Capítulo 23. Próximo destino: Francia

518 39 0
                                    

-Pues nada. -dice As deteniéndose frente a mi casa.

-Gracias por acompañarme. -agradezco mirándome los dedos. Él sonríe con las manos en los bolsillos.

-Ha sido todo un placer ayudarte en el autobús, presentarte a mi familia y que se crean que eres mi novia.

-Igualmente. -contesto riéndome.

-Adiós Hess de Hessa Delevingne, la loca de los unicornios.

-Adiós, As de Adonis Restell, el dios griego absolutamente sexy. -él me muestra una última sonrisa que me hace ruborizar y se va.

Entro en la casa pero no hay nadie. Repaso mi tarde, ha estado bastante entretenida, pero ahora que estoy aquí de nuevo... Oír «Hessa» de As me recordó a Harry. Es cómo si hubiese sustituido su voz por una más profunda y ronca. Me siento en el sofá, cojo un cojín y le arranco un hilo inexistente mientras mi cabeza se sumerge de nuevo en negativos pensamientos. Hace casi cuatro semanas que no le veo, que no sé nada de él, que no oigo su voz... Hace un mes que sé lo cabrón que puede llegar a ser. Hace veintiocho días que la pena no cesa.


Al día siguiente el día es de lo más aburrido y angustiado, escribir no me satisface todo lo que me llenaba antes pero hacia las cuatro mi hermano aparece en el dormitorio y dejando una maleta rosa en él anuncia:

-Haz la maleta, nos vamos. -sin objetar ni preguntar nada obedezco. Meto toda clase de ropa pues aún no sé a dónde vamos. En el coche le doy la paliza a mi hermano intentando sonsacarle qué visitaremos este año pero él sonriente no dice una sóla palabra. Arraigada en el fastidio logro descubrir en el aeropuerto que vamos a Francia, ¡a París!

-Oh, làlà, la Torre Eiffel, Montmartre... -digo al más puro estilo francés intentando recordar más monumentos. Con un hambre atroz que logro calmar con una bolsita de cacahuetes embarcamos a las seis y media. Me acomodo en la ventana y mi hermano se pone un antifaz de esos que dan. -¿Qué haces, Dustin?

-¿Dormir? -contesta él como si fuese demasiado obvio.

-¿Te vas a pasar una hora y quince minutos durmiendo?

-No pienso mirar una hora y quince minutos el cielo. -dice, dando por sentado que es lo que yo voy a hacer. Y la verdad es que no se equivoca, sólo que acompañaré mis pensamientos con la música de fondo, como si mi vida se tratase de una película. En una pantallita situada al lado de la puerta un icono de un cinturón abrochándose nos indica que hagamos lo propio y minutos después las azafatas pasan a ver si hemos hecho lo que se nos decía. A las siete despegamos según lo previsto y lo paso algo mal pues nos dicen que habrán algunas turbulencias. Mi hermano se quita el antifaz y me regala una mirada tranquilizadora, oculta de nuevo sus ojos y se echa a dormir. Me pongo los auriculares y esta vez mis oídos son inundados por la voz de The Weeknd y su The Hills. Mato el rato con algunos sudokus, (sinceramente no sé cómo se hacen pero yo finjo hacerlo y así observo a la gente de mi alrededor.) Delante oigo a un hombre calvo roncar. A su derecha su mujer trata de despertarlo o que cese de roncar, supongo que muerta de la vergüenza. A nuestra derecha una muchacha de la edad de Dustin lo atraviesa con la mirada. Suelto una risita, incluso como una marmota este hermano mío las enamora. La chavala pelirroja no parece ni siquiera parpadear y cada vez que la miro aparta sus furtivos ojos claros a la vez que su rostro se torna del mismo color que su pelo. Espero que no se piense que Dustin y yo somos novios. Algo aburrida cierro los ojos y doy unas cabezadas pero me siento demasiado incómoda en todas las posturas posibles así que no se me ocurre otra cosa que hacer que ponerme a pensar en Harry. Seguro que de seguir bien Dustin no habría tenido inconveniente en que él viniese, ya nos imagino en la preciosa Torre Eiffel... En las maravillosas calles de Montmartre, recorriendo la Catedral de Notre Dame... Pero el muy hijo de puta me declaró amor eterno y a la semana se lía con otra. Suspiro y me retrepo en el asiento. Intento apartar de mí esos malditos pensamientos pero llegan de nuevo.. Mi reloj indica las ocho mas debo sumarle una hora más pues tengo entendido que aquí hay una hora más que en Reino Unido, por lo que deduzco que falta un cuarto de hora para aterrizar.

Efectivamente a las nueve y cuarto, (ocho y cuarto en Reino Unido) aterrizamos en Francia, muriéndome ya del hambre pues incluso a las ocho y cuarto en Cheshire East también tendría hambre si no hubiese cenado, le ruego encarecidamente a mi hermano ir a cenar algo. Mientras recogemos el coche de alquiler y nos dirigimos al hotel oigo mistripas rugir. En Inglaterra acostumbramos a cenar a partir de las seis, seis y media en mi caso. Para mí ahora, estando en Francia o no, son las ocho y cuarto y estoy que me subo por las paredes. Llegamos al gran hotel y nos dirigimos a nuestras respectivas habitaciones. Contemplo maravillada la enorme cama de matrimonio en la que dormiré los próximos cuatro días pero sin más tardanza guardo la ropa en el armario y cogiendo una camisa de gasa blanca, una falda de tubo granate y unos zapatos de tacón negros me meto en la ducha. Hacia las diez nos montamos todo elegantes en el coche y en el gps mi hermano teclea algo. Cuando miro en él pone: 22 rue Sourcouf, 75007, París, Francia. Conduce un buen trecho y cuando aparca caminamos hasta que llegamos a un precioso restaurante llamado: Restaurant Mariette. Desde afuera parece de lo más refinado y no me equivoco al entrar dentro. Nos sientan en una mesa que da a un gran ventanal desde el que puedo ver el maravilloso paisaje que Francia me ofrece. Miro la carta, todo en francés, genial. El mâitre se acerca y mirándonos dice algo en frances que yo interpreto por: "¿Qué van a tomar?" Mi hermano le pide como primer plato Ratatouille Niçase. Tengo entendido que es un guiso y de segundo un entrecôte poco hecho.

-¿Y tú, Hess, qué vas a tomar? -miro indecisa la carta, no sé qué es nada, tan sólo conozco la vichissoise y la soupe à l'oignon. (Ambos sopas.) Finalmente decido no arriesgar a pedir algo que no me guste y pido la vichissoise y como segundo plato brochetas con una salsa que el cocinero recomiende. Para beber mi hermano pide un vino esquisito sin alcohol. Instintivamente aparto la mirada y descubro a la pelirroja detrás de nosotros.

Uno: o escasualiad, o dos: esta tía nos acosa, bueno a Dustin. Aprovecho para sacar el tema y se lo comento a él. -En el avión había una chica que se te comía con la mirada.

-¿En serio? -pregunta Dustin desinteresadamente mientras mira por la ventana.

-¡Dustin está buenísima! -exclamo pero sin dejar de susurrar. Él aparta rápidamente la vista de dónde quiera que mirase y la clava en mí. -Da la casualidad de que está cenando con, supongo, sus padres justo detrás de nosotros. -hace ademán de girarse pero lo detengo. -¡No seas descarado! -seguimos hablando algún tiempo más sobre la muchacha y entonces el camarero nos trae los platos. Mmmm, las brochetas y la vichissoise tienen una pinta de escándalo y lo que ha pedido Dustin también.

Tras la maravillosa cena pedimos de postre mousseau chocolat. Mous de chocolate de toda la vida, vamos. Notando a mi hermano con la cabeza en otro sitio le comento algo antes de irnos.


Eternal ▴ H. S [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora