CAPITULO 12: Caprichos del destino

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Siento mis ojos cerrados. Respiro profundamente antes de recordar que tengo a Carlos al lado, y que con su brazo rodeándome el cuello por detrás he dormido durante la noche. Él también está despierto, aunque sospecho que no acaba de abrir los ojos, que lleva un buen rato despierto y no ha hecho ni dicho nada por el motivo de no despertarme. 

Me acaricia la frente con la punta de la nariz y los ojos cerrados, y descansa sus labios sobre esta luego. Seguramente le sorprende lo caliente que tengo la cara cuando recién me despierto, pues es cosa de todos los días, aunque a mi también me suele sorprender, con el nada de frío que suele tener, no me lo explico. Este año cumplimos la mayoría de edad, y tiene tanto calor como un niño pequeño. Deslizo por su cuello las yemas de mis dedos hasta abrazarlo, y la sensación resulta bastante cómoda, con otra gente no, pero en especial abrazarlo a él es cómodo como estar en la cama, aunque muchas veces alguna parte de su cuerpo acaba siendo mi almohada por alguna razón.

Me siento en la cama, frotándome los ojos, aunque él a mi lado es demasiado perezoso como para siquiera poner un pie en el suelo. Lo entiendo, ayer tuvimos algunas malas noticias y estuvimos bastante estresados, por no hablar del miedo, y esta mañana tengo que ir antes al despacho del Hada para hablar con ella sobre lo que puedo hacer para aprender a utilizar esta magia con la que no sé si he soñado o es simplemente lo que me da la sensación de que he tenido que hacer, ya que le di muchísimas vueltas a la cabeza ayer por la noche antes de que las pestañas empezaran a pesarme.

-Serás perezoso.-digo.

-No es mi hora de levantarme y tengo que hacerlo así que, que sepas, es evidente que no voy a levantarme tan fácil. 

-No tienes que levantarte, soy yo la que tiene que ir a preguntarle eso.

-Si, ja.-dice, alargando la I.-nena, con mi madre y compañía vagando por el castillo no te vas a ningún sitio sola.

Sonrío, y le beso al mejilla suavemente antes de caminar hacia el baño. Sólo me voy a duchar el cuerpo, pues el pelo se ha mantenido limpio, seco y sedoso toda la noche. 

Cuando llego al baño, me ato un moño rápido, y me lavo los dientes mientras el agua se calienta. Después de lavarme, secarme, y vestirme, me paso un cepillo por el pelo y cuando salgo del baño, Carlos ya está listo.

-Eres rápido.

-O es que tú eres muy lenta.-burla.

Su intención es simplemente que salte a por él, y de alguna forma lo consigue. Con una sonrisa algo tonta me tiro sobre él, aunque a la hora de la verdad no sé qué hacerle, con lo que me coge por la cintura y me levanta, aunque sabe que no me gusta demasiado. Al final, con miedo a caerme, le rodeo la cintura con las piernas, y me abrazo a él desde arriba, con la cabeza sobre su hombro. Va a acabar consiguiendo que me guste que haga eso.

-Siempre consigo lo que quiero.

-Me querías a mí, y aquí me tienes.

-Bien dicho.

Me baja, y salimos de la habitación dejando la ventana abierta. Caminamos por los pasillos de Áuradon hasta el despacho de la directora, donde ella nos espera.

-No esperaba que Carlos viniera contigo.-dice.

-No me da muy buena espina dejarla sola cuando está mi madre por ahí.-dice.

-La verdad es que lo entiendo, aunque Maléfica me mataría por ello... y por todo lo demás.-ríe el Hada.

-Bueno, dejando a los villanos a un lado, creo que tenemos un importante tema del que hablar.

-Sí, sin duda. Seamos breves. La verdad es que no quería que te enteraras de forma tan inquieta y estrepitosa, pero hay cosas que son así. La optativa de Artes Mágicas te servirá, va en lugar de la asignatura que mejor se te de, que en este caso, y esto me ha dejado alucinada, son las Matemáticas.

-Ya, la gente suele sorprenderse.-digo, mientras observo la cara de sorpresa y complicidad que me da Carlos.

En realidad, la asignatura que mejor se le da a Carlos es más difícil, y no solo una: Tecnología, Física, Química, Matemáticas, Educación Física... las típicas actividades que muchos repelen o tienen que recuperar, él las borda, y las otras también las aprueba con sobresaliente, pero es algo un poco más común. Lo que no es común es él mismo. Salimos del despacho con un papel en la mano qeu solicita un cambio de asignatura, con lo que si le enseño al profesor esto, podrá confirmar que tengo que cambiar de asignatura y yo podré llegar al aula, porque ni siquiera sé dónde es.

-Bueno, lo único que tiene de malo es que no daremos una asignatura juntos... a ver quien me ayuda ahora con las raíces cuadradas grandes.

-Ya... te tendrás que buscar la vida.-suspiro.

Como a esta primera hora tendría Matemáticas, es ahora cuando debemos separarnos. Llegamos al cruce de los pasillos que nos separa, totalmente vacío, pues las clases están empezando. Me acerco a Carlos, y le doy un beso en la mejilla, mientras que él corresponde directamente con un beso en los labios, ni muy corto ni muy largo. 

-Te quiero.-susurra.

Le devuelvo la frase, lo más convincente posible, ya que como dije anteriormente, no suelo saber reaccionar de forma correcta cuando me lo dicen a mí. Aúna sí parece que me entiende, y sonríe. 

Cuando desaparece de mi vista ya parece faltarme algo, y aunque en un momento parece exagerado, analizando la situación es simple: soy un ser diferente, un ser que puede utilizar una magia descomunalmente grande y que debe renunciar a una de sus clase favoritas para aprender a controlarla, y una persona que me haría falta para que fuera más fácil acostumbrarse no puede venir conmigo. Voy a llegar y me voy a encontrar con todo tipo de criaturas: Duendes, Elfos, Magos... y todo porque he encontrado mi fuerza en Carlos.

Caprichos del destino.


broken ;; carlos de vil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora