Capítulo 39. Palabras erróneas

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-¿Hess? -mordisqueo mi sándwich distraída.

-Eh... ¿qué?

-¿Qué te pasa? Estás bastante rara. -me encojo de hombros. -Venga, va. Cuéntame.

-Harry se ha enfadado conmigo. -suelto.

-¿Sabes por qué? -niego con la cabeza y chasquea la lengua. -¿Es eso lo único que te preocupa? -intenta sonsacarme, creo, sigo demasiado distraída para centrarme en la expresión de su cara y poder sacar algo en claro.

-Me voy a Nueva York en un mes y medio. -abro los ojos y me tapo la boca. ¡VIVA DOÑA PATOSA! Blaire abre la boca como si no se lo creyese. -Blaire júrame que no se lo contarás a nadie, sólo lo sabemos mi hermano, yo y ahora... tú. -ella se lleva una mano al corazón como haciendo la jura de bandera en la mili y asiente.

-Tu secreto está a salvo conmigo. -asiento y me pongo en pie. Camino cabizbaja y alzando la vista encuentro a lo lejos sus ojos verdes. Aparta de mí su mirada cargada de reproche y dolor. Niego con la cabeza y vuelvo adentro. Cruzo el pasillo hasta que me detengo en la sala de música. Camino y parándome frente al piano lo contemplo. Me planteo tocar algo pero no es precisamente ésta la manera que necesito para desahogarme. Vuelvo a mi aula y recogiendo la maleta salgo por la puerta. Sé que aún faltan dos horas para que la jornada acabe pero la depresión se ha instalado en mi cuerpo. Camino como un zombie, sintiendo el vacío creciente en mi interior. Un agujero negro que absorbe, mas no daña. Percibo que dentro de mí todo desaparece pero tras suceder ésto no queda rastro de dolor alguno. Sólo el vacío inmenso y el frío devastador. La oscuridad está ganando terreno, aquel avance que sólo él consiguió, pierde magnitud y la única pista que me confirma lo que ya sospechaba es que no siento absolutamente nada, simplemente existo.

Llamo a Blaire, una compañía me vendrá bien. Entonces recuerdo a David, ¿qué será de él? Busco en la lista de contactos y cuando vuelvo a la «A» en letras mayúsculas leo AS EL CONTACTO MÁS ABSOLUTAMENTE SEXY. Eso me arranca una sonrisa y me sorprendo a mí misma llamándolo.

-Al habla As.

-Perdona, ¿eres tú el absolutamente sexy de la lista de mis contactos? -pronuncia un «¿eh?» pero entonces estalla en carcajadas.

-Sí, el mismo. ¿Hablo con la loca de los unicornios?

-Sí, exacto. -me río y oír su voz me alegra. -Oye As, me preguntaba si querrías dar una vuelta o algo...

-Vaya... ¿Quién me iba adecir que serías tú la que después de todo propusiese ir a algún lado juntos? -se ríe y esbozo una sonrisa. -De todas formas no puedo, debo hacer de canguro a Pitt.

-Ah...

-A menos que no te gusten los niños podrías hacerme compañía. -¿yo?, ¿de canguro? Bueno, estará As y necesito ver una cara que no sea la de Dustin o Blaire. «La única que quieres ver es la de Harry.» Me pongo los ojos en blanco a mí misma.

-Éso estaría bien.

-Genial. Pásate por la tapadera de mi mafia a las tres así, ¿vale?

-Claro. -antes de colgar se me viene a la cabeza una pregunta. -¡Espera! ¿No deberías estar en el instituto?

-Cuando me expulsaron por quinta vez mi padre se dio por vencido. -y cuelga. Wow. Totalmente patidifusa cavilo sobre ello. As mencionó que había estado en el calabozo un montón de veces. Este chico es un malote. Y aunque en cierto modo me atraiga esa faceta, siempre preferiré a Harry, tan tierno y atento... Duro y macarra cómo era cuando debía serlo. Resoplo. ¿Por qué siempre acabo asociándolo todo con Harry? Me calzo las Bens y pongo en camino a la casa tapadera. Me río al pensarlo. Una punzada de dolor se me clava al pasar frente a la panadería. Entraría a saludar a Mabel pero si antes nada nos unía ahora aún menos. Sigo recorriendo todo Holmes Chapel hasta que diviso la casita celeste.

Llamo al timbre.

No hay respuesta.

Llamo otra vez.

Nada.

A la tercera vez As abre con Pitt en brazos sonriéndome y por qué no decirlo, irresistiblemente guapo. Entramos y la casa está igual de ordenada y bonita que la primera y última vez que estuve aquí.

-Siento no haber contestado antes, estaba cambiando a Pitt. -se excusa.

-No te preocupes. Parece que es bastante tranquilo.

-No te fíes, las apariencias engañan. -y que lo digas... Lo acuesta en el carrito y me indica que tome asiento. Obedezco y me acomodo en el sillón que la otra vez ocupaba el padre de As. -¿Cómo es que me has llamado? -me encojo de hombros. En el instante en que se me ocurre una escusa alaridos manan de la garganta del pequeño. As coge nuevamente al bebé y lo mece. Sonrío inconscientemente.

-Tienes madera de padre. -digo entonces. Él se gira con Pitt en los brazos y enarca una ceja.

-¿Yo? Le hago este favor a Brangelina porque hace bastante que no sale y se lo ha currado tanto en los estudios como cuidando a Pitt. Pero no me imagino teniendo un hijo propio. A saber qué clase de padre sería.

-Yo creo que uno muy bueno. -me regala una sonrisa pero chasquea la lengua al ver que por más que arrulle al peque no se calma.

-Me temo que Pitt tiene ganas de salir.

-¿Te lo ha dicho? -bromeo.

-Ja, ja. -ironiza mientras sonríe. -Quizá sí. En cualquier caso no se calmará hasta ver un paisaje verde y oír pajaritos. Hoy hace un día estupendo, así que, ¿por qué no salimos a dar una vuelta? -me encojo de hombros. Todo plan será algo bueno para desconectar. ¿Sería Harry un buen padre?

De todos modos yo jamás podré comprobarlo. Ya no sólo tiene que ver mi afenfosfobia, sino que no somos «nunca fuistéis» -me recuerda mi subconsciente- nada.

Joder, Hessa, cállate. Logras empeorarlo todo.

Me pongo en pie y observo la delicadeza con la que As trata a Pitt. Le da un beso en la frente y lo deja con sumo cuidado en el carrito. Lo arropa y le regala un amiguito de peluche; Mickey Mouse.

Caminamos por la acera charlando de temas triviales hasta que vemos un parque todo lleno de árboles y niños correteando aquí y allá. Nos dirigimos a un banco y nos sentamos. Pitt mira hechizado el cielo.

-Entonces, ¿qué ha hecho que llamases al absolutamente sexy? -le miro de reojo y atisbo como una de sus comisuras se curvan.

-Quería saber cómo te iba la vida a ti y a tu mafia.

-Ya, claro. ¿Acaso piensas que me voy a tragar eso?

-La verdad es que no. -respondo sincera. -Se trata de Harry. Está enfadado y no sé por qué. Creo que se ha enterado de lo de Nueva York. Pero no me ha dado ninguna explicación, así que... -la verdad es que no sé qué hago contándole a As todo esto, pero algo me dice que es la única persona -quitando a Harry y Dustin- en la que puedo confiar ahora mismo.

-Vaya movidas tienes siempre tía. Creo que el loco de los unicornios soy yo y ésto es un sueño. -bromea. Me río por cortesía pero habiendo sacado el tema de Harry nada ni nadie va a lograr que me ría con sinceridad. «Excepto Harry» Joder, mini-yo, deja de chincharme de ese modo... Mira el móvil y entonces alza la vista. Sigo la dirección de sus ojos y me encuentro con que, ¿Kate? No, creo que era Kayra... ¡Karen! La madrastra y abuela de Pitt se acerca. Charlamos un rato y descubro que ha venido para llevarse a Pitt y encargarse esta tarde de él. Volviendo a centrar la atención en mí As me dice: -Entonces, estás libre. Soltera y sin novio, ¿no?

-Técnicamente lo he estado siempre. -aduzo mientras sonrío al pequeño Pitt al que veo alejarse en los brazos de Karen. Me dirijo a As el cuál está más cerca de mí que antes. Las sombras se despiertan pero no a la misma velocidad de antes. Sin previo aviso, As se abalanza sobre mí y me besa.


Eternal ▴ H. S [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora