta gente.
Pues hay un grave error en eso.
Merle solo tenía a su hermano, aunque su relación dejaba mucho que desear. Él murió con ganas de portarse como un hermano, y su hermano le vio morir sin poder decirle todo lo que sentía.
Pero Norman no fue el único que cambió, pues su cambio afectó a más de una persona.
Mas bien, afectó a todo su ambiente, aunque él se viera solo.
Todos estaban decaídos, unos por un motivo, otros por otro. Pero todos ellos tenían como punto común que su cambio fue provocado por la muerte de Merle.
Por ejemplo, Sandra estaba en shock desde hacía días, al igual que David. Pero en vez de ser un apoyo el uno para el otro, y pese a que David no dejara de intentar acercarse a ella, no pasaban tiempo juntos. Sandra creía que para él, había sido un simple juguete. No recordaba que las cosas que había visto en aquella casa eran suyas y no de la pareja de David, ni siquiera recordaba que esa era su casa.
Y así, ambos pasaban las horas en silencio, a solas.
Pero no eran los únicos, Norman estaba igual, aunque más deprimido. Aunque él no pasa su día a día en silencio, ya que nunca estaba solo. Era imposible estar solo donde se encontraba, ni siquiera tenía intimidad cuando necesitaba ir al baño. Su compañero de celda siempre estaba ahí.
Norman había acabado encerrado, ya que estaba acusado de robo, secuestro y asesinato. Esto último lo veía absurdo, no había matado a nadie, pero no quería manchar el nombre de su hermano.
Su caso había estado tan claro que, en menos de dos semanas, ya estaba entre rejas.
Y a Niall me hubiera gustado correr esa suerte. Al menos Norman tenía algo que llevarse a la boca, él no.
Su día a día en ese tiempo se había basado en robar lo que podía, intentando ahorrar algo para poder comprarse un billete a su país, ya que allí podéis vivir con su familia. Le daba vergüenza admitir que estaba arruinado, que se había quedado solo y que su única inversión de futuro había acabado alejándole de su hijo y con uno de sus socios muerto y el otro en la carcel.
Claro que podía ir donde Nuria y pedir perdón por su comportamiento, pero no le parecía justo. Al fin y al cabo ella tenía que disculparse, ella había ocultado el embarazo.
Y a ella le pesaba cada día mas esa decisión, la había alejado de la persona que más quería. Y se veía sola.
Sus amigas estaban demasiado ocupadas para ella, o simplemente no querían hablar.
Solo tenía a Álvaro y a Alberto, pero tampoco eran un gran apoyo.
Álvaro se pasaba el día deprimido y sin saber que hacer con su vida, viviendo a costa de sus padres. Alberto estaba igual, desde que había vuelto de Irlanda con el corazón roto no había sido el mismo.
Se sentaba enfrente de la televisión y pasaba así sus horas. A veces le acompañaba Álvaro, y otras veces, muy pocas, el bebé.
Le habían rebautizado como Cake, ya que cuando Álvaro compró una, él metió su mano en ella y empezó a comerla.
Cake no molestaba, le sentabas en una esquina y ni lloraba cuando se ensuciaba el pañal, ¿para qué? Si todo el mundo estaba demasiado ocupado para él.
Su padre, por llamarle así, se pasaba el día en la cocina haciendo experimentos deprimido. Y el compañero de piso de este, Alberto, no se movía del sofá.
17 días así.
El barbitas se dio cuenta de que no podía seguir así, de que necesitaba hacer algo con su vida. Así que cogió a Cake en brazos y decidió que iba a ser un buen padre.
-¿Qué te apetece hacer hoy?
El bebé balbuceó intentando hablar, pero era imposible entenderle.
-Creo que te está diciendo que vayas con el Tito Alberto a por una pizza, que el chupa los bordes encantado. Mira, mira como ha sonreído cuando lo he dicho.
-Ha sonreído porque reírse a carcajadas delante de ti debido a tu retraso es hacerte demasiado bullying. Vamos Cake, seguro que en el parque nos lo pasamos bien.
Álvaro puso al bebé en el carrito y cogió su chaqueta, dispuesto a ir al parque.
Y no era el único, Sandra estaba básicamente igual.
Ella necesitaba despejar su cabeza, necesitaba encontrar algo en lo que concentrarse. Había estado pensando en cosas que hacía antes, pero no recordaba nada. Solía recurrir a Carlota para preguntarla, pero estaba demasiado ocupada con su trabajo. Y con Nuria era mejor no intentar hablar, estaba demasiado encerrada en si misma y en el bebé. Alberto, la única persona con la que podía hablar, decía que era porque ella quería ser una madre mejor. Bueno, el caso era que ella se sentía abandonada.
Tampoco Alberto la hacía todo el caso que la gustaría, de vez en cuando se intercambiaban algún mensaje que otro únicamente.
Y luego estaba David, quien no hacía más que llamarla, como estaba haciendo entonces. Decidió aceptar la llamada, decirle de una vez que parara, que no quería saber nada de él.
-Sandra, menos mal que coges el teléfono. Joder, déjame hablar...
-Quería decirte únicamente que me dejaras en paz o tendré que denunciarte a la policía por acoso.
Y colgó el teléfono. David no entendía el motivo del enfado de la que había sido su pareja, pero creyó que era mejor dejarla tranquila y esperar a que se calmara para volver a hablarla.
Pero ella tenía claro que no quería hablarle, se sentía usada.
Así que ahora no solo pensaba en lo sola que estaba, ya que ni sus padres sacaban un hueco para verla, sino que también se sentía cual muñeca usada.
Llegó al parque donde solía quedar cuando era mas joven con sus amigos, claro que ella no se acordaba, y se puso a pensar en su vida. Dejando a un lado su soledad solo venía una persona a su mente: el hombre que entró a su casa, cuyo hermano murió.
Sabía que la estaban ocultando algo, que sus amigos sabían quien era pero no se lo querían decir. ¿Por qué la ocultaban algo así? ¿Acaso le conocía ya?
Suspiró y desbloqueó su teléfono, el cual le había regalado Alberto, y marcó a su amigo.
-¿Hola? Sandra, ¿estás bien?
-Sí, estoy bien. ¿Podemos hablar?
-Bueno sí, estoy de camino al parque con el crío de Álvaro pero no estoy demasiado ocupado.
-¿Qué parque?
-En el que solíamos...ah bueno, no lo recuerdas. El parque que está junto al hospital.
-Estoy ahí.
-Oh...
Alberto colgó a su amiga y dejó atrás a Álvaro, corriendo hacia el parque. El barbitas le miraba extrañado mientras tiraba del carrito del bebé.
-La droga es mala.
-Cállate connio, que Sandra está en el parque y quiero verla.
-¿Connio?
-Oh sí, es que no quiero decir palabras malsonantes delante de Cake.
-Ajam...
Alberto siguió corriendo mientras giraba su cabeza levemente para mirar a su amigo. Pero entonces, por mirarle a él y no al suelo, se cayó en el césped que había a la entrada del parque, manchándose sus pantalones.
-Oye tío, ¿has estudiado en la universidad de patos? Porque eres un patoso.
Álvaro comenzó a reír hasta que se puso rojo y le dolía la tripa, y ayudó a su amigo a levantarse. Pero esté le ignoró y comenzó a andar sin hacerle caso.
-Ordinario.
Dijo entre dientes mientras buscaba por el parque a su amiga, pero no era el único que la buscaba. Había alguien más interesado en ella, aunque no con las mismas intenciones. Aunque no se dieron cuenta de su presencia.
-¡Alberto!
Sandra corrió hacia él, bajo la atenta mirada del hombre que la acechaba, y le abrazó.
-¿Qué tal?
-Bien.
Miró a Álvaro y le saludó con una sonrisa, que él devolvió mientras montaba a Cake en el tobogán.
-¿Puedo hacerte una pregunta?
-Sí.
-¿Conozco a Norman?
-¿Qué?
-Necesito saberlo. Hay una parte de mi que quiere conocerle, que quiere saber de él. No creo que sea un mal hombre.
-Lo es, robó y mató.
-No le vi matar.
-Lo hizo, y secuestró. No te acerques a él.
-De eso quería hablarte. Tienes que hacerme un favor.
-Depende.
Le cogió de las manos mientras le miraba fijamente a los ojos con un puchero. Álvaro les vio desde lejos y sonrío, aún seguía enamorado de ella, aunque no dijera nada.
-Necesito que me lleves a la carcel a verle. Tengo que hablar con él.
Alberto suspiró y la miró fijamente, no sabía que hacer.
Y no era el único que no sabía que hacer, Niall estaba igual. Se encontraba tirado en un banco de un parque a las afueras de la ciudad, junto a un drogadicto con el que había hecho un trato. Tenía protección a cambio de que le consiguiera droga, no le gustaba pero era la única forma de seguir con vida en la calle.

En busca de su sonrisa {Auryn}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora