El perdón justificable.

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Rubén se ilusionó demasiado al oír una afirmación de mis labios a su idea de lo de la fiesta nocturna. No sabía porque se había entusiasmado tanto, tampoco sabía que me pasaba, es decir, siempre digo y hago las cosas sin pensar cuando estoy con él, y luego me arrepiento.
Rubén: Estupendo, te van a caer genial enserio, y si te agobia la gente no te preocupes, porque van a venir no más de cinco.
Marcos: No tienes que invitar a tan pocos a la fiesta por mi, es decir, puedes invitar a quien quieras, de hecho, cuanta más gente más diversión -dije no muy convencido y sabiendo que me iba a arrepentir de lo que había dicho-
Rubén: ¿Enserio que no te importa que invite a mi grupo de amigos? -dijo con los ojos bien abiertos y las cejas elevadas-
Marcos: Claro que no, a mi me da igual -dije mientras forzaba una sonrisa falsa-
Rubén me lo agradeció como unas veinte veces. Desde que estoy con él, no le había visto tan eufórico, contento y entusiasmado por algo. Me juró y perjuró que el mismo lo iba a preparar todo: la música, el alcohol, los aperitivos, los invitados y la decoración... además me juró también que me lo pasaría bien y que no me iba a dejar hacer nada.
Rubén se fue a llamar por teléfono a todos sus amigos, me los había descrito un poco a los que iba a invitar, eramos alrededor de siete personas, y contandonos nosotros eramos nueve.
Sentía curiosidad por el nombre de Cavano así que investigué un poco solamente para matar el tiempo y descubrí que era solamente un apellido y que él chico en realidad se llama César pero se le conocía por el apellido. No podía hacer nada debido a que Rubén no me dejaba hacer absolutamente nada. A los treinta minutos había preparado casi todo, solo le faltaba la comida, me ofrecí de ayuda y a base de insistir e insistir al final me dejó ayudar ha hacer la comida.
Tardamos una hora y media para hacer toda la comida para la fiesta y aún quedaban tres horas para la fiesta, empezaba a las once y media y eran las ocho y medía de la tarde.
Rubén y yo subimos de nuevo a su habitación, después de estar en la cocina haciendo la comida, en la habitación estuvimos hablando de que nos poníamos y lo más importante... que me ponía yo. Pero una vez más, Rubén me ofreció un traje suyo precioso, negro mate brillante con una corbata blanca nieve al igual que la camisa. Yo me negué a aceptarlo, ya había hecho demasiadas cosas por mí, pero aún así insistió y yo por compasión y por amor acepté. Las horas se nos pasaban volando cuando estábamos juntos, nos reíamos, hablábamos, hacíamos el tonto... parecíamos una pareja.
Me fui a la ducha a las nueve y medía de la noche para prepararme para la fiesta, estaba a punto de terminar cuando Rubén entró al baño sin llamar.
Me puse rápidisimo la toalla para conseguir que no se me viera nada. Salí de la bañera con la esperanza de que se hubiera ido pero no fue así. Estaba enfrente mió mirándome sin decir ni una palabra.
Rubén: Perdoname Marcos, es que me estaba meando demasiado y no me aguantaba -dijo mientras se bajaba los pantalones y se disponía a mear-
Marcos: ¡Esperate, a que me vaya! -dije muy avergonzado-
Rubén: ¿Qué pasa, nunca has visto el pene a una persona? Tengo uno, al igual que tú.
No escuché a Rubén y cogí el traje y me fui con la toalla envuelta en la cintura intentando que no se me cayera.
Me sequé bien, me vestí, me peiné y me arreglé, ya estaba listo y solamente eran las diez de la noche. Cuando me vió Rubén se quedó parado, como si hubiera visto un fantasma.
Rubén: No entiendo porque te queda mejor mi ropa a ti que a mi -dijo sorprendido-
No sabía que contestarle, así que lo único que hice fue levantar los hombros para seguidamente echarme a reír con él. El tiempo pasaba y yo me ponía más nervioso, hasta que de pronto alguien llama a la puerta del cuarto.
Laura: ¿Puedo pasar o estáis desnudos u ocupados?
Rubén: Puedes pasar -dijo todavía enfadado con su hermana-
Laura entró muy desordenada, me sorprendió porque de las veces que la veía, iba con su pelo recogido y su maquillaje bien puesto, pero ahora su pelo estaba revuelto y el maquillaje corrido. Había llorado y bastante.
Laura: Se que no soy de esas, y mi hermano sabe el orgullo que tengo, pero he venido a pediros perdón a los dos, sobretodo a Marcos, me he comportado como una verdadera hija de puta contigo, supongo que no me esperaba que me rechazarás... te tengo que dar las gracias por lo de esta tarde, vuelvo a suponer que si no fuera por ti no seguiría aquí posiblemente hablándote. Y Rubén lo siento por lo del puñetazo -dijo bastante cabizbaja y con la voz temblorosa- es más, quiero que Marcos me pegué por hacerle lo que le hice, casi te desangras, te intentaste suicidar, te insulté... pegame te lo digo enserio.
Marcos: ¿Qué, quieres que te pegue porque si? -dije sin saber que hacer ni decir.
Laura: Porque te hecho muchas putadas, no porque sí -dijo decidida mientras se acerca a mí para cogerme de los brazos y balancerme- por favor te lo pido, y ya no te pediría nada más.
No sabía que decir, estaba alucinando de verdad. Me acerqué a la muchacha y la abracé mientras la dije al oído:
Marcos: Jamás te pegaría, hicieras lo que me hicieses.
Laura se quedó de piedra y rompió a llorar mientras me continuaba el abrazó para ponerse en mi hombro a llorar, solo me repetía "lo siento"

Todo a cambio de nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora