Tras un poco de maquillaje, aunque no demasiado, cojo una vaquera, y salgo de la habitación tras sonreír a Laura para caminar por los pasillos, rumbo a la habitación de Carlos y Jay, que no han cambiado para nada. La televisión tiene pinta de haber sido usada muchas veces, pues sé bien que ellos dos estaban y están viciados a un juego, aunque creo que Jay lo ha usado mucho más que Carlos, y más que creerlo lo grabaría en piedra sin creer que desperdicio esfuerzo. Frente a la puerta blanca me aseguro de no interrumpir nada, asomando la oreja, aunque sin llegar a oír nada llamo a la puerta, y entro, para encontrarme a Jay, Evie y Mal.
-Hola, ¿está Carlos o...?
-Se está vistiendo en el baño, cuando llegamos estaba en la ducha.-contesta Evie.
-Vale.-susurro.
-¿Vais a algún sitio?-se interesa Mal con una sonrisa cotilla.
-Sí, al bosque.-contesto, sentándome en la mesa que hace centro en la habitación.
-Me alegro de que hayas vuelto Joan.-dice Evie, más seria y con voz serena.-para todos era mejor que lo hicieras. Una pena que los intercambios sólo duren dos semanas, no quiero saber cómo serán las cosas después de eso.
-Bueno, en cuanto a eso...
Intento explicar lo de la posibilidad de que me mude con mi tía a Áuradon, bueno, ella al pueblo y yo a la escuela de forma definitiva. Sin embargo, la voz de Carlos nos interrumpe, y no quiero comentar eso delante de todos, mejor sería por separado.
-¡Hola gente! ¿Vamos?-dice, mirándome y golpeando el aire con la cabeza en dirección a la puerta.
-Vamos.-digo, me levanto, y salimos del cuarto que comparte con Jay.
Caminamos por el pasillo, con motivos de vez en cuando por los que reírnos, hasta que por fin estamos atravesando el campo de hierba primaveral que acompaña el estadio y da camino al bosque. Si hay alguien en este mundo que diga que no le gusta el bosque sin malas vivencias, creo que no ha vivido lo que yo, toda mi vida se ha desarrollado entre árboles; cuando corría con los perros; cuando me subía a los árboles y veía toda mi ciudad desde la copa más alta de uno de ellos; mi primer beso con Carlos... todo, pasó en un bosque, y por ese motivo siento que sólo vivo de verdad cuando estoy en la naturaleza más pura.
De un momento a otro estoy caminando como un gato sobre el tronco hueco de un árbol, cosa que desde muy pequeña me encanta hacer, en general moverme de esa forma que hace que la gente me apode gato siempre me gustó, y no por las consecuencias precisamente.
Cuando decido bajarme, tenemos a nuestro lado un árbol bastante alto. Carlos salta a la rama más baja primero, y extiende una mano ofreciéndome ayuda para subir, la cual cojo con cariño. Casi camino pro el tronco del árbol, corriendo, para corregir, para subirme a la rama, y después de eso, saltos con voltereta o cosas por el estilo me dan seguridad y me ayudan a ir de rama en rama hasta la cima del árbol. Me doy cuenta, cuando estoy en lo más alto, de que me he emocionado y he ido sola hasta la cima, aunque muy tarde, pues Carlos ya ha saltado a mi lado.
-Me gustaría ser tan ágil como tú.
-No es que tengas poca agilidad tampoco.-digo, sin mentir.
-Ya, pero... lo tuyo es mucho, sobre todo para haber aprendido sola.
-Tú solo también habrías aprendido a hacerlo solo.
-No lo creo.-discute.
Niego con al cabeza, sabiendo que lo que intenta hacer es asegurar que en cuanto al movimiento en terrenos difíciles le supero y él nunca lo habría echo así. De todas formas, ambos sabemos que lo habría echo, pasa que su entrenamiento han sido casas a medio derrumbar y mesas a las que molestar.
Aún queda una rama más cómoda en la que estar a nuestro lado, y ambos nos miramos proponiendo saltar. Aunque él es el más rápido, cosa que también podría echarle en cara, me deja a mi sentarme en una rama gruesa que sobresale dividiéndose en dos y haciendo un particular asiento. Me apoyo en ambas ramas, que se inclinan bastante hacia adelante, y las uso como apoyo para saltar sobre el sitio en el que acabo sentada. Carlos se pone delante de mi, y apoya sus manos en las ramas, esperando para pronunciar unas palabras que casi me dejan sin ellas.
-¿Cómo responderías a que te dijera que quiero pasar el resto de mi vida contigo?
Es una pregunta difícil. De todas formas le digo lo que de verdad me parece.
-Creería que es un sueño.-digo, dando pie a su respuesta.
-Pues vivamos ese sueño juntos.
Sus palabras me paralizan la respiración, y no sé cómo reaccionar, aunque él lo sabe bien. Se acerca a mí poco a poco, y me roza los labios unos segundos, hasta que definitivamente me atrapa en un beso.
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broken ;; carlos de vil.
Fanficsegunda parte. -¿Como responderías a que te dijera que quiero pasar el resto de mi vida contigo? -Creería que es un sueño. -Pues vivamos ese sueño juntos.