12. Amor y Manzanas

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La campana sonó. Y me separé de Edward.

-Tengo que ir a clase- dije e intenté alejarme, pero me sostuvo de la cintura impidiendo mi salida.

-Edward, vamos- dije insistiendo y entonces sonrió.

-Quiero quedarme aquí- miró mis labios-, contigo.

Suspire.

-Ya habrán mas oportunidades- dije

Sus manos ligeramente bajaban hacia mis muslos. Y entonces lo miré.

-La clase de...-suspire- francés.

Las manos de Edward acariciaban mis piernas, y me acercó a él, podía sentir su roce en mi entrepierna.

Me besó de nuevo los labios y luego pasó a mi cuello, la piel se me eriza.

-Edward- se separó- ¿qué estamos haciendo?- miré sus labios entreabiertos y luego sus maravillosos ojos.

-Nada que no queramos hacer, mi amor- respondió.

Un hormigueo recorrió mi ser al sentir sus labios en mi clavícula, seguida de cada parte de mi cuello. Cerré mis ojos y suspire abriendo un poco los labios, sintiendo completamente los suyos. Un gemido salió de mi garganta al sentir un tirón de mi labio inferior al ser mordido.

Caminé lentamente hacia atrás y chocó con la pared, fue entonces cuando colocó sus manos en los lados de mi cuerpo y me levantó, de inmediato enrolle mis piernas en su cintura sin dejar de sentir sus labios besándome tan intenso como yo a él, tan brusco que era perfecto.

-Dios mío- dijo él respirando aceleradamente-, vamos a mi casa- me miró esperando respuesta.

Sí- decía mi corazón.
No- contraatacaba la razón.

-Edward yo- me miró atento-.. llegaré tarde a mi clase.

-¿Qué?- dijo atónito- pensé que nosotros íbamos a ..-Interrumpí

Me bajé de su cuerpo.

-Vamos a clase- lo besé mordiendo su labio inferior- ¿quién cae a los pies de quién, mi amor?- lo miré seguido de una sonrisa.

Tomé mi mochila, me la coloqué y aseguré mi patineta en la misma, volteé y Edward miraba el suelo, no se había movido ni un milímetro.

Me acerqué a él y toqué su mejilla, obligándolo a dirigir su mirada hacia mí.

-¿Qué pasa, amor?- pregunté preocupada, intentando sonreír un poco.

La mirada se le iluminó, y tardó en responder, como unos dos minutos enteros, donde sólo me miraba.

-Te estoy queriendo más de lo que pensé quererte, y no sé si está bien- me tomó del cuello y me acercó a él un poco cerrando los ojos.

Sus palabras fueron una eterna música para mis oídos y corazón. Me separé un poco, sonreí y lo abracé. Me correspondió y comenzó a dar vueltas conmigo en brazos, uniéndose con esto risas por parte de ambos.

Cuando dejó de hacerlo yo seguía riendo. Y cuando no lo escuché, me detuve y lo miré sonriendo.

-Sí está bien Edward, no debes de preocuparte- dije arrugando mi nariz haciendo una pequeña mueca.

Carcajeó.

-Tengo que preocuparme por otra cosa, mucho peor- dijo.

No entendí y levante mi ceja izquierda.

-Digamos que lo que acabamos de hacer me ha dejado un poco.. inquieto allá abajo.

He de haber quedado sonrojada pues, sentía toda la zona de mis pómulos caliente. Reí nerviosa y me dejó en el suelo.

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