Capítulo 29. Tras ese gris se esconde la vida

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Me despojo de las sábanas en las que estaba enroscada y corro a la cocina a por un vaso de agua. La respiración se me ha acelerado más que un coche de carreras y mis latidos rebotan en las paredes de mis oídos. Las gotas de sudor perlan mi rostro y me aterra recordar la pesadilla. Dios... lo he pasado tan mal. Tengo la boca seca y los labios aún más. Cierro los ojos pero los abro enseguida pues la mirada digna de un loco de Harry se aparece cada vez que tiene oportunidad. Me relajo poco a poco. Creo que pasar por lo que viví con Drew siendo Harry sería un millón de veces peor. Llaman al timbre y me doy cuenta de que Dustin no está, ¿hoy trabaja? Abro la puerta y Harry me repasa con la mirada. Bajo los ojos. «¡Coño, otra vez!» Corro al dormitorio y me pongo un pantalón. Cuando regreso a la entrada está sentado en la encimera de la cocina.

-Ya es la segunda vez que me recibes en bragas, pero tranquila, a mí más que a nadie me encanta que lo hagas. -dice para picarme.

-Ja, ja. -río irónica. Le miro esperando que diga algo pero permanece en silencio. Escruto sus ojos, ¿por qué mi mente es tan hija de puta como para imaginarlo borracho y como un violador...?

-¿En qué piensas?

-En ti. -suelto, enarca una ceja. -Bueno más o menos. -en realidad no eres tú, eres tú pero en versión cabrón mal nacido. Así que...

-O se piensa en alguien o no, no hay término medio.

-Sí lo hay.

-Estoy seguro de que no.

-Y yo que soy la que piensa en ti te digo que lo hay. -replico alzando el tono. Sonríe, ¡será mamón! Le encanta verme enfadada, anda que... -Odio que me lleven la contraria. -aduzo. Bien, Hess, otra cosa que utilizar contra ti. -¿A qué has venido? -pregunto entonces.

-A verte. -alzo ambas cejas. -¿Acaso no puedo venir sin motivos? -se pone en pie acercándose a mí. Pongo los brazos en jarras. Me rodea con el brazo la espalda. -Te echaba de menos. -me explica en un susurro a escasos centímetros de mi rostro. Me ruborizo pero no aparto la mirada. Sonríe otra vez. «Que no deje de hacerlo...» -Pensé que desviarías la mirada. -ahora soy yo la que sonríe. Y entonces la maldita pesadilla acude a mi mente, provocándome escalofríos y haciendo que me aparte, frunce el cejo. -¿Qué pasa? -intento apartar la atención de mí, si le contase el sueño le tendría que contar lo de Drew, sino no sé qué pensaría, y aún no estoy preparada para hablar con nadie de lo que hizo ese hijo de puta. (Perdóname abuela).

-¿Qué te dije mientras dormía? -sus labios se curvan y niega con la cabeza. -¿No vas a decírmelo? -vuelve a decirme que no con la cabeza. -Pues fuera de mi casa. -ordeno. Abre los ojos como platos y me río haciendo que su rostro se suavice. -No, en serio: te echaré si no me confiesas qué dije. -baja los ojos al suelo como si sopesase la idea de dejarse echar, ¡¿en serio?! -¡Harry!

-Esto... no me parece justo. Quiero algo a cambio.

-¿Algo a cambio de qué?

-No sé, algo a cambio de tus comentarios mientras duermes. -Dios, espero no haber dicho nada demasiado embarazoso.

-No pienso darte nada a cambio. -él se gira y cruza el umbral de la puerta. Le sigo con la mirada totalmente patidifusa. -¡Harry! -pero no vuelve. Salgo y veo que se monta en su coche. Abro la boca y guiñándome un ojo pone el coche en marcha. Los relámpagos anuncian lluvia. -¡Detente! -grito. Menudo espectáculo. El coche da marcha atrás y me acerco a la acera. -¿Qué quieres a cambio? -sonríe. -Serás egocéntrico... -musito. El frío arrecia y me caen algunas gotas de las oscuras nubes. -Vamos Harry, va a llover en nad... -y nada más decir «va a llover» como si el propio Zeus me escuchase una tromba de agua cae del cielo. Corro a la puerta.

-¡Hessa ya sé que quiero a cambio! -«bailar no, bailar no, bailar no, por favor, por favor, por fa...» -Quiero bailar contigo. Ahora. Bajo la lluvia.

-¿Eres consciente de que no somos Gabriella y Troy, los protagonistas de High School Musical y que no vamos a conseguir fans, no? Tan sólo pillaremos una pulmonía. -pregunto con la vista algo empañada por la lluvia. Sonríe nuevamente como incitándome a que el mero hecho de bailar será una buena compensación. ¿Cómo resistirme a esa sonrisa? Asiento tímidamente ya más empapada. Sale del coche y se acerca a mí. Y me pide un segundo con el índice. Vuelve al coche y enciende la radio, haciendo sonar a todo volumen: I don't wanna love somebody else. Me rodea la cintura con los brazos y lo estrecho más a mí. Dejo mis brazos alrededor de su cuello y nos mecemos suavemente con la música, cantando para nuestros adentros la preciosa letra. Apoyo la cabeza en su pecho y me olvido de todo. Abriendo los ojos tan sólo un segundo veo gente correr buscando refugio, otros bajo un paraguas mirándonos y me siento dichosa. Habiéndolos observado un segundo en su rostro he podido percibir como también querrían algo así, haciéndome saber que son corrientes y que están más que sumidos en la monotonía. Pero con Harry no es así, él es algo nuevo y sorprendente a cada segundo. La canción acaba y separándome de él le agradezco con la mirada este gesto. Sonríe, apaga la radio y cierra el coche. Volvemos a la casa y me quedo de piedra, mojándome y calada hasta los huesos.

-Me cago en toda la puta. -digo sin más, entonces Harry también se da cuenta de que la puerta está cerrada a cal y canto y que no hay manera de entrar. -¡El desván! -grito. -Quizá podamos colarnos por esa ventana. Rodeamos la casa y en la antigua casa de Blaire, en el cobertizo hallamos una escalera. «Qué suerte.» Aguanto la escalera mientras Harry sube: será él el que abra desde dentro.

-¡Ven, Hessa! -grita entonces. Frunzo el ceño, será gracioso resbalarme y romperme la crisma. Pienso mientras estudio la, probablemente, inestable escalera. Con algo de su ayuda subo y sonríe mientras su largo pelo le cae por la cara.

-¿Qué estás tramando, Harry? -en lugar de entrar por la ventana se apoya en el marco y ágilmente llega al tejado. Abro los ojos, ¿no querrá que yo suba, no? Me tiende la mano. Dios mío, Hessa de aquí no sales. Trago saliva y torpemente le imito. -¿Ahora qué? -inquiero un tanto borde. Se limita a sentarse en el tejado e indicarme que haga lo mismo. -Harry estamos empapados, llueve mucho y tenemos que entrar. -él niega. Suspiro y me siento a su lado.

-Contempla el mundo desde otra perspectiva, Hessa. No te limites a verlo todo desde un mismo plano. Hay cosas maravillosas ahí fuera que no se ven del mismo modo desde un ángulo que desde otro. -tuerzo la cabeza y lo contemplo todo. Wow. Esto te deja sin aliento. Coches conduciendo y faros de los propios automóviles encendidos. Casas viejas, nuevas, destartaladas y ultra modernas. El granero del viejo Erl, el bar dónde Dustin trabaja. Gente aquí y allá, paraguas coloridos bajo un paisaje gris. Pero aún siendo tan gris y sin vida es hermoso. Es hermoso pensar que gente como Harry sabe verle su lado bueno y que hace de él un lienzo totalmente distinto. Le miro y bajo la lluvia sus ojos verdes brillan.

-Esto es increíble, Harry. Gracias por hacerme sentir privilegiada otra vez.

Tras lograr entrar en la casa escruto a Harry intentando que sea él el que me diga lo que hablé mientras dormía.

-¿Entonces? -insto.

-Entonces, ¿qué? -pregunta él al tiempo que muerde una manzana. Frunzo el ceño. -¡Ah! ¿Lo del sueño, no? -asiento. -La verdad es que la mitad de las cosas que dijistes no las entendí, pero sí que murmuraste mi nombre varias veces y también me pedías que no me fuese nunca. -¡ay Dios mío! Me pongo como un tomate, qué vergüenza. Harry sonríe y se acerca a mí. -No te pongas colorada, nada de lo que dijistes es motivo de vergüenza, a mí me encantó oírte. -eso me arranca una risita. -Me tengo que ir, hablamos, ¿vale? -asiento y me da un beso en la cabeza antes de irse. En la encimera hay algo, un sobre pequeñito y abultado. Lo abro:

3. El mejor monumento lo tuve a mi lado todo el tiempo. Sonríe siempre recordando el viaje a París.

H.

Junta a la nota hay una pulsera de color rosa y naranja con una H colgando y una pequeña Torre Eiffel.

Eternal ▴ H. S [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora