CAPITULO 14: Nuevas intenciones

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Escucho voces dentro de la habitación. El día se ha vuelto gris y lluvioso, y corren extraños aires fríos por el pasillo que ha llevado, cual tornado, a todos los alumnos hasta sus cuartos. Me caen los ojos, siento todo mi cuerpo cansado y con necesidad de una cálida siesta. Por alguna razón todo esto junto siempre hizo que me gustara el invierno. Llamo a la puerta un número aleatorio de veces y escucho la voz de Jay dejarme paso. 

Abro al puerta, y encuentro a cada uno en una típica posición. Evie apaña sus telas para hacerse alguna prenda nueva, como tanto le gusta hacer. Mal practica sus trucos del libro que le dio su madre, aunque solo los buenos, y está intentando convertir en buenos o buscarle uso a los que no son muy benévolos. Jay revuelve entre sus cosas con necesidad de robar algo, aunque aún se está acostumbrando a esto de sólo hacer el bien. Carlos está sobre su cama, sentado con las piernas cruzadas, con Colega apoyado sobre su pierna y el ordenador sobre los muslos. Es muy característica esta postura, aunque esta vez lleva la chaqueta puesta. Ya no sé si está más guapo con ella o sin ella, más bien diría que está igual de las dos formas.

-¿Cómo te ha ido en tu nueva clase Joan?-pregunta Evie con verdadero interés.

-Digamos que el profesor es el Gigante más raro que he visto nunca, pero me cae bien.

El último comentario lo hago tras una larga pausa, con una expresión que no les advierte el comentario que voy a hacer. Me dejo caer a los pies de la cama de Carlos, provocando que colega se abalance sobre mi para lamerme la cara, el cuello y toda parte descubierta de mi cuerpo que alcanza, hasta que lanzo una mirada de socorro a Carlos, y le ordena que me deje.

-Chico, quieto.-dice.

Me arrastro por la cama hasta la pierna de Carlos sobre la que antes descansaba Colega, y este se indigna al ver que le he cogido sitio. Me ladra un poco.

-Ahora te aguantas.-digo.

Bufa, y salta de la cama hasta la silla al lado de Evie, la cual es más cariñosa con él a cada día. 

Dado que Carlos deja la computadora a un lado, puedo sentarme sobre su regazo ya, y me acaricia el pelo durante un rato, hasta que Jay advierte una cosa.

-Chicos, tengo algo que deciros.

-Oh, por favor que no sean noticias sobre los villanos.-digo.

-Eres demasiado lista Foster.-bromea Jay con voz grave. Bufo, pero no puedo impedir que siga hablando.- Me he enterado de que nuestros padres tienen una intención al margen de todo aquí.

-No me digas.-digo con sarcasmo, dándome dos palmadas en una mejilla, con falsa expresión de sorpresa.- Ya veo venir todo... nos vas a decir que quieren robar la varita.-digo.

-Maldita lee mentes, ¿quiénes eran tus padres?-dice Jay con indignación.

-Los enemigos de la madre de este.-señalo a Carlos, a la altura del vientre.

-"Este" tiene un nombre.-protesta él.

-Joder, tú a mi me llamas princesa, dame tiempo para pensar.

-Princesa nadie lo usa con intención vulgar, "este" no suele ser muy amistoso.-replica.

-Déjalo.

-¡Madre mía!-se queja Evie.- ¡No me puedo creer que os toméis tan a la ligera que nuestros padres quieran...!

-¿Hacer qué?

La voz de la Reina Malvada nos interrumpe en la habitación. Ha entrado sigilosamente, y nadie la ha visto. Me siento en la cama, frente a Carlos, aunque un instinto protector en él que ya me recuerda al de un perro, hace que me empuje hasta su lado, bajo la mirada de la Reina Malvada. En el lugar entran también Jafar, Maléfica, y por último, pero por algún motivo más temible para mi, Cruella De Vil.

-Que nuestros padres quieran hacer ¿el qué?-exige de nuevo la Reina.

-Que nuestros padres quieran...-empieza Evie, pretendiendo encontrar alguna excusa que por lo menos resulte creíble, o que nos salve.-nada, nada, dejadlo.-falla.

-Me da a mí que no.-dice Maléfica.

Carlos me coge la mano con fuerza, una vez más siento que ambos compartimos el pulso acelerado que marca el miedo, tiene que rodearme a la altura de los costados con el brazo hasta llegar a esa mano que no nos soltamos, pero parece que toda la fuerza le esté acompañando para descargar el miedo que ahora me haría gritar, pero mi forma de manifestar el temor no es esa, nunca lo fue, en realidad no lo manifiesto, porque sé que el miedo es un sentimiento que si no se contiene crece cada vez más.

Todos nos agrupamos en la cama de Carlos, hasta Colega que intentó hacerse el duro y ladrar a los villanos se vio intimidado por un rugido de Jafar.

No sé qué hacer, ni a dónde ir, aunque ir a algún lugar sería mi deseo ahora mismo. Luego, Carlos me susurra una idea al oído, que los villanos no oyen debido a los pequeños gritos de Evie y Mal, por el miedo.

-¿Sabes algún conjuro que nos sirva?


broken ;; carlos de vil.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora