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Caminé lo más rápido que mis pies me permitían, sin fijarme con exactitud donde pisaba, ya que la oscuridad de la noche se abrió paso y las luces de las lámparas de la calle no eran suficientes para que mis ojos pudieran distinguir con claridad por donde pisaba.

- Michelle! Espera! - los gritos de Leyla ya los escuchaba lejos y sin tanto poder

No miré atrás, en ningún momento. Era más mi orgullo en estos momentos que cualquier otra cosa. Mientras caminaba con la mirada al piso, las palabras de Tamara se hicieron retumbaban en mi mente como si no fuera suficiente el haberlo escuchado de su propia boca.
Por alguna extraña razón, sentí una gota helada caer en mi naríz. Miré al cielo el cuál ya se tornaba negro a causa de las nubes llenas de agua.

- Maldición... lo que faltaba - refunfuñe a lo bajo, apresurando más el paso...si aún era posible hacerlo

Las gotas empezaron aparecer en el suelo rápidamente, dando aviso de que la temporada de lluvias estaba a la puerta de nuestras casas. Vaya clima que se le ocurre empezar conmigo en la interperie! Y por un momento me arrepentí de haberme salido de la casa de Tamara, sin embargo, las palabras volvieron a retumbar en mi cabeza lo que causó que mi arrepentimiento se esfumara enseguida.
El agua me mojó en cuestión de segundos de pies a cabeza pero continúe caminando, mirando al frente, cayendo en cuenta de que la distancia entre mi casa y entre la de Tamara, era algo larga. Paré unos segundos dejando salir el aire de golpe y continúe mi camino

Un carro Toyota gris se paró en seco a mi lado y al bajar el vidrio del conductor, se dejó ver el rostro de Leyla

- Michelle! Entra al auto, no llegarás ni a medio camino con este clima.

Ignoré su petición sin mirarla continuando con mi camino.

- Michelle, la pelea fue con Tamara, no conmigo, no tienes porque ignorarme así. Solo quiero ayudar - volvió hablar al ver que no daba señal de hacerle caso alguno.

Paré en seco y el carro que avanzaba a mi paso, también lo hizo. Miré a Leyla con su rostro ya algo mojado por las gotas escurridizas y sus ojos entrecerrados esperando. Sonreí a medias y caminé frente al carro para ir al lado del copiloto. En cierto modo tenía razón, la discusión, si es que se podía decir así, la había tenido con Tamara, y ella sólo había sido testigo de ello. Abrí la puerta y en el asiento ya descansaba una toalla cubriéndolo. Subí sin pensarlo 2 veces después de sentir una ráfaga de viento helado en mi espalda cubierta por una simple y delgada blusa. Al encontrarnos dentro del carro, el ambiente cambió completamente a uno cálido. Leyla me sonrió para después continuar el camino.

Tuvieron que pasar 10 minutos desde que subí al carro, para poder romper el silencio de una vez por todas.

- Lo siento - susurré apenas audible para mí

- Qué? - me dedicó una mirada fugaz para no perder la concentración del auto, pero sin dejar de lado el interés ante mi disculpa

- Por haberme comportado así. Tú... Bueno, sólo fuiste audiencia y yo...

Sentí su mano en la mía con un pequeño apretón dedicándome una sonrisa amigable lo cuál me hizo sentir bien y sin preocupaciones.

Continuamos el camino en silencio, pero éste, ya no era incómodo. Tardamos varios minutos en llegar a mi casa, sin decir palabra y sin detenernos a excepción de cuando nos tocaron los semáforos en rojo.

Tomé mi mochila en silencio dispuesta a salir del auto, cuando el suspiro de mi acompañante se dejó escuchar.

- Sé que Tamara no dijo las cosas con intención de herirte y hacerte sentir mal

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