Los escolta que mi padre puso para mi son ridículos, cinco de sus mejores hombres, entre ellos Byron para que llegue sana y salva al club Black Cat, éste lugar me parece tan...familiar, yo he estado aquí antes, he venido antes, tantas veces que puedo asegurar donde se encuentra cada cosa.
Dejo mi coche aparcado en el parking privado del local y entro al establecimiento donde alguna música se escucha por los altavoces y las camareras van de un lado para el otro con una bandeja en sus manos llenos de tragos de diferentes colores, el olor a tabaco me recibe haciendo que mi estómago se revolucione provocando fuertes arcadas, me abro paso entre las personas y corro hacia el baño, me encierro en uno de los cubículos y desecho las tostadas que desayuné ésta mañana pues no me dio tiempo de comer nada al medio día.
- estás bien?.
Esa voz, gruesa y varonil, esa voz tan familiar, su voz hace que de un respingo, cierro la tapa del váter para impedir que vea mi vómito y tiro de la cadena.
- te hicieron algo?- pregunta preocupado.
Con un gruñido me levanto y camino hacia el lavamanos, evito mirarlo en todo momento, no se lo que hace aquí pero su presencia no hace más que ponerme nerviosa, nada bueno se avecina con su presencia aquí ésta noche y se que no es pura coincidencia.
Me echo agua al rostro y al levantar la mirada por el reflejo del espejo que ocupa toda la pared veo esos orbes azules que me visitan cada noche en sueños, ahora como una visión, el no está aquí, estoy delirando pero entonces con delicadeza me coge de la cintura, el es real, su toque envía fuertes corrientes que de alguna forma consigue que las arcadas y el malestar se esfumen tan rápido como aparecieron, como una extraña y potente medicina, mi medicina personal.
- Darío...- jadeo al sentir sus suaves labios en la piel desmuda de mi cuello.
Su barba sobre mi piel activa zonas especificas en mi cuerpo, el deseo crece en mi interior, deseo por él, mi corazón late a un ritmo que hasta duele pues lo tengo tan lejos y cerca a la vez.
- no vas a cantar ésta noche - susurra en mi oído.
Frunzo el ceño y hago ademán de alejarme pero antes de poder hacer un solo movimiento siento como un metal frío se cierra sobre mi muñeca.
- no te muevas de aquí - dice con una media sonrisa.
Dicho eso se va, cierra la puerta del baño de mujeres dejándome esposada al grifo del lavamanos, no hay forma de escarpar, busco móvil en el bolsillo de mi pantalón pero como era de suponer, no está, gritar no serviría de nada ya que la música fuera es tan alta que sería inútil siquiera intentarlo pero esto no va a quedar asi, Darío no tienes la mas mínima idea de quien soy yo, miro a ambos lados en busca de algo que me pueda ayudar, a medida que pasa el tiempo me empiezo a desesperar cada vez más, la ira en mi interior empieza a crecer de tal forma que el deseo de matar a Byron regresa con mucha mas fuerza, todo ésto es su culpa en primer lugar, de no ser por el yo seguiría con mk tonta vida creyendo que hacia el bien, no hubiera conocido a Darío ni mucho menos me hubiera enamorado de el, no estaría aquí, ahora, esposada a un grifo en un club de traficantes y gente poderosa, aunque en el fondo se que todo es única y completamente mía, mi culpa.
- relajate Freya - me digo a mi misma.
Tomo largas bocanadas de aire, tengo que pensar, no puedo perder los estribos, no ahora, no después.
Algo malo va a pasar.
Se dice que las mujeres tenemos un sexto sentido, que aparece siempre que lo necesitamos, y ahora algo dentro de mi me pide, no, me exige que me quede aquí, que nada bueno saldrá si salgo de la prisión que acaba de crear Darío para mi.
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Dangerous
ChickLitEn su vida se había encontrado tantas veces en peligro que ya no le temía a nadie, luchaba para sobrevivir en un mundo donde si alguien triunfaba, lo único que hacían era intentar destruir, ella era una mujer importante, en tan solo año y medio habí...