La tensión sube por un momento, porque lo único que sabría hacer es forzar mi propia mente en un intento de controlar con ella lo que está a mi alrededor, o golpear el aire con una mano en dirección a los villanos. Ninguna de las dos es recomendable, porque aún no sé a dónde llegan mis poderes.
Ni siquiera sé a dónde van a llegar los villanos ahora, porque, ¿qué iban a hacer? ¿Matarnos? ¿Matarían a sus propios hijos cuando tienen absoluta libertad con amenazarlos de quitarles aquello que más les importa de no unirse a ellos permanente o parcialmente?. En mi caso, yo soy la debilidad de uno de ellos, una debilidad que de alguna forma puede paralizar el tiempo, echarlos a todos atrás, teletransportarlos al primer lugar que me venga a la cabeza... ¿y no sé hacer nada de eso porque durante un año Carlos no ha estado conmigo? Una pregunta que seguramente me hará siempre es cómo una persona puede cambiarte la vida de tal manera que tú mismo acabes cambiando. O tal vez esa se la hará Carlos.
Me he dispersado tanto que la Reina Malvada está alzando sus manos ya para sujetar a Evie, a su hija, y Cruella tiene un cinturón en la mano. Maléfica utiliza sus ojos para hipnotizar a Mal, y Jafar alza su mano, a la vez que a su hijo. Cuando De Vil está a punto de golpear a Carlos no puedo evitar que mi mano derecha avance, haciendo un golpe de aire que eleva a todos los padres y los hace golpearse contra la pared con la espalda. Maléfica es la que al menos aparenta ser más joven, y la única que hace algo más que quejarse, porque los demás aúllan de dolor.
Un sentimiento de culpabilidad se apodera de mi, porque a su edad, si ahora mueren, es culpa mía, y sólo mía. Los chicos se centran más bien en el poder que he utilizado, aunque Evie es la primera en reaccionar como deberíamos haberlo hecho en el mismo momento en que la espalda de todos y cada uno de ellos se encontró con la pared, huir.
-Vamos, chicos, vamos.
Saltamos de la cama, abrimos la puerta de la habitación, y la cerramos con llave. No nos quedamos donde estamos: en cuanto se recuperen el poder de Maléfica podría abrir la puerta y nos encontrarían en seguida, pero al menos tenemos tiempo de escapar, encontrar al Hada, y contarle lo ocurrido.
-No podemos hablar de ello.-dice Mal.
-¿Cómo? ¿Y cuál es tu idea? ¿Irnos de Áuradon? ¡Tenemos que hacer algo! ¡Si lo dejamos así robarán la varita!-me quejo.
-Ya, pero el poder de mi madre nunca muere, se escaparán de donde estén, e irán a por nosotros con la directa intención de matarnos. No, no nos podemos quedar en Áuradon.
-Vayamos a donde vayamos nos encontrarán.-insisto.
Mal mira a su alrededor, como si hubiera un sólo paisaje en el que pudiera poner sus esperanzas de que se le pase una idea por la cabeza.
-O no.-dice.
Dirige su mirada a un cuadro, aunque el contenido de este nos aterroriza a todos. Realmente el que no hubiera nada que le diera ideas era sólo una esperanza, porque en el fondo sabía cual sería su primera idea, aunque la mente de Mal siempre fue difícil de manejar, de lo contrario, los constantes artículos que ponen en la televisión de Áuradon la habrían vuelto buena hacía ya años. Sin embargo, ya no había vuelta atrás. El contenido del cuadro, con sus perfectos trazos y marcadas las mareas que rodean el lugar, indica que Mal quiere que huyamos a la Isla de los Perdidos.
-Mal.-dice Carlos.-no podemos ir allí.
-Es el único sitio al que podemos huir, si Joan y yo unimos nuestros poderes con el hechizo adecuado romperemos la Barrera y entraremos dentro de la Isla, pero ellos no pueden, porque nos llevaremos la hoja del conjuro.
-Estás insinuando que quieres que vayamos a la biblioteca a buscar un libro que nos de un hechizo para huir de vuestros padres, unos malvados villanos, a la misma Isla de la que ellos acaban de salir. Es posible que no sepan salir, pero todo el mundo sabe entrar.
-Nadie sabe entrar, será igual que salir.-dice, pasa a mi lado, y se dirige a la biblioteca.
Intercambiamos miradas detrás de la pelimorada, complicidad, miedo, indiferencia, aviso... e incluso enfado por su testarudez. Para ser cuatro personas, son demasiadas las cosas que manifestamos con las miradas que a penas podemos reprimir, pero la única dirección que nuestros pasos pueden tomar está encima de la de Mal, porque todos sabemos que hasta ahora no hay plan mejor, y lo último que necesitamos es que cada uno esté en un refugio distinto, porque al final, con las pocas posibilidades, acertarán, y estaremos solos para enfrentarnos a ellos.
Vamos casi corriendo hasta la biblioteca, y por suerte, con el silencio del castillo, podemos comprobar que los padres de los chicos no han derribado ni abierto la puerta todavía. Llegamos a una puerta que baja, por escaleras típicas de los cuentos, hasta una amplia e interminable biblioteca.
Bajamos por las escaleras, únicamente iluminadas por antorchas, que hacen círculos hasta la planta más baja del castillo, de echo, hay un subterráneo que ocupa todo el castillo en la Academia, y ese subterráneo, es la biblioteca. Caminamos entre estanterías llenas de libros, y soy yo quien les guía, porque con todo el tiempo que llevo aquí, sé perfectamente donde está cada sección, mi actividad favorita siempre fue vagar por la biblioteca y hubo un año en que fui encargada, sólo para saber donde estaba cada libro, con lo cual, cualquier libro que alguien quiera coger lo tengo ubicado en el momento en que me peguntan por él. Y sé perfectamente el que necesitamos ahora.
Casi me pierden de vista antes de que yo me pierda en la sección de libros de Magia, que siempre fue mi favorita. Básicamente así aprendí algunos conjuros, algunos que eran posibles de ver para todos, porque sólo con un conjuro que te enseñan en la clase de Artes Mágicas se pueden ver las letras lunares, letras escritas con una tinta mágica que sólo ven seres mágicas.
El primer libro que miro después de muchos resulta ser el que busco, y subo la escalinata que hay a pies del mueble, que la bibliotecaria ha dejado después de ordenar.
Abro con velocidad el libro y salto al suelo, pasando páginas, hasta llegar por fin al conjuro.
-Es este.-digo.
-Pues vamos allá.-dice Mal.
-Yo no lo haré. Ya me he pasado con vuestros padres, no quiero saber lo que pasaría si me pusiera a conjurar esto.
-Pues tienes que hacerlo, cuando más poder tengas incluso mejor yo no puedo sola.
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broken ;; carlos de vil.
Fanfictionsegunda parte. -¿Como responderías a que te dijera que quiero pasar el resto de mi vida contigo? -Creería que es un sueño. -Pues vivamos ese sueño juntos.