Me quedé pensativo y sin poder articular ninguna palabra, pues el razonamiento del chico me dejó con un mal sabor de boca, confundido e indiferente.
Me sacaron de mis pensamientos las voces de preocupación que provenía del pasillo acompañadas de grandes zancadas que se dirigían a las salas más cercanas. Dejé de lado mis cosas, así como mis pensamientos y me asomé desde la puerta de mi habitación a contemplar la escena en la que gente que conocía estaba presente. De repente me fijé, en una señora, la cual podría describir a la perfección porque se trataba de mi madre, pero está vez, en su cara mostraba lágrimas desconsoladas y un rostro desencajado, roto y pálido, en vez de una maravillosa sonrisa con ganas de experimentar, curiosear y comerse el mundo.
Me acerqué temiendome lo peor, mientras que los pinchazos en el pecho que tuve antes del desmayo habían aparecido de nuevo y con mayor intensidad.
A medida que iba acercándome a esa terrible habitación, un pitido constante me taladraban los tímpanos. Una enfermera de poca edad, veinte pocos años, me alarmó, ordenándome volver a la habitación de donde venia.
Mi curiosidad era mayor al igual que mis pinchazos en el pecho, pero debía hacer caso a aquella desagradable señorita.
Me di media vuelta y volví a mi habitación no muy seguro de querer hacerlo. Dentro del cuarto, me senté a los pies de la cama y me quedé mirando fijamente a una familia que había visto antes.
La señora se giró para buscar una cosa en el bolso y se dio cuenta de que la estaba observando, me sonrió con mucho esfuerzo y me gesticulizó para que fuera hacia donde estaba ella.
Respondí y obedecí yendo hasta donde estaba aquella mujer quedando perplejo al encontrármela en el hospital.
Elena: Marcos, ¿cómo es que estás aquí, ha pasado algo grave?
-dijo intentando ocultar su dolor desconocido-
Marcos: Nada grave, perdí el conocimiento hace unas horas y me di un fuerte golpe en la cabeza, me hospitalizaron para hacerme unas pruebas por si había sufrido unas lesiones cerebrales, pero los resultados fueron negativos -dije llevándome la mano a la frente-
Elena: Ojalá nosotros tengamos la misma suerte con Laura
-dijo mirando al suelo-
Marcos: ¿Cómo dices?
-dije sin comprender nada y con los ojos como platos-
Elena: Hace unas horas, cuándo llegó del instituto, se fue a su habitación, sin comer ni nada, entonces descubrimos que se había tirado por la terraza -hizo una pausa para limpiarse la cara con un pañuelo- por suerte, cayó encima de un coche, haciendo que amortiguara la caída
-dijo mientras me agarraba la mano y me adentraba más en la habitación- como ves, por desgracia está en coma enganchada a una máquina que la alimenta e hidrata
-dijo extendiendo la mano hacia donde se encontraba la cama-
el médico, nos dijo que podía despertar entre hoy o tres días, pero hay un setenta y cinco por ciento de probabilidad que posea una enfermedad mental.
Hubo un silencio enorme en la sala, me acerque a la camilla y la contemplé más de cerca mientras comenzaba a llorar y a apretar los puños de la rabia, explicándome el porque intentó suicidarse.
Marcos: No entiendo porque lo intentó hacer si ayer estaba todo bien... en el instituto le iba bien, las notas iban bien, con sus amigos igual... y con su hermano, dentro de lo que yo he visto, se llevaba bien con él -dije mirando a la madre de la chica, mientras empezaba a llorar, intentado darme respuestas que no lograba obtener-
Elena: Por eso te indiqué que vinieras... Quería que me explicarás si sabías algo, pero por lo que veo, sabes lo mismo o menos que nosotros -dijo agarrándome de los hombros para consolarme-
Marcos: Sé que despertará, es muy fuerte y no se rinde, la conozcó y es muy testaruda, y yo seré el primero que esté aquí para verla despertar -dije mientras apartaba las lágrimas de mis ojos con los dedos índices y agarraba las manos de Laura para transmitir todas mis fuerzas posibles-
Yo me quedé en esa habitación como tres horas esperando a que Laura despertará, oyendo llantos de personas las cuales no podía ver porque me tenían prohibido el paso. En un momento de despiste, sentí como Laura se había movido, lo que me hizo volver a poner los ojos en la camilla.
Poco a poco se veía como la chica abría sus delicados, grandes y marrones ojos para poder ver lo que tenía a su alrededor.
Laura: Marcos, ¿cómo has llegado hasta aquí? -dijo esbozando una sonrisa costosa-
Yo no la respondí, la miraba con ojos humedecidos y rojos, cansados, me pude contener durante unos segundos hasta que comencé a llorar apoyando mis manos sobre su abdomen. Estas lágrimas eran de alegría e impotencia a la vez.
Marcos: Creía que te había perdido y no ibas a despertarte
Laura: Parece mentira que no me conozcas, no pensaba en rendirme tan fácilmente -dijo con aire de superioridad-
Marcos: Me gustaría conocerte mejor, para que me dijeras en que estabas pensando para tirarte por el balcón -dije después de una pausa larga y un suspiro-
Laura parecía no esperar la respuesta que salió de mis labios, ya que se quedó estupefacta, para seguidamente mirar con desconfianza a la camilla color blanco hueso en busca de alguna justificación válida.
Me iba a contestar y yo iba a escucharla con mis cinco sentido, cuando un médico de estatura baja, robusto, de pelo gris canoso y arrugas marcadas en su cara nos interrumpió.
Médico: ¿Es usted familiar de Laura García Alameda?
Marcos: Soy amigo, pero prácticamente soy como de la familia -dije mirando su identificación del pecho- sus padres se han tenido que hacer unas cuantas cosas y me han pedido el favor de quedarme con ella hasta que despertara
-dije mientras que mi mirada se posaban sobre los ojos del señor-
El médico no estaba muy conforme con mi presencia, pero tuvo que hacer la vista gorda para informarme del diagnóstico de Laura. Me hizo un gesto para que abandonara la habitación, así obedecí después de dudar unos instantes cortos.
Médico: Bueno... esto es muy delicado para decirlo delante de Laura -dijo mirando un papel que tenía en las manos- en la última prueba cerebral, hemos hallado que después del fuerte impacto ha desarrollado una leve lesión, llamada equizofrenia -dijo sacudiendo la cabeza- ¿podrías hacer el favor de hacérselo saber a ella y a su familia de mi parte? -dijo alargando el brazo y entregándome el papel con el diagnóstico-
No dije ni una sola palabra, solo asentía inconscientemente y cogí el papel sin sabes que hacer. Seguidamente el médico se alejó entre la multitud de personas con bata blanca y enfermos.