Contemplaba las teclas frente a mí intentando formar alguna melodía en mi mente. Las rosaba con las yemas de mis dedos esperando a que la inspiración de un domingo después de trabajo llegara, pero las voces al fondo y las pláticas con preocupación opacaban todo lo que venía.
Observé las hileras de asientos que habían sido abandonadas hace pocos minutos, después al reverendo hablar con varias mujeres que le rodeaban y más de algún padre llevando de la mano a sus hijos hacia la salida.
Tenía diez años recién cumplidos y mi papá había conseguido que me dejaran tocar el piano en el coro de la iglesia. Nunca fue precisamente algo que quisiera pero al menos podía hacer lo que me gustaba sin ser callado por mi familia.
Respiré hondo, y después de echarle un vistazo a la enorme pintura de Cristo detrás de mí volví a acariciar las teclas del instrumento. No llegaba nada.
Hacía bastante frío afuera a pesar de que la primavera estaba a punto de llegar, y personalmente eso nunca me gustó. Mis dedos se entumecían y no podía tocar como quería. Recordé cuando la señora Green me ayudaba en mis bloqueos, ni siquiera sabía cómo pero algo había en sus palabras que hacían que me llenara de inspiración inmediatamente.
Dejé caer mi cabeza sobre las teclas haciendo un sonoro ruido que bien pudo escucharse hasta el estacionamiento de la iglesia.
—¿No puedes hacer tu magia?
Cerré mis ojos y dudé en levantar mi mirada. Intenté recordar esa voz pero no lo logré.
—¿Cómo se juega? — escuché de nuevo y esta vez sentí la cercanía de alguien en mi banca. Voltee aun con la cabeza ahí y me encontré con los alegres ojos azules de un castaño que me sonreía con bastante curiosidad.
—Lewis—pronuncié fastidiado pero no precisamente por él —. Hace mucho que no te veo.
—Louis — corrigió instantáneamente —. Yo sí, te veo todos los domingos — respondió —. ¿Cómo se juega esto? — señaló nuevamente. Fruncí las cejas algo frustrado por la falta de conocimientos del niño a mi lado pero no dije nada.
—No es un juego — dije incorporándome. Recargué mis brazos en la piel del asiento y miré los adornos del techo. El niño no dijo nada y le miré detenidamente.
Labios delgados, nariz pequeña, cabello claro y un par de ojos azul hielo que no dejaban de verme.
—¿Qué es eso? — pregunté. Louis vio la caja de metal que tenía en sus manos y la presionó más contra él.
—Nada — dijo quitándole importancia —. ¿Puedes hacer tu magia? — pidió.
—Lo intento — seguí su juego —. ¿Por qué no te había visto antes?
—Mamá siempre se despierta tarde y solo alcanzamos los lugares que están atrás. No solíamos venir a la iglesia pero yo la convencí de que lo hiciéramos.
—¿Por qué?
—Porque...—buscó—, porque sí — terminó.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Eso es una pregunta y yo respondo que sí.
—No, digo, ah — bufé —. ¿Qué edad tienes? — cambié mi pregunta.
—Ocho — presionó una tecla y rió —. Según mi mamá, pero tengo miles de millones de años, todos los tenemos.
—¿Nunca te han dicho que eres muy extraño para ser tan pequeño?
—No, pero lo he pensado, quizá por eso no tengo amigos. ¿A ti no te han dicho que eres demasiado adulto para ser un niño?
Le miré nuevamente, Louis sonrió como si fuera una broma pero al ver mi reacción su sonrisa cayó.
—Lo siento, Júpiter.
—Oh, Júpiter, lo había olvidado —esta vez reí.
—¿Crees en esto? — su mirada viajó a nuestro alrededor —. Mi papá dice que es mentira.
—¿Dios? — asintió y observé todo lo que él —. Si.
—Papá dice que hubo una explosión, pero todavía no entiendo lo demás, papá dice muchas cosas al mismo tiempo, es raro.
—¿Así como tú? — le interrumpí.
Louis calló.
—Mi mamá debe estar buscándome — se retiró un poco levantándose del asiento. Dio un par de pasos y después regresó —. Es tuyo — me extendió la caja que tenía en sus manos y yo la tomé dudando.
Con algo de miedo abrí la caja, lo logré al segundo intento y una hoja de papel salió disparada cayendo en las teclas. La cogí desdoblándola y leí:
Para Júpiter:
Hay alguien que quiere ser tu amigo.
Mi mamá se comió las de coco, yo no fui, perdón.
Observé la caja y tenía seis chocolates de diez que cabían en ella. Sonreí y miré a Louis con ella en mi rostro. Sus ojos se hicieron pequeños cuando me respondió aquella sonrisa y por un momento pensé que quizá Louis estaba ahí por algo.
—¿Quieres escuchar algo? — dejé la caja en el asiento, Louis asintió emocionado y sentándose de nuevo esperó —. Llamémosla; la canción de Louis.
—No, mejor la canción de Lewis.
—Lewis será — reí.
Rocé el instrumento y en menos de un minuto me encontraba tocando notas como si éstas hubieran sido liberadas de un encierro dentro de mi mente. Todo fue muy rápido, fluyó de una forma bastante extraña para mí, de una forma que ni la señora Green logró alguna vez.
Fue una mañana de invierno del noventa y tres. Él tenía ocho años y yo diez. Y eso, eso estaba bien.
(n/a): Díganme si escuchan el audio que está en el penúltimo párrafo. Sino, éste se llama "Photograph" de Arcade Fire.
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»Júpiter«
General Fiction"Haz que mis problemas importen. Haz que este caos cuente." Ezra Law es un chico que tiende a seguir las reglas que el hombre ha hecho a lo largo de los años aunque él no esté de acuerdo en muchos aspectos. Pero, en la despedida de una de sus person...