11.-

395 27 3
                                    

Michelle

Era completamente una ciega andante. Mis manos ahora eran mis ojos, aunque tampoco eran de mucha ayuda. En la mañana fuimos a una clínica de visión, para comprar mis lentes, pero además de que apenas abrían, no tenían de mi graduación. La única opción que teníamos, era comprar unos pupilentes, y con sólo oírlo, supe que no me los pondría

-No te basta con que esté ciega, ahora me quieren quitar los ojos

-No exageres Mich. Claro que no... ya viste, no tienen lentes de tu graduación

-Puedo esperar

-Tuvimos que ayudarte a bajar las escaleras de la casa, por poco te subes a otro carro, al bajar del carro te tropezaste, ¡Confundiste a la señora Swan con nuestra abuela! No creo que sobrevivas en la escuela estando ciega

-Puedo hacerlo- le saqué la lengua y me crucé de brazos enfadada

-Le acabas de sacar la lengua al doctor, estoy a tu izquierda, primero, segundo, no me interesa lo que me digas, tus argumentos no pueden contra los míos, no pienso arriesgarme, tercero, no podrás ir a clase sin lentes, estarás pegada al pizarrón y te apuesto a que apenas podrás ver

-¡Oye! No estoy tan ciega- reproché

-Ah no?

-Ponme a prueba

Lo hizo y al final me arrepentí. Me hizo caminar de un extremo a otro y de alguna extraña manera, terminé en los baños para clientes, que estaba casi al fondo de la clínica

-Ok. Está bien, acepto lo pupilentes- dije acompañado de un largo suspiro lleno de resignación

-Ya lo sabía.Doc; aceptamos los pupilentes-Con ayuda de Rodrigo, me acerqué a ellos

-Vamos, ve el lado positivo, tus ojos los podemos conocer al fin- La voz de Jackson se sintió tan cerca de mí, que pareció que me hablaba en mi mente. O a lo mejor si lo estaba inventando mi imaginación. Me estremecí escuchando una risita débil.

No podía acostumbrarme a verme sin lentes. No parecía yo, mis ojos brillaban más de lo normal, que me llegó a dar miedo. Debo admitir que no me veía mal, pero aun así, mis ojos no se acostumbraban a sentir ese plástico cubriéndolos

Me atreví a quitármelo en cuanto entré a la escuela, me arriesgaba demasiado y lo sabía perfectamente, sí, pero prefería no usar esas cosas, a tener mis ojos rojos y llorosos, aunque hasta ahora, no me habían dañado los círculos de plástico.

Me senté al frente, como siempre. Rodrigo tenía razón, apenas alcanzaba a ver nada lo escrito en el pizarrón. Mi única herramienta fue el oído. Para mi negra suerte, el profesor me pidió leer un párrafo del libro, tuve el gran ingenio de inventar que estaba enferma de la garganta así que no podía hablar fuerte como era necesario para ser escuchada.

Sobreviví las clases, sin embargo, Rodrigo fue mi castigo por haberme quitado los lentes de contacto, ya que me estrellé contra la puerta, puesto que se dio cuenta de mi trampa. Sí, me regañó, no como me lo esperaba, fue un poco peor, realmente jamás me había llamado la atención así. Debo decir, que le agradecí a Jackson dentro de mí, de haber interrumpido el regaño con su llegada, Muy en el fondo y recóndito de mi corazón, pero le agradecía ¿no?

Todo el camino reinó el silencio. Quería romperlo yo, pero el problema es que jamás se me ocurría nada. Mi mente cerrada de ideas como yo de la vista. Así que no me quebré la cabeza en pensar en un tema. Además, eran hombres, difícil para mí conversar con ellos, aunque a veces creía que Jackson era un completo duplicado de mi hermano. Un clon

¿Enamorado de una Nerd?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora