Capítulo 48. Efímero

326 27 0
                                    

Un día. Un puto día es lo que ha durado todo. No me contesta a los mensajes, se niega a bajar cuando lo busco en su casa. ¡Pero, qué culpa tendré yo! Soy la que me voy, joder, que suene egoísta pero soy la que va a perder todo lo que había conseguido en estos meses. Claro que no le pediré que me espere, que me siga queriendo incluso a tantos kilómetros. Pero al menos podríamos hablar las cosas y terminar toda esta mierda de manera pacífica. Profiero un largo suspiro que resuena en toda la casa, ya vacía. Mientras lo veía alejarse con el coche a toda velocidad no pude evitar odiarle, a él y a mí. Decidí volver y cuando ya estuve quedándome incluso dormida, me llegó un mensaje de Blaire, avisándome de que Harry había regresado. La ignoré y cerrando los ojos me sumergí en mis pesadillas. Me levanto de uno de los cuatro pufs que quedan en el salón y recorro la casa. Subo al desván, que contiene las mismas cosas que hace seis años. Me acerco a aquella esquina que junto a la casita del árbol tanto me protegió. En ella sigue la mantita y el peluche con el que dormía. Cojo a mi pequeña maravilla -así lo apodé-, un perrito azul al que le falta un ojo y rodeando su brazo de algodón bajo abajo de nuevo. Entro en el que un día fue el dormitorio de Dustin pero que tanto tiempo he ocupado yo, entonces, mirando el turquesa de las paredes a mi mente acude aquel fatídico día en el que George murió. Harry lloró. Lloró tanto que pensé que me moriría si volvía a verle soltar una lágrima. Hago una mueca levemente y salgo. Cruzo el umbral y contemplo el final del pasillo. Ése que tantos mordaces recuerdos sigue conservando. Cobijo de fantasmas y fábrica de demonios. Camino serena. Las piernas no me flaquean y con ímpetu abro la puerta. Como si de dos polos iguales nos tratásemos, la habitación parece querer repeler mi presencia. Doy un paso, y luego otro. Siento el suelo como arenas movedizas que de un momento a otro me va a tragar. Mordiéndome el labio hasta el punto de hacerme daño me obligo a no ceder. Me voy, y debo ganar a esos hijos de puta que tanto me han atormentado. Pero, ¿cómo hacerlo sóla? Trato de evitar derrumbarme y descorriendo la cortina dejo que la luz se cuele por la ventana. Las sombras que danzaban por la fría estancia se evaporan bajo los rayos del sol. Mi interior sonríe, yo sonrío. No he ganado, jamás superaré ésto, lo sé, pero creo que puedo conseguir asimilarlo. Vivir con esos demonios y lograr domarlos. Veo como la luz desaparece, cada vez más tenue descubro que el sol se va, nubes negras lo cubren y las sombras vuelven a la vida, arrellanándose a mi alrededor. Hiperventilo, no son reales, no son fantasmas de personas muertas, no son nada verídico, pero joder, estos fantasmas que poseo son peores que todos ésos. Me desplomo abrazando con fuerza a maravilla notando como el frío me inunda. Los escalofríos se incrementan y llamadme loca más mis oídos son invadidos por miles de susurros.

Cedo.

Han ganado, he vuelto a perder.

Casi me agencié la victoria de esta batalla; mas nunca será así.

-¡Hess! -abro los ojos. Me mira con los ojos más que preocupados. -Te has desm... -le abrazo.

-Harry... -susurro. Lo necesitaba. Lo necesito tanto que me duele saber lo lejos que estará de mí.

-Hess, soy yo, Dus. -le miro y corroboro que es mi hermano, el cuál por temor, imagino, no me devuelve el abrazo. Me estrecho otra vez a su cuerpo y en mi cabeza susurro el nombre de Harry. Dustin me estrecha contra sus brazos haciéndome saber que siempre estará para mí. Pueda abrazarme o no.

-Inténtalo. Intentadlo. -le miro incrédula.

-Dustin, ¿por qué voy a intentar seguir con todo ésto?

-¿Porque os queréis? -contesta como si fuese demasiado obvio.

-Él se quedará aquí; y nosotros en Nueva York. Dicen que las relaciones, sea cuál sea, así no funcionan.

-Vamos, Hess, inténtalo. Vale que finalmente lleves razón pero podrás decir que trataste de hacerlo.

-Joder, Dustin... No puedo, ¿vale? ¿No crees que nos haríamos daño? -cierro los ojos. Claro que quiero intentarlo. Quiero hacerlo con todo el ahínco necesario. Aún si desfallezco en el intento. -No podemos... Cuanto antes cortemos todo ésto, mejor.

-Hess...

-¿Y si aparece alguien en nuestras vidas? No podemos esperarnos mutuamente. No puedo gastarme un pastón para ir allí una semana, ¿y luego qué? Hasta seis meses después, que sea él el que venga, ¿no?

-Morir en el intento. -masculla. «Morir en el intento.» Mi madre siempre lo decía.

-No pienso arriesgar tanto.

-Yo lo hice. -y es cierto, esa frase se puede aplicar literalmente a cuando mi hermano intentó protegerme de Drew. Le miro, no sé qué decir, así que levantándome digo:

-No lo haré, Dustin, no intentaré algo que no tiene futuro.

-Entonces no le querrás tanto como dices. -oigo mientras me alejo del salón. Quieta en el pasillo proceso lo que me ha dicho. ¿Será cierto éso?

-Claro que le quiero. Y es precisamente éso por lo que no quiero intentarlo. Sé que demostrarnos nuestro amor a tantos kilómetros será más doloroso que tener que decir adiós a todo ahora. No pienso ser tan egoísta como para obligar a Harry a quererme incluso a tanta distancia. -Se levanta y se dirige a la entrada. Le persigo con la mirada hasta que regresa mientras dice:

-Hess, la distancia no tiene por qué ser un problema.

-¡Sí, Dus, sí! ¿Por qué te empeñas en que continúe algo que no tiene ningún futuro?

-Claro que lo tiene. No me importará esperarte, ¿cuánto? ¿Un mes, seis meses, cuatro años? Yo sí quiero intentarlo, Hessa, porque te quiero, pero dime, ¿quieres intentarlo tú?


Eternal ▴ H. S [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora