Sostuve con fuerza el maletín que bien podría pesar más que yo. Respiré hondo y voltee indicándole a mi madre quién me veía desde el auto que podía retirarse, ella asintió y encendió el auto más no avanzó. Miré la puerta frente a mí y después la enorme casa que se alzaba detrás. Era grande, muy grande al igual que el jardín que parecía ser incluso más que el tamaño de mi casa.
Presioné el botón un par de veces y me retiré un par de pasos colocando mi instrumento a mi lado para recargarme en él. Escuché como alguien se acercaba y después vi a una mujer abrir la enorme puerta para mí, me sonrió al instante y después más allá de mis hombros.
—¡No te preocupes, Em! — gritó, giré para ver a mi madre quién solo asintió con una sonrisa cómoda y me dedicó una mirada como para recordarme el trato que habíamos hecho minutos antes. Seis en punto, ni un minuto más. Ella se fue —. Buenas tardes, cariño, pasa — la mujer se hizo a un lado y con dificultad entré.
El domingo pasado la madre de Louis había hablado con la mía preguntando si alguna vez yo podría ir a visitar a su hijo, yo no dije nada y solo me dediqué a buscar al niño pero no venía con ella. Y no quise preguntar por qué.
A papá no le gustaba que yo saliera de casa, mi madre había pedido permiso por mí pero él se negó. Mamá dijo que me llevaría a mi clase de cello pero mintió, y en vez de eso me llevó a su casa. No sabía por qué era importante el que yo viera a Louis.
Dejé mi instrumento recargado en una mesa de la entrada, no sabía qué hacer o qué decir, nunca había tenido una cita para "jugar", porque eso supuse que era.
—Buenas tardes — respondí bastante lejano. La mujer rió y yo sentí que había metido la pata, ya me imaginaba a mi padre regañándome por mis modales —, señora...
—Fisher— dijo. Sonrió de nuevo haciendo que sus pequeñas arrugas en sus ojos se marcaran más. Era bonita, su hijo se parecía mucho a ella —. Ven, Louis está en el patio — caminó y yo la seguí.
Había muchas cosas raras en esa casa, todo parecía costoso y demasiado refinado como para imaginar que alguien como Louis viviera ahí.
Me llevó a la cocina donde se dispuso a buscar en el refrigerador donde sacó una botella de leche y la puso sobre el mostrador.
—Les llevaré galletas... ¿Si te permiten comer galletas? — preguntó sin verme mientras pasaba las que parecían recién horneadas a un plato de porcelana. Asentí queriendo tomar una —. Me alegra que hayas venido, Ezra.
—¿Louis tiene algo? — fue lo primero que pregunté casi cortando su oración. Ella negó.
—Louis es un niño muy especial, y no lo digo porque sea mi hijo — terminó y se sacudió las manos con una servilleta de tela —. Siempre ha tenido problemas para relacionarse con los demás, eso me preocupa, pero me ha hablado mucho de ti, es muy raro que otra persona le interese. Por eso te invité.
—Me dijo que no tenía amigos.
—Tiene su propio universo— rió—. Pero es muy listo — me miró.
—Me dijo que su papá no cree en Dios, ¿por qué él va a la iglesia? — cuestioné.
—El padre de Louis es científico — suspiró —. Larga historia, y bueno, Louis me hizo llevarlo a la iglesia solo para verte, creo que le agradaste bastante — tomó la charola con los vasos de leche y el platón de galletas —. Solo tenle un poco de paciencia, ¿si?
Caminamos hacia la puerta corrediza que daba al patio trasero. La abrí por ella y buscando a Louis con la mirada nos quedamos en silencio. Lo vimos entre unos arbustos y con un pequeño frasco en sus manos.
—¡Louis! ¡Amor, tienes visitas! — gritó la mujer a mi lado. Pero él no respondió —. ¡Louis! — llamó de nuevo.
El pequeño de ojos azules nos miró sin cuidado pero pude sentir como su mirada se quedó sobre la mía, una sonrisa apareció en su pálido y sucio rostro. Se puso de pie y manteniendo ese frasco en sus manos corrió hasta nosotros.
—¡Mira mamá, Júpiter está aquí! — me señaló emocionado —. ¿Tú lo trajiste?
—Oh, Júpiter — rió ella —. No, él quiso venir a verte — mintió.
Los adultos mienten para no herir.
—Ah — clavó sus ojos en mí de nuevo —. ¿Quieres que vayamos a ver esto en mi microscopio? — agitó el frasco, cuando se detuvo pude ver algunos pétalos de flores en él —. La caja dice que de diez años en adelante pero yo digo que no saben de qué hablan — dijo entrando —. ¡Vamos! — tomó mi muñeca y me hizo correr junto con él.
Quizá era pequeño pero también muy ágil, nada comparado con mis torpes pies que más de una vez estuvieron a punto de resbalar cuando subimos las infinitas escaleras de su casa tras el grito de su madre que nos decía que no corriéramos. Yo era más fuerte y grande pero aun así no quise detenerlo y en mi pequeño momento de desesperación; tomé su muñeca también.
—Nunca nadie había venido a mi casa, no un niño — soltó sin que la pesada respiración le impidiera. Llegamos al tercer piso donde esquivando los costosos adornos del pasillo me llevó a una puerta blanca con su nombre escrito en un papel de cuaderno y pegado con un pedazo de cinta adhesiva.
Empujó aquella madera y lo único que salió de ahí fue oscuridad. Me quedé ahí mientras que él corrió dentro desapareciendo de mi vista, se escuchó un golpe con una queja de su parte y después, decenas de pequeños focos iluminaron el techo color negro. Eran como estrellas lejanas y acompañaban a las réplicas de planetas que colgaban.
El Sol, Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter... Sonreí.
— ¿Por qué Júpiter? — pregunté, lo vi acercarse sobando su rodilla. El frasco aún estaba en su poder, me miró con la confusión reflejada en sus ojos azules y después fue al planeta más grande sobre nosotros.
—No sé — le admiró —. Eres bonito — dijo como si nada—. Me gustan las cosas que no son mías. Nadie puede poseer a una persona, no puedo tenerte, no puedo tener a Júpiter.
Sonrió, con inocencia, demasiada para ser cierto.
Era una tarde de primavera del noventa y tres, había mentido a mi padre sobre mis clases de cello cuando Louis me sonrió de esa manera, y quizá fue la primera vez que perdí un poco el equilibrio de mis pensamientos con algo así. Y tal vez, tal vez también comencé a perderme a mí también.
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»Júpiter«
General Fiction"Haz que mis problemas importen. Haz que este caos cuente." Ezra Law es un chico que tiende a seguir las reglas que el hombre ha hecho a lo largo de los años aunque él no esté de acuerdo en muchos aspectos. Pero, en la despedida de una de sus person...