Notaba como un sudor nervioso y frío recorrían mis mejillas, las cuales estaban ardiendo de la temperatura de la habitación. Me levanté sobresaltado de la cama y me incorporé sentándome mientras que mi respiración era muy agitada. Miré el reloj de mi derecha, el cual estaba en mi mesilla, eran las cinco menos cuarto y solo quedaban quince minutos para que Rubén viniera a mi casa. Tardé unos minutos en reaccionar, me fui al baño y apoyando mis manos en el lavabo, me despeje metiendo la cara sobre el agua tibia, para luego mirarme en el espejo. Me había quedado dormido y todo había sido un sueño, una asquerosa pesadilla. En ese instante llamaron a la puerta, baje con cuidado las escaleras para dirigirme después a la puerta principal, miré a través de la mirilla para asegurarme quien era aquella persona que llamaba desde el otro lado. Era Rubén, aunque algo cambiado. Abrí la puerta dando un suspiro.
Me quedé mirando a ese chico con desilusión y con una vista pálida, yo estaba muerto aunque respiraba.
Rubén: ¿Te encuentras bien? -dijo mientras no me quitaba la vista-
Marcos: Sí, pasa si te da la gana -dije mientras volví a la realidad y alejandome de esa puerta-
Rubén entró pocos segundos después de que yo dijera esto y seguidamente cerro la puerta con cuidado para no despertar a nadie ni llamar mucho la atención.
Rubén: ¿Están tus padres o tu hermana en tu casa, me gustaría que lo escucharan ellos también?
Marcos: ¿A ti que más te da si están o no están?, total soy diferente -dije en tonto sarcástico-
Rubén: Lo siento, joder, no se lo que dije hoy en clase, supongo que para no meterme en líos con el payaso de Gorka, le di la razón. -dijo mientras iba detrás mía-
Marcos: Pues para ser un payaso, bien que le consideras amigo, lo digo porque si dices que te consideras mi mejor amigo, empieza a demostrarlo, aunque prefieres darle la razón a un subnormal antes que apoyar a un amigo delante de la clase ¿verdad? -dije dándome la vuelta para mirarle a los ojos-
Rubén: Tienes toda la razón del mundo, pero si vengo a decirte esto y a disculparme en persona es porque me importas más de lo que piensas -dijo mientras me agarraba los hombros y me miraba a los ojos-
Pasaron unos minutos en silencio, hasta que di con el valor que necesitaba para decirle lo que pensaba desde días atrás.
Marcos: ¿Te importo tanto como para negar delante de tu hermana que me besaste?, o es que a lo mejor te avergüenzas de mí -dije apartándole las manos de mis hombros con frustración-
Rubén cambió la mirada radicalmente, de una mirada cansada y triste a una mirada culpable y asustadiza.
Rubén: Marcos, vete a la mierda.
-dijo mientras cogía sus cosas y se disponía a irse de la casa-
En ese momento un escalofrío me recorrió el cuerpo haciendo que me quedará sin fuerzas en las piernas, una sensación que conocía me había invadido todo el cuerpo haciendo que perdiera el conocimiento.
Pasaron unas cuantas horas y me decidí por abrir los ojos poco a poco, a medida que los abría, observaba el lugar en el que estaba. Me encontraba en una habitación pintada toda de blanca con paredes de gotelé, a mi alrededor unas pocas sillas que por la apariencia eran incómodas, a mi derecha había una maquina enchufada a mí que me trasmitía suero por una vía que me habían puesto. Estaba en un cuarto muy luminoso del hospital.
Me encontraba tumbado en una cama un tanto incómoda, a los que poco minutos, en esa habitación entraron una enfermera y tenía como acompañante a Rubén.
Enfermera: ¿Qué tal te encuentras Marcos? Por fin despiertas, llevabas bastante tiempo inconsciente. Vengo con una persona que puede que la conozcas ¿la recuerdas? -dijo en un tono agradable-
Marcos: Sí, se quien es, es Rubén, mi mejor amigo y compañero de clase ¿por qué esa pregunta?
-dije confundido e incorporándome en una posición más cómoda-
Enfermera: Por lo que nos ha contado Rubén, cuando te desmayaste te diste un fuerte golpe en la cabeza contra el suelo, y podrías haber sufrido una lesión cerebral bastante grave como es la pérdida de la memoria, pero en tu caso tienes una memoria bastante fuerte -dijo con una sonrisa en la cara, mientras me quitaba la vía y el suero lo retiraba a un lado-
yo ahora me tengo que ir, te dejo a Rubén aquí para que te haga compañía ¿de acuerdo? -dijo mientras se despedía de los dos y se alejaba por la puerta-
Rubén: ¿Eso que le has dicho a la enfermera es verdad?
Marcos: Que hayas sido un hijo de puta conmigo antes, no quita que siga sintiendo lo mismo por ti -dije esquivandole la mirada, con un tono afectado-
La sala se quedo en un silencio sepulcral e incómodo. Rubén se dirigía a los pies de la cama, la cual yo me encontraba y se sentó, se abrazó la piernas mientras que comenzaba a llorar. Átonito a esa escena, me desarrope y fui hacia él con la mayor seguridad que pude aparentar. Me coloque detrás del chico y le abracé para hacerle comprender que no estaba solo.
Marcos: ¿Qué te pasa, porque lloras? Si es por lo mío está olvidado, no sabía que te había afectado tanto nuestra discusión
-dije intentando animarlo mientras acariciaba su mejilla-
El chico levantó la cabeza y dejó ver su rostro empapado de lágrimas, las cuales yo limpiaba con delicadeza.
Rubén: Siento con toda mi alma por lo que estás pasando, he querido estar de parte de dos personas, haciéndome el guay delante de un cabronazo y eso hizo que casi te perdiera a tí
-dijo mientras me miraba a los ojos, para luego salir de la habitación corriendo-
Yo me quedé en esa habitación sin poder hacer nada, no podía reaccionar aunque lo intentase.