Capítulo 4. No, gracias

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Miro el reloj. Jo, Dustin, para una cosa que te pido vas y te olvidas de mí. Miro el móvil por décima vez y me encuentro con un mensaje nuevo. «He encontrado curro, hoy me tengo que quedar todo el día, vuelve a casa en bus o andado, lo siento :) D.»

Resoplo. ¡Qué pocas ganas de andar! Me pongo los auriculares y le doy al play de Lil Wayne. A mi hermano le encanta y me pasado su gusto, por lo visto. Casi me pongo a bailar aquí en medio. Por un segundo me lo planteo, quizá me lleven presa por desorden público, así no tendré que volver a "casa".

Dustin, ¿ves? Odio esa casa.

Dustin, vámonos por favor.

Dustin conecta la telepatía.

Por favor, Dustin, llévame a un loquero.

Dios, qué mal estoy...

Me da miedo volver a esa casa. La última vez que estuve allí sola... Trago saliva, vamos Hess, sé fuerte. Pero, Dios, ¿cómo serlo después de aquello? La barbilla me tiembla. Pagaría por no haber vivido eso. Por no haberme sentido cómo me sentí después.

Me obligo a detenerme. El corazón me late con tanta fuerza que casi puedo oír los desbocados latidos por encima de la música. La respiración se me acelera y comienzan a sudarme las manos. Verás qué gracia como me de aquí un ataque de ansiedad. No soportaría que me cogiesen ni para ponerme en la camilla y que después me usasen cómo una cobaya. Tocándome sin parar. Pensar en eso hace que los escalofríos se incrementen.

Respiro por la nariz y expulso el aire por la boca, así durante cuatro veces. Mi corazón similar a un caballo indomable se calma poco a poco. Mi respiración se tranquiliza y por fin vuelvo al planeta Tierra. Ahora en mis oídos reina Imagine Dragons. Nada como su voz para animarme. A mitad de camino vuelvo a frenar. Me entran ganas de gritar, de maldecirme a mí, a Holmes Chapel y al calvo del profesor de lenguaje. «Si no entregáis ésto mañana os pondré mala nota..., si no lo hacéis bien no contará, si no soy un calvo de mierda, ¿qué soy? Bla, bla, bla...» Puede que esto último me lo haya inventado pero me importa una mierda. Es un calvo y lo sabe. Arrastrando los pies pongo rumbo de nuevo al instituto.

Por segunda vez, me recibe el mismo cartel: "Holmes Chapel Comprehensive School". Entro por la puerta y alguna que otra limpiadora me mira con cara de: "Eres el primer alumno que viene dos veces el mismo día por propia voluntad". No, cariño, no lo hago por propia voluntad. Aunque hay que reconocer que no me ha molestado regresar tanto como le podría haber molestado a otro. Simplemente porque probablemente a ellos en casa les espera la comida caliente y a mí lo que me espera es sopa de sobre y un montón de recuerdos de lo más dolorosos.

Ando por el pasillo desierto y unas voces me llaman la atención. Dios, la jefa de las Divas. Me asomo por el ventanuco de la puerta de una de las aulas y veo a... Harry, todo espaldas anchas y fuertes y a la Barbie Malibú frente a él.

—Harry, no puedes hacerme ésto —suplica ella sin dejar de sobarle.

Él niega y entonces oigo por primera vez su profunda voz:

—No te estoy dejando ni nada parecido, porque no hemos estado nunca.

—Harry...

—Joder, Dove, estoy harto de repetírtelo. No. ¿Te lo deletreo? —anda, se llama Dove (Dove-diva), si es que soy un hacha en esto de los motes.

Me percato de que se dirige aquí y ocultándome tras un hueco entre unas taquillas la veo irse. Me asomo curiosa al ventanuco nuevamente y observo a Harry apartarse el pelo de la cara. De repente se gira y me ve. ¡Coño! Abro los ojos y corro a mi aula.

Eternal ▴ H. S [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora