Sorpresas injustas.

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Me quedé mirando a la nada intentando buscar una respuesta a mi pregunta, pero no hallaba ninguna contestación, no se si hice bien en salvar a Laura o no.
Rubén: Marcos, te veo pensativo, hay algo que te preocupa ¿verdad? -dijo mientras buscaba mi mirada pérdida a algún sitio-
Marcos: Sinceramente, no se si he hecho bien al haber ayudado a una persona que me está puteando, es decir, no se si esto se parará o se empeorará -dije sin quitar la vista de donde estaba mirando-
Rubén: Es increíble como a pesar de como se ha comportado contigo has ayudado a Laura, yo hubiera pasado de ella.
Marcos: ¿Sabés? Hay una semejanza entre tu hermana y yo, que tanto ella como yo somos personas y no puedo evitar ver como una persona muere delante mía -dije convencido totalmente de mis palabras-
Hubo un silencio bastante incómodo, fue Rubén el que rompió ese silencio cuando me ofreció una camiseta suya, ya que la mía fue quemada anteriormente. Se lo agradecí y seguidamente me sonrió y me pidió que me quedara en su casa a dormir aunque fuera una noche.
Marcos: Mira, que haya salvado a tu hermana no significa que nos llevemos bien, así que no quiero estar en una casa en la que no es mía haciendo incómoda la presencia de tu hermana.
Rubén: Eso a mi me da igual, he aguantado bastante ya cuando ella traía amigos y sus novios a casa, además ella está en su habitación casi siempre.
Marcos: Bueno, pero mis padres no se si estarán de acuerdo -dije buscando excusas en mi cabeza-
Rubén: Eso dejamelo a mi -dijo mientras me guiñaba un ojo-
Rubén corrió a por su móvil antes de que yo pudiera reaccionar, marcó el teléfono de mis padres y se lo preguntó. Por primera vez esperaba un no como respuesta, pero no fue así, me dijo Rubén que me dejaban hasta el domingo si quería en su casa al ser viernes.
Marcos: Vale, de acuerdo, tu ganas ¿y donde voy a dormir si no tienes camas de sobra? -vacilé-
Rubén: Conmigo, a mi no me importa -dijo riéndose-
Ese momento me costó masticarlo, no sabía que decir, solo sentía nervios, vergüenza y más nervios. Creía que lo decía de broma o algo por el estilo, pero me equivocaba por completo.
Rubén: Me acaban de llamar mis padres y me han dicho que llegan el lunes de madrugada, además me dejan que te quedes -dijo sonriente como un niño al recibir los regalos de Navidad-
Marcos: ¿Y qué me quieres decir con eso exactamente?
Rubén: Nada que vas a dormir conmigo quieras o no y que tenemos la casa para nosotros solos durante tres días.
Cada palabra que salía de su boca y gesto que hacía más nervioso me ponía. Pasaba de unos nervios tontos a tener un nudo en la garganta importante.
Marcos: Acabó de caer, no me puedo quedar porque no tengo pijama -dije intentando que cambiara de idea-
Rubén: El pijama... -dijo pensativo- ven a mi habitación.
Le seguí hasta su habitación, la cual tenía una cama de matrimonio, muchos posters de música y dibujos de manga, tenía una guitarra igual a la mía. Definitivamente era enorme la sala. El chico se acercó al armario y sacó de él un pijama que le pertenecía, quizás lo tenía preparado para esta ocasión.
Rubén: Toma, ¡pruebatelo! -dijo mientras alargaba el brazo-
Marcos: Esto... vale, ¿dónde está el baño para probarmelo? -dije mirando hacia todos los lados-
Rubén: Pruebatelo aquí, delante de mi y te digo que tal te queda.
Cada vez el nudo de la garganta era más grande y apretaba con más fuerza, y le contesté que me daba vergüenza, su respuesta fue mirarme con los ojos y el rostro sorprendidos.
Rubén: Tengo una idea... si me quito la camiseta yo, no te tiene que dar vergüenza cambiarte delante de mi -dijo con una sonrisa pícara- Rubén tardó unos veinte minutos en intentar convencerme, como resultado fue positivo, me convenció pero con la condición de que se diera la vuelta. Así lo hizo y me cambié de ropa mientras el cuerpo me iba solo y me temblaba de los nervios. Cuando terminé le dije que ya estaba listo y se dio la vuelta.
Me quedé mirando como un idiota al cuerpo de ese chico que para mi era perfecto. Definitivamente, me había enamorado de Rubén.
Rubén: Oye, pues te queda bien, quedatelo puesto -dijo haciendo una pausa- ahora me toca a mi cambiarme de ropa.
Marcos: Espera que me voy fuera y te espero a que termines -dije mientras luchaba conmigo mismo para intentar no mirarle demasiado, pero fue inútil-
Rubén: No, da igual, te puedes quedar, no me da vergüenza como a alguien que yo conozco -dijo burlándose de mi mientras me sacaba la lengua-
El nudo que tenía en la garganta cada vez se iba haciendo más fuerte al igual que las ganas de liarme con él, aunque tuve que hacer una fuerza de voluntad increíble. El chico se desnudó entero, literalmente, para cambiarse, cuando se bajó la ropa interior para dirigirse al baño a ducharse, mi vista se fue automáticamente a otro punto de la habitación ordenado por mi cabeza, cuando el chico se metió en el baño, me quedé sentado en su cama mientras hablaba con mi madre por teléfono, les había llamado para decirle que porque me había dejado.
*Conversación telefónica*
Marcos: Mamá, ¿me puedes hacer el favor de decir porque le has dicho que sí a Rubén?
Mamá: Nunca sales de casa, además Rubén es un buen fichaje y porque me alegró de que tengas amigos. Así que pasatelo bien cariño y deja de protestar -dijo para después colgarme con la palabra en la boca-
Eran las siete y media de la tarde cuando acabó de ducharse y cambiarse por completo. Me dijó de hacer una fiesta esta noche en su casa con alcohol, y unos amigos suyos, buenos amigos por lo que Rubén me contaba.
¿Por qué no? ¡A divertirse! fue lo que le contesté sin saber muy bien lo que decía ni lo que pensaba.

Todo a cambio de nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora