14. Ay Dios mío

1K 53 8
                                    

-¿No te comentó si se sentía mal?

Preguntaron.. ¿Eres tú, mamá?

-No, ella estaba pálida cuando la vi, y segundos después se desmayó, Giselle- respondió una voz que no puedo descifrar.

Pero mamá, sí eres tú.

-Entiendo.. ¿Y tú eres..?- la escuché preguntar-. Desde que llegué no te haz despegado de mi hija.

-Él es un amigo de Gabriela, no tiene de que preocuparse-respondió.. espera ¿Qué?

-¿Cuál es tu nombre?- preguntó mi madre.

-Edward, Edward House- lo escuché hablar.

Oh por dios. ¿De verdad estás aquí?

Me removí incómoda, y poco a poco abrí mis ojos, la luz me cegó por un momento, parpadee y me froté los ojos.

Lo primero que vi fue a Edward. Me miraba preocupado, y yo sólo pude quejarme del dolor de cabeza. Mi mirada la buscó y ahí estaba mi madre, la cual me tomó de la mano.

-Hola cariño, ¿cómo te sientes?- me preguntó.

-He estado mejor, mamá- me limité a decir.

Sentí que Edward volteó a mirar la pared.

-Te mejorarás, ya verás- dijo positiva.

Ay mamá.. Si tú supieras..

-Probablemente lo haga. ¿Dónde estamos?- pregunté.

Mamá me soltó la mano y me miró.

-La enfermería del Instituto- dijo, y tomó un poco del café que tenía en su mano y levantó una ceja.

-Vale, entiendo- dije, y me froté los ojos de nuevo.

La voz indescifrable tiene dueño, mi amiga está aquí.

-Hola Heidi- sonreí mirándola.

-Hola Gabriela- se limitó a sonreír y mirar de reojo a Edward y mirarme de nuevo a mi.

¿Qué son estas miradas? ¿Quieres que hable con él?

Heidi abrió los ojos como platos, y continuó con esa acción, siendo persistente. Puse los ojos en blanco y mi mirada llegó a Edward.

-Bueno, eh- dijo mi madre acomodando su cabello-.. te buscaré algo de comer ¿está bien?- preguntó.

Sin esperar una respuesta se acercó para darme un beso en la mejilla y susurrar despacio muy cerca de mi oído.

-Habla con este guapo chico, se ha preocupado mucho por ti- y se retiró de la habitación con Heidi, mostrando una sonrisa por parte de ambas.

Ay Dios mío.

Edward se removió incómodo en la silla que estaba al lado de la camilla donde me encontraba medio sentada.

-Hola Gabriela- dijo nervioso.

-Hola- dije seca.

Vamos, sé directa.

-¿Qué haces aquí?- pregunté mirándolo a los ojos.

-Yo..- se pasó la mano por el cuello- sólo.. eh.. me preocupé, y pues, vine a verte- me miró-. Espero que no te moleste.

Miré toda la habitación pensando en que le respondería a mi Amor Prohibido. Estoy molesta con él, está claro, pero, vaya, en parte me alegra que haya venido a verme.

-¿Puedes darme un poco de agua, por favor? Me muero de sed- miré mis uñas evitando mirarlo demasiado.

-Claro, lo que pidas- dijo.

Amor ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora