Intento de suicidio.

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Llegó la hora de que cada uno se fuera a su casa, yo me quedé en el instituto para esperar a Rubén y darle de nuevo las gracias, quería hablar también con Inés y así lo hice. Le pedí a Rubén que se esperara cinco minutos que no iba a tardar nada, se le veía deprimido, como si lo que le había dicho Inés fuera bastante grave y personal.
Marcos: Se que no soy quien para decirte esto, pero te suplico que no expulse a Rubén por lo que ha pasado antes, ha sido el único que a pesar de lo que podía haber pasado, me ha ayudado y se lo agradezco, porque nadie nunca antes había hecho ni lo más mínimo por mi -dije con la verdad que pude-
Inés: Vale, yo no le expulso si me dices la verdad, ¿fue Laura la que te puso la zancadilla? -dijo esperado respuesta-
Marcos: Mira, Rubén no tiene la culpa de tener a una hermana como Laura, no la eligió él.
La tutora se quedo pensativa durante varios segundos y me miró con unos ojos muy serios.
Inés: Joder, ahí me has pillado
-me dijo mientras rompía el papel de expulsión de Rubén-
Me fui de esa charla bastante entusiasmado, y me acerqué a Rubén, el cual estaba sentado con la cabeza entre las piernas como si quisiera hallar la respuesta a algún problema complicado.
Marcos: Ya está Rubén, arreglado, nos podemos ir.
Rubén: Vale... pero quiero encontrar la manera de decirles a mis padres que estoy expulsado nada más empezar el curso.
Marcos: ¿Quién y cuando dijo que estabas expulsado idiota? -dije de forma cariñosa-
Rubén: Espera... ¿qué? -dijo mientras buscaba una autorespuesta-
Marcos: Hoy por ti, mañana por mi, recuerdalo Rubencio.
Sin pensar lo que hacia, se levantó de donde estaba sentado y me abrazó como si lleváramos dos años sin vernos. En ese momento el corazón me iba a mil por hora, me sentía vivo, me sentía bien... ¿estaba enamorandome?
Cuando llegué a casa, fui a saludar a mi familia, me acerqué a mis padres y les di un beso de saludo, comí la comida que me había preparado mi madre, la ayude a limpiar los cacharros, la mesa y el suelo y me fui a mi habitación. Me parecía todo muy raro porque no había visto a Nagore por ningún sitio, no había visto a mi hermana por ningún lado de la casa, no le di mucha importancia tampoco.
Me metí en mi cuarto y cerré la puerta, cogí el móvil y me puse la música para seguidamente coger mi guitarra y empezar a hacer como si fuera un compositor.
A los diez minutos mis padres subieron para decirme que se iban a dar una vuelta a ver la playa, y un poco el puerto, que me iba a quedar con Nagore, que estaba en su habitación. Eso lo explicaba el porque no la veía por ningún sitio.
Marcos: Vale, pasaroslo bien y si queréis haced fotos, yo me quedo aquí con mi música -dije sin apartar los ojos de las notas de la guitarra-
Mis padres me dieron permiso para quedarme y seguidamente me dieron un beso para luego desaparecer por la puerta de mi habitación y luego por la principal.
Eran las cinco y media de la tarde y la casa estaba vacía y silenciosa. Ya hacia dos horas que mis padres se fueron. Interrumpió el silencio mi móvil, el cual sonó intensamente y seguidamente durante treinta segundos sin parar un momento siquiera. Me empecé a poner nervioso, más de la cuenta, dejé la guitarra en una esquina de la habitación y miré el móvil. Había diez mensajes de acoso hacía mi persona desde un número desconocido.
La próxima vez tienes que pensar con quien juegas, tengo un mensajito tuyo que puedo hundirte y lo haré, de hecho lo estoy haciendo, estoy compartiendo el mensaje que puede ser tu final, muerete harías un favor al mundo entero. Adiós subnormal, espero que tu deficiencia mental te dejé sufrir al saber que todo el instituto sabe tu secreto más intimo.
Empecé a palidecer mientras mis labios temblaban y mis manos se congelaban al instante, un sudor frió comenzó a recorrer mi rostro y comencé a tener escalofríos y momentos en los que creía que me observaban gente que no había ni existían, me estaba volviendo loco. El mensaje era la confesión que le hice a Rubén en los baños, y ahora todo el mundo lo va a saber. Comencé a llorar y dejé caer el móvil lentamente sobre la cama, cuando el aparato estuvo en la cama, notaba como si mi cuerpo se debilitaba por segundo, comencé a palpar la mesilla que tenía en mi derecha, la cual tenía un bote de pastillas que nadie sabia excepto yo, abrí el primer cajón torpemente en busca de la medicación, cuando al final la encontré, me lleve el bote delante de mis ojos, nos separaban unos cuantos centímetros, me las quedé mirando durante segundos que se me pasaban como años. Había empezado todo de nuevo, los acosos por mensajes de desconocidos, igual que en Madrid y no quería más sufrimiento, no quería que se complicara más las cosas, quería desaparecer. Aproveché que mi hermana estaba en la habitación y mis padres no estaban, abrí el bote con brutalidad y me metí en la boca todo el bote, haciendo que se me cayeran alguna pastilla blanca, tardé unos pocos minutos en tragarmelas todas las que tenía en la cavidad bucal. Sabía que en menos de unas dos horas estaba muerto, me tumbe, sonreí y cerré los ojos mientras me acordaba de los pocos momentos y cortos que pasé con una persona que me hizo caso sin pedir nada a cambio.

Todo a cambio de nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora