Capítulo 4: Ser como antes

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Era gracioso ver la poca confianza que había entre nosotros ya. Suéltame, suéltame por favor y déjame irme, ya me hiciste mucho daño. Era raro sentir sus manos temblorosas en mi brazo, porque cuando él me tomaba antes, lo hacía con decisión. En silencio seguía esperando que respondiese mi pregunta, aunque ya nada me sorprendería.

Natsu: Nunca dudé de ti. Sólo esperé el momento en el que me dijeran que viniese por ti.

Me alegras, haces que pedacitos de mi roto corazón se peguen, pero, ¿tú no querías venir a buscarme por ti mismo? ¿Estarás feliz si vuelvo al gremio? Me preguntó si podíamos volver a ser los de antes, pero aquí estamos de nuevo mirándonos la caras como dos desconocidos.

Lucy: ¿Y qué debo hacer? ¿Volver y hacer como que no ha pasado nada? Aún no encuentran a quien está traspasando información, me pueden volver a inculpar.

Soltó mi brazo, pero de un tirón me arrebató los bolsos y maletas para dejarlos caer al suelo. Me agarró de la cintura y me levantó hasta su hombro, dejándome ahí para comenzar a avanzar. Sentí las mejillas calientes y sabiendo que él ya no me soltaría, sólo me dejé llevar.

Llegamos delante del gremio, y abriendo la puerta de una patada, me dejó dentro. Todos me esperaban con las caras llenas de risa, globos y comida, era una celebración. Era una sensación bonita, de alegría que no quería demostrar; mi cuerpo temblaba por lo mismo. Todos los miembros del gremio se lanzaron sobre mí dándome un gran abrazo.

Lucy: Muchas gracias, chicos...

Las lágrimas querían salir de mis ojos pero nos las dejé. Al cabo de un rato el maestro se acercó y pidiéndome perdón, me ofreció volver a tener la marca del gremio. Miré las caras impacientes de todos... Así que coloqué la mano. Esta vez no corrí a mostrársela a Natsu, fue como repetir mi llegada al gremio pero algo inconclusa. Nuevamente me había traído él, y se lo agradecería cuando encontrase el momento.

Al día siguiente volví a rehacer mi vida como maga. El sol brillaba por mi ventana como no lo hacía desde hace tiempo. Salí de mi cama sonriendo, y la sorpresa fue que cuando volví de mi baño matutino, el hombre más inoportuno estaba recostado en mi cama.

Natsu: ¡Hola, Lucy!

Supongo que esto debo tomarlo como normal.

Lucy: Buenos días, Natsu.

Creo que mi respuesta sencilla le sorprendió. Luego del saludo no volvimos a hablar, sólo nos mirábamos. Cada vez que sus ojos se topaban con los míos sentía como en mi corazón daban una punzadas; el hecho de mirarlo era fortalecedor y al mismo tiempo trágico. Fui al gremio en busca de una misión, pero en cuanto escogí una, Natsu saltó de la nada diciéndome que me acompañaba. Volvíamos a ser como antes. Nos reíamos, sentía ese aura cálida que él me transmitía.

Pasó el tiempo, y el aumento de nuestra confianza iba por los cielos. Hasta que un día, en el gremio, nos quedamos sentados. Natsu estaba ebrio tras una pelea de quien bebía más alcohol con Cana. Evidentemente ella ganó y me dejó a mi con el problema. Aunque Natsu tan solo me miraba... Miraba y me miraba... Estábamos ambos sentados en la barra, mientras yo conversaba con Mirajane.

Natsu: Lucy...

Ante su llamado giré mi cabeza y ocurrió lo que no debía suceder. Mis labios chocaron contra los de él, y a pesar de que fue un pequeño roce alteró a todos. Lisanna venía recién entrando al gremio y se quedó parada ahí mismo. Elfman se levantó dispuesto a golpear a Natsu.

Lisanna: ¡Detente, Elf-niichan! Eso fue un accidente, no pasa nada. Ahora que todos me están poniendo atención me gustaría decirles algo.

La gente permaneció en silencio. Yo tenía un mal presentimiento. Ella se acercó a Natsu y le dio un abrazo por la espalda.

Lisanna: ¡Yo y Natsu seremos padres!

La desesperación de LucyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora