CAPITULO 11: ¿Qué es "esto"?

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Observamos a los cuatro bajar de la limusina. Jafar sujeta en sus manos y bajo su chaqueta varias cosas, robadas, de forma notable. Jay se lleva una mano a la cabeza e intenta no mirar, pero tiene que ir a quitarle las cosas de las manos. Mal se esconde detrás del Hada Madrina, su madre le observa con sus ojos verdes y brillantes, reprochando traición, aunque Joan se esconde detrás de mi cuando, de un momento a otro, Maléfica la convierte en víctima de su penetrante mirada. Se acerca a ella, y la obliga a un reto parecido al del año pasado que tal y como le indico al Hada, nadie interrumpe. El miedo hace que Joan salga perdiendo de esto, aunque sabía que iba a pasar, el miedo sin un motivo por el que ser fuerte suele ganar, desgraciadamente. Evie no puede evitar ir con su madre, a arreglarle el maquillaje de la cara, es tan perfeccionista que no me explico que no haya regañado a Joan aún por no ir con al menos una capa de maquillaje a todas partes. 

Luego, llega mi parte. Mi madre me observa con maldad, no parece de acuerdo con lo mío con Joan y la verdad sabía que sería así. Mantengo una mirada firme y fuerte, ninguno de los presentes se atreve a pronunciar palabra con mi posición, hasta que Maléfica viene en contra de mí.

-Si bien no querías traer aquí a tu hijo, algo me dice que era quien menos debía venir.

Cambia de mano su bastón, que no sé cómo conserva dado que nadie quiere que haga de sus maldades. Mal es un caso a parte que tan sólo usó lo suyo con Ben como fuente de energía en contra de lo que nuestros padres nos pedían, pero ella misma se estaba cambiando. Lo mío es distinto, Joan causó problemas, y por lo tanto yo también; cambié, en un principio, por ella, y ahora es así como me lo hacen pagar, lanzándome mil miradas que dejan claro que Joan es una víctima que pronto pagará lo que hizo a la reina de los villanos hace más de un año. 

El momento se hace demasiado incómodo como para que nadie irrumpa, con lo que el Hada, sabiendo que es más enemiga de los villanos que cualquiera de los que están aquí. O al menos eso espero. Todos empiezan a caminar alrededor de la misma estatua por la que salté el año pasado, aunque ahora somos un número duplicado, porque aunque ahora Mal ocupa el sitio de Audrey, está Joan. Y ojalá no estuviera aquí, ojalá estuviera en su cuarto, porque recibimos constantes miradas que advierten que de un momento a otro nos pueden saltar encima. Maléfica la mira por al derecha, le lanza otra mirada de golpe verde que sobresalta a la chica a mi lado, y me aprieta la mano que no le he soltado con fuerza. Es ahora cuando la suelto, y le rodeo el cuello para arrimarla hasta mi pecho, aunque el miedo empieza a amenazarme, y llamo a Ben. Pro suerte, es Mal la que los entretiene.

(Narra Joan)

Siento a mi lado el calor de Carlos, y al menos me relaja, pero no cuando se le acelera el pulso. Desde hacía un buen rato ya notaba mis propias pulsaciones en el pecho, pero cuando empecé a compartirlo con él desapareció toda tranquilidad. Ambos, sabiendo esto, caminamos a la derecha del grupo, y Carlos le pide a Ben irnos, sin embargo, Cruella me para pidiendo una presentación.

-Tú eres la chica que está con mi hijo, ¿eh?

Carlos la mira de reojo, y en el grupo aparece la tensión y el silencio. En todo momento el chico de pelo blanco vigila señales y movimientos de su madre, en un intento de poder cogerme la mano y salir de la escena cuando nadie vaya a impedirlo. Sin embargo, la mujer me mira con sus ojos penetrantes como Maléfica, ¿acaso pueden también los De Vil hacer esa guerra de miradas tan característica de Maléfica y de Mal?

De un momento a otro, siento como si un color diferente me invadiera los ojos. Es lo mismo que hice con Maléfica, exactamente. Pues ahora, tampoco es voluntario. Aún estoy más firme que antes, y parece que a Cruella le resulta difícil seguir, hasta el punto de apartar la mirada, y dejar la idea de intimidarme más a un lado para lamentar el supuesto daño que acabo de hacerle. Carlos me coge la mano, sin yo poder reaccionar. A penas soy consciente de lo que acaba de pasar, aunque no me queda otro remedio que marcar mis pasos detrás de los suyos y correr a dentro del castillo.

-Carlos, espera.-le exijo.

-Tenemos que hablar esto y no puede ser aquí, vamos.-indica.

Vamos a un paso algo acelerado hasta el pasillo de la habitación que comparte con Jay, y entramos, efectivamente, en su cuarto, dejando la puerta cerrada y observando el pánico que Carlos manifiesta.

-Esto se nos está yendo de las manos.-lamenta.

-¿Qué es "esto"?-pregunto. 

-El Hada Madrina quiso hablar conmigo antes de que llegaras. Me habló de tus poderes. Dijo que lo mismo que usaste el año pasado para vencer a Maléfica ahora se está convirtiendo en un poder importante, en magia que puedes usar a tu antojo.

-¿Cómo? Mis padres no eran magos.

-No lo eran, pero según el Hada Madrina, algunos seres cuando encuentran su fuerza en otra persona aprenden a usar magia.

Ahí, todo tiene sentido. Efectivamente encontré mi fuerza en otra persona, la misma que me está hablando ahora, y justo ese día en que pude hacer algo por protegerle utilicé estos poderes que poco a poco se están convirtiendo en la base de mi vida, porque parece que sin darme cuenta los estoy usando más veces que nunca, y más ahora que estoy con él... claro, cuando no estoy con él los pierdo, por eso nada de esto ocurrió en el tiempo que estuve fuera, de ninguna manera.

-Dijo que cuando esa persona se va, los poderes también.-aclara. Lo cual, dice que tengo razón.

-Entonces dejé de tener poderes en cuanto me fui, porque te perdí a ti.-murmullo.

El silencio se hace en unos momentos en que mi rostro más que yo asimila lo que está pasando. Llevo toda mi vida pensando que no hay persona más normal que yo, la típica chica que duda de si misma a cada minuto y que siente que la compañía, o la buena compañía no le pertenece. Cuando Carlos llegó a mi vida comprobé que algo de raro sí tenía, pues me había enamorado perdidamente de un villano que hizo todo cuanto podía y más hasta conseguir que estuviéramos juntos, y aún hoy, lo sigue haciendo. Ahora, esa misma persona me ha dicho que soy un ser que encuentra su fuerza, y también sus poderes en él, y está bien que él me de la noticia, por algún motivo, resulta más creíble. 

-Tienes que aprender a usarlos.-dice.



broken ;; carlos de vil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora