CAPITULO 10: La llegada de los villanos

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(Narra Carlos)

Acaricio a Colega con suavidad, atendiendo al televisor de vez en cuando, en el que el videojuego que Jay disfruta sigue su curso. De vez en cuando o le rasco la barriga al perro, (la perra) o le doy consejos a Jay de como cargarse a cada malo. Sin embargo, no hay manera de que me haga caso, es tan independiente que no acepta uno sólo de los veinte consejos que le doy en las dos horas que pasan antes de que Mal e Evie lleguen a la habitación armando jaleo por alguna noticia que no llegan a explicar con claridad antes de que intente tranquilizarlas.

-Estamos igual que estábamos pero alarmados.-bromeo.- ¿Qué ha pasado?

-El Hada Madrina nos ha dicho que Maléfica, ahora que ha vuelto a su tamaño original, junto con el resto de nuestros padres van a venir aquí, a Áuradon.

Jay para de jugar, y me quedo tan boquiabierto como estaba antes de que Evie acabara de hablar. LA parálisis sólo pasa para alejarme de la posición de ambas con el pulgar y el índice descansando sobre mis sienes, con los ojos cerrados, cosa que siempre hago en situaciones como esta. La reacción de Jay es hacer el loco en silencio, como si tuviera que cundir el pánico de una forma tan exagerada. No es una buena noticia para nada, y la verdad es que sí es para alarmarse, pero tampoco es para hacer lo que hace él.

-No quiero que venga mi padre.-lamenta Jay.-me ordenará limpiar su cuarto cada día, y querrá montar una tienda de cosas robadas fuera de la Academia.

-Yo no quiero que venga mi madre.-dice Mal.-me soltará todo tipo de rollos silenciosos pretendiendo que todo son patrañas y que debemos hacer algún plan maligno.

-Yo no tengo ganas de que vuelva mi madre, ¿para qué? Tendré que pasarme el día con sus tratamientos de belleza, estoy harta, ya me los hago a mí. 

-Yo no quiero que vuelva ninguno de ellos.-digo.- Maléfica irá a por Joan por haberla vencido y haberla echo pequeña. Y a saber qué hace mi madre cuando sepa que estamos juntos. Todos ellos irán a por Joan y a mi me querrán matar por todo esto.

Los tres se callan. Parece que de alguna forma parecen lamentar haberse quejado de sus pequeñeces cuando yo tengo problemas mayores. No quiero ser egocéntrico, pero mi problema es la posible muerte, no tener que maquillar a mi madre, que eso en cierto modo también, aunque si ahora mi madre me hablará o no, no lo sé.

-¿Cuándo llegan?-pregunta Jay.

Se hace el silencio. Evie respira hondo, y mira con temor a Jay, a punto de decir algo que nos apresura a todos.

-Ahora mismo.

De ahí a unos minutos, estamos corriendo por el pasillo. Me las estoy intentando arreglar para ponerme la chaqueta, pues fuera hará más frío que dentro. Me voy también arreglando el pelo como puedo, pues llevo un rato revolviéndome en la cama y después el sofá, que no me llegan los dedos para contar las veces en que me dejaba resbalar por el respaldo. Mal nos pide correr más en todo momento, y tal y como suele ser cuando escapo de algo o cuando tengo prisa de verdad, los adelanto a todos en cuanto quiero. Llegamos a la entrada, y paramos un momento. Evie está preocupada por si se ha despeinado o si se le ha corrido el rímel. Yo por timidez más que por nada, por manifestar nerviosismo de alguna forma, me paso los dedos entre el pelo una vez más. Salimos del castillo, y encontramos la limusina negra entrar en el jardín del castillo, parece que igual que cuando llegamos nosotros. Ben espera con el Hada Madrina igual que cuando nos esperaban a nosotros, todo es igual, hasta la sangre de los que van dentro del coche, lo que ocurre es que ahora somos la compañía de Ben en lugar de Audrey.

-¿Quién te dio la fantástica idea de traerlos aquí?-pregunto.

-Tú.-dice.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Dejemos ese tea por favor, Joan llegará...

Demasiado tarde. Sale del castillo y corre hasta nuestro encuentro, para pararse un momento y jadear unos instantes. El silencio es total en nuestro área, ya que fuera de ella hay músicos que tocan al unísono una melodía parecida a la que tocaron cuando veníamos nosotros, o la misma más bien. Después de ese "silencio", Joan me sorprende al prácticamente imitarme.

-¿Quién te dio la fantástica idea de traerlos aquí?

En ese momento la limusina para frente a nosotros, y Joan me coge la mano en forma de apoyo. Ambos sabemos que lo que va a salir de esa limusina podría acabar con lo que por fin hemos retomado de una vez por todas, con lo cual, el apoyo ahora debe ser mutuo. Le sonrío, y consigo que mueva los labios para hacer algo parecido, aunque le es difícil.



broken ;; carlos de vil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora